La represión de 1961 en contra del movimiento navista fue brutal: Manuel Nava Calvillo

Coincidió con lo expuesto en Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, sobre las aportaciones democrática del navismo.

José de Jesús Ortiz Báes

Primera parte

Manuel Nava Calvillo tenía 12 años en 1961 cuando se dio la represión del Estado en contra del navismo, el movimiento que encabezó su padre, el doctor Salvador Nava Martínez. En su memoria recuerda aquellos años como una época de asedio y vigilancia permanente a su familia, con la incursión de militares en su casa en la calle de Arista la mañana del 16 de septiembre de aquel año remoto y la detención de su padre, trasladado al Campo Militar Número Uno en la Ciudad de México y luego recluido en el penal de Lecumberri, junto a decenas de presos políticos del régimen.

“Era realmente terrible el poder enfrentarse al partido oficial con todos los mecanismos que tenía, en 1961 fue cuando se utiliza al Ejército para resolver un problema político…Aquel era un régimen autoritario absolutamente y en algunos lugares era con las fuerzas civiles con las que podían aplacar a la gente, como la Dirección Federal de Seguridad o las agencias policiacas, pero aquí no, aquí dan el golpe de mano diciendo ‘el gobernador se va a sentar y se va a sentar con esto’, creo que mandan 8 mil 300 soldados de línea, 360 tanques y carros blindados, bazucas y ametralladoras antiaéreas, para una población de 40 o 50 mil personas”, dice.

Entrevistado a propósito del Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, coincide en lo que ahí se plantea sobre el navismo como un antecedente de las luchas por la democratización del país, junto a otros movimientos reprimidos por el Estado mexicano. “La represión en contra de la de las dirigencias fue una, pero en contra de los simpatizantes, de la gente de a pie, fue terrible”.  

Sostiene que no es posible determinar la cantidad de personas que fallecieron durante el operativo militar para reprimir al navismo la noche del 15 de septiembre de 1961, un hecho registrado luego de que simpatizantes de ese movimiento concluyeran un evento en el Jardín de Tequis para festejar la noche del Grito de Independencia.  Una operación militar que, de acuerdo con algunos especialistas, será un antecedente de lo sucedido años después en la Plaza de Tlatelolco con la represión brutal al movimiento estudiantil. “Nadie sabe quién dio la orden, pero eran los soldados los que estaban disparando y la gente que cae es bastante, personas vestidas de paisanos que estaban abajo, en la plaza”.

Astrolabio: ¿Qué opinión tienes del Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico y la parte que dedica a la lucha navista?, dice que “se trata de un antecedente de las justas democráticas ante los caciquismos locales del partido oficial, junto a otros movimientos reprimidos por el régimen como el henriquismo o la lucha de Rubén Jaramillo.

Manuel Nava Calvillo: Creo que efectivamente así es, si nos remontamos al año de 1958, pues es a través del PRI que se trata de entrar a participar porque no había de otra. Sin embargo, como también lo relata el informe, esa posibilidad fue negada por parte de la gente de la cúpula del PRI y se le obliga al movimiento a ir a trabajar a través de una candidatura independiente. No estoy muy cierto si es la primera alcaldía que se logra fuera del PRI, en el ‘56 o ‘57 creo se da la matanza en León, pero allá no llega al poder la oposición, los matan a los sinarcas (de la Unión Nacional Sinarquista). Entonces, creo que fue muy importante porque retrayéndonos o ubicándonos en esa época, pues era realmente terrible el poder enfrentarse al partido oficial con todos los mecanismos que tenía, en 1961 fue cuando se utiliza al Ejército para resolver un problema político.

Algo que no se ha estudiado mucho o no se ha documentado ha sido el trabajo (del navismo) no como oposición, sino como autoridad en el municipio 1959-61, creo que ahí los historiadores tendrán que hacer una chamba de recoger la información, ver cómo fue que la oposición llega al poder y cómo es la administración municipal, valdría la pena estudiar lo que se hizo desde el gobierno, no desde la oposición.

A: La represión de 1961 en contra del navismo se da en el contexto de la lucha por la gubernatura, ¿inició con el asesinato del abogado Jesús Acosta Montaño, dirigente navista en la Huasteca, o es anterior?

MNC: Es durante la campaña del ‘61 que el coordinador de la campaña del doctor (Nava) en la Huasteca es don Jesús Acosta, un abogado pro indígena, contra los caciques, y ahí lo balacean, lo ametrallan afuera del comité de campaña, días antes de la elección y queda impune el asesinato, eran los pistoleros de Gonzalo N. Santos.

A: Es un contexto histórico, de lucha por la democracia, en el que el Ejército es utilizado para reprimir a los ciudadanos opositores, como sucede con el navismo.

MNC:  Sí, al momento de que la situación política era insostenible para el régimen o para la autoridad que en ese tiempo estaba —y que todos eran priistas— cuando no se podía resolver el conflicto a través del diálogo, pues llegaba el PRI y imponía a través de, pues como aquí se ve (hace una pausa para mostrar las imágenes de algunos ejemplares de la revista La Nación de aquella época, con el Ejército ocupando las calles de la ciudad de San Luis)… yo creo que ese es uno de los de los temores de la derecha, que dicen ahora que el Ejército ya anda en las calles y que van a ser este tomadas por el Ejército o la Guardia Nacional, ellos piensan que se van a presentar situaciones como esa,  pero yo creo que no, es otra situación la que vivimos:  aquel era un régimen autoritario absolutamente y en algunos lugares era con las fuerzas civiles con las que podían aplacar a la gente, como la Dirección Federal de Seguridad o las agencias policiacas, pero aquí no, aquí dan el golpe de mano diciendo ‘el gobernador se va a sentar y se va a sentar con esto’, creo que mandan 8 mil 300 soldados de línea, 360 tanques y carros blindados, bazucas y ametralladoras antiaéreas, para una población de 40 o 50 mil personas. Creo que estas fotos son muy reveladoras, esta es la revista La Nación, por un lado, era la represión con los tanques y demás, y por el otro lado, en contra del liderazgo, pues era meterlo en la cárcel.

A: ¿Cuántos años tenías en 1961?

MNC: 12 años.

A: ¿Qué pasó la noche del 15 de septiembre de 1961?, el informe menciona que ocurrió “una masacre”, añade que hubo “‘bastantes víctimas’”, varias personas heridas, así como un militar y tres policías judiciales muertos. ¿Es posible saber cuántas personas murieron?

MNC: No. Esa noche le dan la información al doctor de que se está preparando un ataque contra el movimiento y entonces se organiza en el Jardín de Tequis una kermés, una verbena por la noche del 15 de septiembre, se consiguen utensilios, una estufa, un refrigerador, despensas, se hace comida de todos los barrios y se llevan a Tequis para que la gente no vaya a la Plaza de Armas. Como a las 11 de la noche, quizá un poco antes,

se da por terminado, como unas 40 familias, en parejas, se van a la casa de mis papás en Arista, todo lo que había sobrado de la kermés se guarda en la casa; cuando termina la verbena sale la gente, sobre todo pues para Tequis no había gente, eran unos cuantos, era casi lo último, pero de Tequis para allá (al centro) era toda la gente que venía de Tlaxcala, de Santiago, de los barrios.

Cuando se va la gente para allá, en la casa ya estamos ahí, se cierra la puerta, se pone el candado y dicen bueno ‘pues si vienen aquí estamos, no hay que salir, no hay que hacer nada’, y se cierra la puerta. La gente se va y al llegar a la Plaza de Fundadores tuercen por Vallejo, como si fueran hacia San Miguelito, la gente da ahí la vuelta cuándo se corta la luz, adentro de la plaza estaban soldados vestidos de civil, muchos. Informaciones por diferentes lados hablaban de que estaban vestidos de paisanos arriba del Palacio Municipal y arriba de Sears estaban las ametralladoras, cuando ellos consideran que ya entró [a la Plaza de Armas] la gente que viene caminando de Tequis empiezan a disparar.

Nadie sabe cuántos muertos, hubo unos documentados o los asesinatos, de una persona herida en el café La oficina donde después fue el Congreso del Estado. Nadie sabe quién dio la orden, pero eran los soldados los que estaban disparando y la gente que cae es bastante, personas vestidas de paisanos que estaban abajo, la gente alcanzó a salir para el sur, por Vallejo. Como a las 12 llega un batallón, no sé de cuando está formado un batallón, pero eran muchos, como unos 25 y se apostan en frente de la casa y ahí se quedan parados.

Como a las siete de la mañana una tía necia quiere salir, porque todos se habían quedado ahí adentro, y al momento que le abren el candado entra Guillermo Fonseca —que era agente del ministerio público—, entra con el Ejército, se meten, van a todos los cuartos. Tengo muy presente que abren el refrigerador y le metían la bayoneta a los quesos. Atrás de la casa hay un cuarto que es de lavandería y estaba una caja llena de propaganda, recuerdo a un judicial que llega con Fonseca y le dice ‘aquí está la propaganda subversiva, Vota por Nava’, era la propaganda que se repartía.

Fonseca se molesta y le dice que deje eso, suben a las recamaras y detiene a los agentes para que no entren a la recamara de mis papás, salen y bajando las escaleras le pregunta Nava si trae una orden de aprehensión y le dice que no, que es verbal. Así estaba la cosa, con el Ejército afuera y demás.  Se lo llevan y también a todos los que estaban ahí adentro de la casa, como unos 20 o 25: Luis Fernando Rangel, César Morelos Zaragoza, en fin varios más, puede que también José Perogordo que después sufre mucho por la represión. Los agarran, los suben a un camión, agarran a otros más y se los llevan a México, a Francisco Cosío.  Se los llevan al Campo Militar Número Uno, Carlos Nava, Alberto Alcocer y algunos otros.

Al día siguiente los dejan salir a todos, a 40 o 50, y al único que se llevan a Lecumberri es a mi papá. Es menos de un mes que se está en Lecumberri, lo llevan y se desisten por intermediación de Adolfo López Mateos, me imagino porque era el único que podía haber dicho que lo sacaran y sale, pero la represión se da esa noche (del 15 de septiembre) terriblemente no solo en la plaza, sino acá enfrente de la casa de mis papás.

A: Antonio Estrada, en La grieta en el yugo, habla de 19 personas fallecidas como consecuencia de la represión del 15 de septiembre.

MNC: Nadie sabe porque ¿quién se acercaban a la plaza?, como el primero de enero del `86, si te acercabas te madreaban, nadie supo realmente, pero fueron muchos disparos. Según lo que platicaban a alguien que habían estado adentro en la recepción de Palacio de Gobierno, todo el mundo se tiró al piso porque pasaban las balas, no sé si habrá alguna evidencia todavía en el Palacio donde tiraba o si tiraron hacia Palacio porque tiraban abajo, cayeron varios enfrente del Cine Azteca, la gente los vio, pero no sabría decir cuántos fueron.

A: La operación militar del 15 de septiembre para reprimir al navismo ha sido vista por algunos, como Raúl Álvarez Garín, como un antecedente de lo que ocurrirá años después con la matanza de Tlatelolco.

A: Eso nos lo comentó Lorenzo Meyer que él había estado estudiando estos casos y decía que era muy parecido, o sea: el apagón, gente vestida de civil, gente tirando desde arriba ¿a quién? a quien le pegaran. Así fue.  No tengo más datos de si eso tuvo una consecuencia después o no, pero pues aquí quedó impune todo.

Durante la campaña para la gubernatura del ‘61, la represión fue terrible, por ejemplo: a mi mamá le ponían a dos agentes en un jeep parado ahí enfrente de Tequis, salía y la seguían a donde quiera que fuera, todo el tiempo nomás fastidiando; a los simpatizantes, sobre todo obreros de la España Industrial, de la Fábrica Atlas,  del ferrocarril, los madreaban, el viernes los agarraban y los metían a la cárcel, el movimiento tenía que pagar la fianza para poderlos sacarlos hasta el lunes y les quitaban obviamente la raya.

La represión en contra de la de las dirigencias fue una, pero en contra de los simpatizantes, de la gente de a pie, fue terrible.  Don José I. Hernández era un líder sindical de la American Smelting, la ASARCO, autodidacta, comunista, le tumbaron los dientes en el 61. Mi papá le decía ‘oiga don José póngase los dientes’, y respondía, ‘no doctor, son heridas de guerra’.  

La represión no fue solo contra el doctor, fue contra la gente de a pie, había colonias enteras en las cuales se apoyaban cuando no había lana porque los había metido en la cárcel, les agarraban el viernes, les quitaban el dinero, los apañaban, los golpeaban y luego los soltaban previo pago de una fianza. Eso fue por haber intentado la conformación de un partido local, el Partido Demócrata Potosino. Fue una represión sistemática quizá hasta el `63 o `64, ya no había condiciones y la gente llega a decir ‘¿y ahora qué hacemos doctor?’, fue cuando convoca la gente, les dice que no hay condiciones para seguir, por eso se acaba la lucha y se cierra el capítulo hasta el ’82.

A: ¿Hay también una etapa diferente con Antonio Rocha Cordero en el gobierno?

MNC:  Sí, más mediador, hace los patronatos tratando de integrar a la sociedad civil, tratando de hacer la reconciliación, pero las heridas quedaron…la zona industrial fue producto de contubernio entre Manuel López Dávila con la gente de aquí, con Luis López Palaú, Gello Rivero, Antonio Acebo, o sea: todas las grandes fortunas que se hicieron con la zona industrial fueron producto de haber hecho el acuerdo con López Dávila. En fin, hubo gente que se suma obviamente. Sí hubo una polarización por supuesto y después de la madriza, pues como no, las heridas quedaron abiertas porque nunca hubo un dejo de arrepentimiento o un perdón, no sé, una disculpa o lo que haya sido.

A: ¿El doctor Nava coincidió con David Alfaro Siqueiros en Lecumberri?

MNC: Sí, lo conoció ahí. Hay una anécdota que contaba de él: cuando está en Lecumberri Nava le pide al general encargado de la penitenciaría que si le deja practicar (su profesión de oftalmólogo), dar atención médica de ojos y le dice que no. Bueno, ya así se queda, le dice que no. En un momento, no sé cómo llega, no me acuerdo si mi papá me lo platicó, pero llega Siqueiros y le dice que tiene unas neuralgias muy fuertes.  Con el oftalmoscopio tú puedes ver el fondo de ojo y puedes ver si tienes posibilidad de un infarto, es como una lectura, como un mapa atrás en el fondo de ojo, se puede ver con un oftalmoscopio.

Entonces, a través de mi mamá y una amiga de ella que la acompañaba a Lecumberri, consiguen que un médico muy afamado, un oftalmólogo en México, le preste un oftalmoscopio y por fin van sabiendo que era para el maestro Siqueiros, aunque era comunista y todos así. Le prestan oftalmoscopio y mi mamá se lo lleva a mi papá, se lo entrega y él le dice a Siqueiros ‘maestro, permítame hacerle un chequeo’, le revisa los ojos y le dice ‘no, pues usted no padece de nada cardiaco’, que se le notara, que fuera un tumor, porque él decía que tenía muchas neuralgias.  Al final afortunadamente tenía nada y regresan el oftalmoscopio, el médico estaba muy contento porque había sido para revisar al maestro Siqueiros, 1961.

Pasó el tiempo y luego la esposa de Siqueiros (Angélica Arenal) invita a cenar a mi mamá y a su amiga que la acompañaba a la cárcel —que era una Cabrero de aquí de los Cabrera, sobrina de Concha Cabrera Armida, la santa—, las invitan la esposa y un hermano de Siqueiros, creo al Restaurante Bellinghausen o alguno de esos pomposos de allá. La amiga le decía a mi mamá ‘son comunistas, cómo vamos a ir, nos van a ver’, y le respondía ‘¿y qué importa si son comunistas?, es la esposa del maestro, vente’. Ya estando ahí, llega el mesero con una botella de vino y le dice que es de la mesa de al lado, que les manda la botella, habiendo reconocido a la esposa de Siqueiros, no a mi mamá.

Ahí les cuenta una anécdota que se me hace casi irreal: Siqueiros, antes de esto, de estar en la cárcel, se había peleado con su padre y no se habían vuelto a hablar en años. Un día hubo un evento en el Vaticano —quizá estaba Pío XII o Juan XXIII como papá—, y Siqueiros llega a un hospedaje, a un hostal, porque pues no tiene donde quedarse. Le dicen que a las 6 de la mañana va a desocuparse el cuarto que si quiere esperar allá abajo en una silla y cuando sea la hora ya entra al cuarto.  Y aquí la sorpresa: ¡el que estaba en el cuarto para desalojarlo era el papá de Siqueiros!, llega y se encuentran allá, el hijo con el papá, en un pinche hostal en Roma, la ciudad llena de gente. Se encuentran y se reconcilian allá, luego de no haberse visto en años.   Mi mamá le platicó alguna vez esa anécdota a Julio Scherer García, que había escrito un librito sobre Siqueiros (La piel y la entraña), él le decía ‘pero cómo no me lo platicó Conchita, lo habría puesto en mi libro’, ‘pues no se dio, así fue’, le decía.

Manuel Nava en su domicilio, al fondo una pintura de José I. Hernández, alusiva a la represión de 1961.

A: El Informe del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico también refiere la represión que se da el primero de enero de 1986 cuando incendian el Palacio Municipal y se utiliza a policías judiciales encabezados por Julio Ceballos, además de porros de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,  para desalojar de la Plaza de Armas a manifestantes navistas que denunciaban el fraude electoral en la elección municipal, ¿cómo recuerdas aquel episodio?

MNC: Corriendo…El día primero, cuando llegamos nosotros a la Plaza de Armas, desde temprano, se había montado todo el operativo frente a la puerta del Palacio Municipal: en lugar de llegar como a las 10 o 9 que es cuando iba a llegar Guillermo Medina de los Santos, llega como a las 7.30 o a las 8 de la mañana por la calle de Los Bravo, por donde estaba la tienda del Orfeón. Toma protesta y se va. Cuando llegamos nosotros, yo iba con mi hermano Salvador y varios más, ya estaba toda la gente, se había llevado la basura y se había puesto frente del Palacio de Gobierno diciendo don ratón y don ratero (aludiendo al gobernador Florencio Salazar y al alcalde electo Guillermo Medina) precisamente la noche previa repartimos aquellos cartelones que decían don ratón y don ratero, Nava vio la cartelera del cine Avenida que anunciaba esa película y se le ocurrió.  Repartimos cartelones en la noche afuera de La Lonja, del baile de fin de año, repartimos en todos los coches que estaban parados esa noche.

En la mañana, cuando llegamos temprano a la plaza como a las 8:30 ya estaba todo el dispositivo en frente, ya había tomado protesta Medina de los Santos y entonces estábamos indignados.  Guillermo Pizzuto sale de la plaza indignado y se va al rumbo al Frente Cívico Potosino que estaba en Damián Carmona, nosotros nos quedamos. Mi versión es: yo estoy frente a la zapatería La zapatilla roja en contra esquina de Palacio Municipal, cuando de pronto de la calle de Los Bravos salen como unos 20 o 25 o más, se van hasta Sears en la otra esquina y todos como en equipo de fútbol le pegan a un coche en la cajuela, la abren y sacan las varillas que traían forradas de cinta. Es cuando empiezan a corretear a la gente, empiezan a golpearla sobre todo al que corría, al que estaba parado no. Eso lo documenta Samuel Bonilla en Canal 13, y Juan José Rodríguez, no él, la cámara del canal.

Entonces empiezan a golpear, ellos no sabían que ya no estaba Salomón H. Rangel (que días atrás había iniciado una huelga de hambre, que levantó a la víspera), yo había llegado más temprano con un señor que es el que nos ponía el sonido, se llamaba Nicanor, de sombrero, que sale después todo golpeado porque una silla le pega en la cabeza, es entrevistado por Samuel (en la cobertura). Están golpeando a la gente y me voy junto con mi hermano Alejandro al kiosco de la plaza, ahí estaba Jorge Lozano y estaba Enrique Rivera, a su hermano Javier es al que lo tumban y le dan de varillazos en el piso, lo agarran enfrente del Congreso y lo golpean, se ve en el video cómo pasan le dan de varillazos y luego regresa uno y le sigue dando, ese es Javier. Enrique estaba con nosotros chavito, en las juventudes navistas.

Empiezan a golpear a la gente abajo (del kiosco), uno de los golpeadores, un Llamas, un chavo delgado, blanco, estaba golpeando a una señora, yo agarro una silla de las que teníamos arriba, se la aviento, le pego en la cabeza y lo tumbo. Se levanta y grita ‘a esos’ y se dejan venir, pero con cierto temor pues no sabían si nosotros traíamos con qué defendernos o no, pero no teníamos nada.  Se suben al kiosco por el lado de Presidencia Municipal, para golpearnos, y nosotros salimos por atrás, mi hermano Alejandro y yo corrimos hasta Fundadores, ellos tenían la estrategia de solamente correr como hasta el Cine Othón (hoy Plaza de la Tecnología) y regresarse o correr para la calle de Iturbide, no salirse de la plaza sino mantenerla.  Nosotros corrimos hasta la Plaza de Fundadores, ahí pasa un cuate llorando, con los ojos rojos por los ‘chisguetazos’ que nos aventaron desde abajo, ahí salgo yo en el video que toma Samuel Bonilla, estoy arriba (del kiosco) y están estos cabrones golpeando a la gente.

Llegamos a la casa, pues pasó esto y ahora qué hacemos. Entonces se empieza a organizar la resistencia. Mataron a varios, sobre todo uno por acá por el rumbo de San Francisco, luego dijeron que había sido el espejo de un camión que le había pegado y lo había tirado, pero eran los varillazos; a un hombre mayor le rompen la pierna, también sale en el vídeo, está sentado con la pierna rota de un varillazo, eran varillas de tres octavos o de media pulgada, no sé de cuánto. En el video se ve a Julio Ceballos enrollando de nuevo la cinta de la varilla porque se le había escapado. Hay dos camaradas que eran del Frente Cívico que caen en la provocación, están todos enfrente y  les gritan desde allá: ‘San Luis está enfermo y necesita medicina y la medicina es Medina’ y estos chavos, ante la provocación, se avanzan y también está documentado en el video, esos  son los que llevan golpeando hasta la Singer, hasta allá atrás, era dos hermanos, los dejaron terriblemente golpeados, hasta un poco afectados de sus facultades, porque no solamente son las patadas y los golpes que le dan ahí, sino después que se los lleva.  Fue una represión terrible y es lo mismo: el Estado al momento

de ser superado por la gente simple y sencillamente utiliza fuerza bruta.

Fue muy impactante porque no se había visto eso desde el 61, una represión de esa naturaleza. Ahí quedó otra vez con la herida abierta, nunca se hizo justicia.

A: Si el movimiento navista fue una expresión ciudadana en demanda de democracia electoral a lograrse la democratización del país, en la segunda mitad de los años 90´s, con la ciudadanización de los órganos electorales, ¿el movimiento navista perdió su razón de ser?

MNC:  No, yo creo no. Hace tiempo platicábamos habíamos quedado muy mal acostumbrados a participar en un movimiento tan claro, tan preciso, tan derecho, sin estas cosas de oportunismo político, de a ver qué me conviene o no, era una lucha mucho más de frente, más limpia, sin tantos asegunes.  Creo que el movimiento navista es un ejemplo de que fuera de los partidos, que son muy fácilmente de corromper, acá con un liderazgo y la participación social se pueden hacer maravillas, es la única forma de conseguirlo. Mira ahora: puedes encontrarte priistas, panistas, gente sin ningún tipo de mérito o por el contrario con deméritos, y ya forman parte del partido en el poder.  Pienso que fue uno de los movimientos más limpios y trascendentales que hemos tenido en México, porque había la voluntad ciudadana con un liderazgo en el cual confiaban y que era confiable. Creo que el navismo no pierde su razón, al contrario, ahí es donde radica su esencia: llegar al poder, no por el poder mismo, sino para poder trabajar por esos grupos. Creo que los alcances que tuvo el movimiento no se han dimensionado todavía adecuadamente.

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