Marchas: Dos escenas

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Por: Eduardo Delgado.

Luego del par de marchas realizadas durante el fin semana, a favor y en contra de la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, quedan dos imágenes que vale conservar como preludio de dos vías del desenlace de un encono social estéril y hasta banal.

Un par de jóvenes, hombre y mujer, él como entrevistador y ella con cámara fotográfica activada para grabar video, recogieron puntos de vista sobre la marcha celebrada el sábado.

Sobre la explanada de la plaza de Armas, frente a la Catedral, mientras un joven les hablaba del desinterés o apatía de los católicos para salir a marchar igual contra la reforma energética, la educativa o los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, un par de mujeres se colocaron detrás del entrevistado.

Mostraron, frente a la cámara, un par de cartulinas con leyendas en defensa del matrimonio heterosexual. De frente otra mujer le alzó la voz para refutarle. El entrevistador les pidió esperar para enseguida recabar su postura.

La señora de enfrente prosiguió y el joven, demasiado molesto, le respondió en el mismo tono. Así ambos se colocaron en la antesala de la agresión física.

Alguien calmó y retiró a la mujer de playera blanca. Por sí, bastante enojado, el chamaco se alejó. Los jóvenes que recogieron los testimonios siguieron a la señora para pedirle su punto de vista, pero esta esta se los negó y enseguida se perdió entre la multitud.

Fue quizá el único incidente, durante la marcha, que pudo haber derivado en violencia física entre opositores y simpatizantes del matrimonio entre personas del mismo género.

En contraste, unos 20 minutos después, prácticamente concluido el acto en defensa de la familia, una joven se aproximó a un gay que junto con otros acompañantes presenciaban el evento.

Ella sostenía un extremo de una lona de vinil con la imagen de la Sagrada Familia; él lucía una corona y vestía una camisa sin mangas.

Conversaron varios minutos frente a la paletería y nevería localizada a un lado del Congreso del Estado. Cuando el chavo se percató de la toma de la imagen sonrió. La manta no estaba extendida, pues del otro extremo el niño que la sostenía observaba a la pareja con posturas antagónicas.

Enseguida ella, sonriente, le pidió al infante extender la lona para exhibirla. El, también sonriente, señaló con el dedo índice la imagen religiosa. Después de esa escena ambos prosiguieron en su plática.

El arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero lo admitió este domingo: el tema gestó un encono social entre los potosinos y por ende considero oportuno, dijo, proceder a “desamarrar navajas”.

Habrá para quienes esto se resuelve con una consulta, en cuyo caso valdría preguntarse si aquellos que a ultranza defienden la familia respetarían, en el hipotético e improbable caso un resultado adverso, la unión civil entre dos personas del mismo sexo. Lo conducente es la tolerancia y el respeto.

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