Por Victoriano Martínez
A Ricardo Gallardo Juárez no le iba a temblar la mano en 2015 para denunciar a Mario García Valdez por endeudar al Ayuntamiento y comprar luminarias para la ciudad al doble de precio, en cuanto asumiera la presidencia municipal. A Ricardo Gallardo Cardona, como gobernador, no le tembló la mano para nombrar al exalcalde como secretario de Cultura.
“Me toca directamente la revisión con él y en un momento dado yo mismo pondré la denuncia, la demanda, como presidente municipal. ¿Me explicó? Por eso ahorita él ya que le vaya pensando y se lo digo públicamente. ¿Sí? Si le sigue dando para adelante a la cuestión de las luminarias no me va a temblar la mano, ¡eh!”, expresó Gallardo Juárez en el programa Noticieros Siete Radio.
Fue el 16 de junio de 2015 cuando, como alcalde electo, en esa entrevista radiofónica exigió a García Valdez deshacer el contrato con la empresa PANAVI para el cambio de 47 mil luminarias en toda la ciudad porque, aseguró, se pagarían al doble del precio.
Un desplante populachero que no pudo sostener porque apenas nueve meses después algo le hizo olvidarse del abusivo sobreprecio pactado por García Valdez con PANAVI, y solicitó al Congreso del Estado autorización para ampliar el contrato que como alcalde electo le pareció nefasto de mil 301 millones 931 mil 315 pesos a mil 512 millones 104 mil 380 pesos.
Por obra y gracia de una sospechosa oportunidad de negocio, Gallardo Juárez consideró ventajoso ya no exigir las luminarias a lo que señaló como precio justo, la mitad de lo contratado originalmente, sino que en lugar de pagarlas a 27 mil 305.03 pesos pretendió contratarlas a 31 mil 712.93 pesos, es decir, un 16.14 por ciento más caras.
La advertencia a García Valdez, que incluso incluyó como parte de su discurso de toma de protesta, se había convertido, en los hechos, en una extraña variante de complicidad.
Para fortuna de las arcas municipales, aquella aberrante ampliación del contrato no pudo ser autorizada por el Congreso del Estado ante la exhibición de actos de corrupción que incluyeron, en plena sesión del Legislativo, los ofrecimientos para comprar los votos de los diputados y alcanzar la votación requerida para la aprobación.
Un antecedente que marca la evolución del tipo de relación de García Valdez con la gallardía: pasó de ser un villano con un contrato abusivo por mil 301 millones de pesos, a convertirse en un modelo de quien retomar ese tipo de contratos corregidos y muy aumentados, hasta llegar ahora a ser ejemplo de alcalde buen administrador rescatable de la herencia maldita.
“Mi señor padre fue quien le recibió la administración a él; si lo recuerdan él fue muy cuidadoso cuando revisó, no le encontró nada a Mario y la verdad es que por eso me atreví a invitarlo, porque fue una persona que pasó una prueba difícil en una entrega difícil”, expresó este miércoles Gallardo Cardona para justificar la incorporación de García Valdez a la Secretaría de Cultura.
La cuidadosa revisión hecha pasó por alto, entre otras muchas cosas, por ejemplo, las notificaciones que les hizo llegar a Gallardo Juárez y al contralor interno del Ayuntamiento, la Auditoría Superior de la Federación para que iniciaran un procedimiento para que se sancionara un desvío, en el último año de gestión de García Valdez, por casi 120 millones de pesos.
Un detalle que no mancha la trayectoria de García Valdez porque, según Gallardo Cardona, “hay que recordar que no pertenecía a ningún partido político, usó las siglas del PRI para ser candidato y después presidente municipal de la capital, ya después que lo sangraron y se cansaron de fregarlo, lo abandonaron”.
Debieron informar mal a Gallardo Cardona, o finge ignorancia, porque García Valdez fue y todavía es militante del PRI, incluso como integrante del Consejo Político Estatal que aparece en el número 15 de los consejeros mayores de 35 años. Hasta el alcalde Enrique Galindo Ceballos se congratuló de ver incorporado al gabinete estatal a su compañero de partido.
Difícilmente se puede afirmar que “se cansaron de fregarlo, lo abandonaron”, cuando Juan Manuel Carreras López como gobernador no sólo lo encubrió y sino que lo solapó al nombrarlo director del Conalep. Hoy Gallardo Cardona sigue los pasos de su antecesor al encubrirlo y solaparlo ahora con el nombramiento de secretario de Cultura.