Texto: Eduardo Delgado
Fotografías: Nahum Delgado
Convocaron a la misma hora y en el mismo lugar, pero con objetivos opuestos.
El Consejo Coordinador Ciudadano (CCC) iniciaría ahí, frente al templo de Tequis, una marcha. Los integrantes de Diversificadores Sociales A.C. (DSAC), un mitin. Ambas agrupaciones en defensa de la familia, aunque cada una con un concepto muy distinto de lo que ésta significa.
Un tercer protagonista apareció. Encabezados por Pablo Castellanos, un numeroso grupo de elementos policíacos, llegó al lugar. Sostuvo un diálogo con una mujer que se presentó como madre de uno de los gays participantes en la manifestación.
Mientras el grupo opositor a los matrimonios llamados igualitarios se formaba para emprender la marcha, Paul Ibarra Collazo pronunciaba un discurso del que no escaparon los sacerdotes católicos, a quienes señaló como criminales por incurrir en la pederastia y el encubrimiento de tales prácticas.
El contingente del CCC se encontraba listo para iniciar su caminata, cuando el grupo a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo comenzó a formarse detrás de sus oponentes. Los anti-matrimonio gay instalaron una fila de varones para separar los contingentes.
Los roces entre integrantes de ambos grupos eran discretos. María del Carmen Muñoz, quien se identificó como católica y ama de casa, se aproximó al grupo de gays. “¿Leyeron el catecismo de la Iglesia Católica?”, les preguntaba a gritos.
En la discusión que provocó aseguró que en sus oraciones ella le pedía a Dios que los gays no se fueran al infierno. La policía intervino para apaciguar los ánimos.
Los contingentes avanzaron uno tras el otro. Las consignas subían de tono, y a unas pocas cuadras, se interpuso un escuadrón de agentes motorizados entre ambos grupos.
Al verse segregados, los gays acusaron discriminación. Hasta que la mujer que a la llegada de los policías se presentó con ellos como madre de un homosexual esquivó a los agentes y avanzó entre quienes se dijeron defensores del matrimonio natural en contraposición al igualitario.
Unas jóvenes que portaban banderas gay la acompañaron y pronto eran ellas quienes encabezaban a los dos contingentes. Los roces seguían discretos.
Pasando Tomasa Estévez, un hombre de quienes al inicio separaban lo contingentes les salió al paso para interpelarlas. “¿Traen permiso del Ayuntamiento?”, les cuestionó. Lo ignoraron y siguieron adelante.
Los intentos de los opositores al matrimonio gay por tomar la delantera en la marcha doble resultaron infructuosos, en tanto que a las mujeres que la encabezaban se unió Paul Ibarra Coyazo, líder de la agrupación.
Los manifestantes que argumentaban defender el matrimonio natural hacían alusión a que superaban en número a los gays. Ante su afirmación de ser mayoría, las jóvenes con la bandera de la diversidad sexual advertían que los nazis también se dijeron mayoría.
Al cruzar la avenida Reforma, el hombre que cuestionaba a los gay sobre el permiso de las autoridades municipales para marchar, insistió con intentos de arrebatar las banderolas a las mujeres. Una vez más fracasó.
Así avanzaron hasta llegar a Independencia, dar vuelta hasta llegar a la calle de Guerrero para ingresar finalmente a la Plaza de Armas por Zaragoza, justo frente a la Catedral.
Los gays se instalaron frente al templo, mientras sus opositores avanzaron hacia el edificio del Congreso del Estado, donde los esperaban con el Himno a la Alegría.
Así concluyeron una marcha gays y anti-gays. Juntos pero no revueltos. Aunque quedaba el testimonio de los roces. Ibarra Collazo, de DSAC, acusó de empujones a Felipe Lunes, representante legal del CCC.
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