Memorial Colectivo: Un homenaje a las víctimas del feminicidio

Texto y fotografías de María Ruiz

Marcela del Muro, periodista documental y gestora del proyecto “Narrativas Dignas”, reescribe en su andar una historia con pasión y compromiso. Su trabajo en el proyecto “Memorial Colectivo” es más que una labor, es un acto de resistencia contra la indiferencia y la injusticia.

Un trabajo que surge, en medio de una gran coyuntura, ya que el estado de San Luis Potosí ha reflejado cifras de feminicidio alarmantes en los últimos 12 años, y es ahí donde Marcela se ha convertido en un apoyo para las familias víctimas indirectas.

Su objetivo, dijo, es romper con el contexto social que minimiza estos casos y reduce la exigencia de justicia. Pero no lo hace sola; lo hace junto a familias que han perdido a sus hijas por la violencia feminicida y que al igual que ella, se convierten en agentes de lucha y cambio.

A lo largo del tiempo, señaló Marcela, estas familias han enfrentado obstáculos. Pues el sistema y el propio Estado intentan borrar la memoria de las víctimas, manchan su imagen y dificultan la presión mediática y social para que ellas logren acceso a la justicia. Sin embargo, ellas persisten.

Narrativas Dignas no es solo un proyecto, sino un espacio donde las familias participan activamente en la documentación y diseño de memoriales.

Ahí, los recuerdos se recuperan y las imágenes dignas y amorosas de las hijas perdidas se plasman en homenaje a su memoria, como ahora, a través de una serie de estampas que nacen de diversos grabados elaborados por las madres víctimas.

En las placas de linóleo yacen aquellos rostros que arrebató la violencia, y renacen las sonrisas y miradas de mujeres víctimas de feminicidio que gracias al amor convertido en arte, pueden manifestar a través de esta expresión artística, que no son solo cifras, son mujeres, madres e hijas, que tenían una historia y una vida que les fue arrebatada.

El dolor es palpable, pero el equipo de Narrativas Dignas mantiene una comunicación cercana con las familias y hace de este proceso creativo un espacio de encuentro, de empatía y entendimiento. Pues cada memorial refleja sus expectativas y honran la vida de quienes ya no están.

El silencio, relató Marcela, también es parte del proceso, pero no un silencio cómplice, sino uno que da voz a las víctimas y lucha por la justicia.

“Este proyecto es un recordatorio poderoso: la memoria debe preservarse, y la exigencia de justicia para las víctimas de feminicidio no debe ceder”.

El trabajo de Marcela y su equipo es un destello de luz en medio de un desierto de injusticias. Su pasión y compromiso son un aliciente para seguir adelante, con la esperanza de un cambio profundo y duradero.

El grabado de la memoria: Dora honra a su hija Alejandra

En un pequeño taller, Dora sostiene con firmeza una gubia y traza surcos sobre una placa de linóleo. Cada incisión es un acto de amor y duelo, y así a lo largo de varias horas del día delineó el rostro de su hija, María Alejandra Reséndiz García.

Alejandra fue víctima de feminicidio el 17 de enero de 2021 en el municipio de Rioverde. Pero Dora no se limita al dolor; se ha convertido en artista, y utiliza la técnica del grabado para plasmar su historia y honrar la memoria de su hija.

Es así como el grabado en relieve que emerge bajo las manos de Dora se convertirá en una estampa viva repleta de los recuerdos que tiene con Ale, víctima también de una sociedad indolente.

En la mesa de trabajo, entre lágrimas y suspiros, Dora compartió con sus compañeras cómo era Alejandra. Un buena madre, una excelente hija, una ser humana excepcional.

Cada trazo fue para ella un diálogo silencioso con su hija ausente, una catarsis que se entrelaza con otras historias similares en el “Memorial Colectivo” de Narrativas Dignas.

“Me duele”, confesó Dora mientras observaba el dibujo del rostro de Ale, en la placa de linóleo, una estampa realizada como parte de este proyecto de memoria que tiene la finalidad de visibilizar a través del artivismo, esta problemática social que afecta a decenas de familias.

“Jamás imaginé que me faltara Ale. Veo su rostro, vivo y sonriente, y es duro asimilarlo”.

Pero a través del arte, Dora encuentra consuelo y propósito. El grabado se convierte en un testimonio visual de quién era Alejandra, una ventana a su esencia y su vida.

Sumergirse en el mundo plástico del grabado no fue fácil para Dora, pero ahora sabe que puede crear imágenes que narren su historia y la de su hija.

“Cuando Marcela nos platicó el proyecto, no sabía si quería participar. No sé nada de arte, pero aquí nos enseñaron todo, hasta usar las gubias. Es un proyecto que me entusiasma”.

El arte le permitió a Dora expresar lo más profundo de su ser, incluso cuando ese ser está lleno de dolor. En cada línea, en cada sombra, Dora también encuentra una conexión con otras madres, se sabe acompañada también de quienes han perdido a sus hijas de manera trágica, y descubre que el arte es un espacio maravilloso de resiliencia.

Su arte es un acto de resistencia contra el olvido y una forma de sanar. En cada estampa, en cada surco, Dora encuentra a su hija y comparte su legado con el mundo.

Porque, como ella misma dice, “una imagen puede contar quién era mi Ale”. Y en ese contar, en ese crear, reside la belleza y la fuerza de la memoria.

La mirada y el sentipensar

Este proyecto, cimentado en la solidaridad y el arte, busca honrar a las hijas arrebatadas por la violencia de género. Dos ilustradoras potosinas, Mariana Núñez (conocida como Marion Lenteja) y Perla Sánchez, (conocida como Perlie) han sido las guías creativas en este proceso.

Quienes relataron que las madres del colectivo “Por Ellas, Por Todas y Por Nosotras” han encontrado en las artes visuales una forma de expresión poderosa.

A través de su mirada y sentipensar, han canalizado su dolor y su amor hacia sus hijas. Mariana y Perla, como portadoras de voz, han colaborado con ellas para crear piezas gráficas que trascienden el dolor y se convierten en memoria viva.

“Escuchar a las familias ha sido fundamental. Cada madre tiene su propio recuerdo de su hija: sus sueños, sus habilidades, sus risas de niña. El proceso de bocetaje fue un viaje emocional. ¿Cómo representar a estas jóvenes en el lenguaje visual? Eso fue el reto más grande“, remarcaron en entrevista.

Las composiciones, explicaron, fueron elegidas en colaboración con las familias, y cada grabado lleva consigo la esencia de las chicas víctimas.

Para Mariana y Perla, este proyecto va más allá de la ilustración. Es un compromiso personal y social. Salir de su zona de confort, dejar atrás lo bello y perseguir lo sublime; buscar una gráfica más profunda.
Un trabajo que hicieron con amor y respeto hacia las víctimas y sus familias.

“La imagen tiene un poder transformador y el “Memorial Colectivo” busca cambiar las narrativas violentas que rodean a estas muertes”.

Es por ello que buscan que el “Memorial Colectivo” no se quede en la intimidad. Sino que se coloque en el espacio público para que todos lo vean.

“Es un grito contra la impunidad y una invitación a la reflexión. Cada pieza gráfica es un recordatorio de las vidas truncadas y una afirmación de que estas mujeres merecen ser recordadas por su esencia, no solo por su trágico final”.

Así, entre trazos y colores, el “Memorial Colectivo” se convierte en un acto por recuperar la historia y un tributo a la memoria, que busca que las voces de estas mujeres nunca se apaguen.

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