Mineral de Pozos, el México de antaño

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Ciudad de México (19 de enero de 2016).- Pocos adivinan que detrás de sus fachadas blancas, que a veces dejan al descubierto pedazos de adobe y piedra caliche, existen restaurantes y hoteles con patios que ofrecen mesas para desayunar al aire libre, sillas para sentarse cómodamente a tomar el sol y hasta jacuzzis para relajarse bajo un cielo completamente estrellado.

Se dice que Pozos tiene una energía que imanta gracias a la cantidad de cuarzo que hay en el suelo. Una manera de experimentar el poder sanador del destino es acudir a La Casa del Venado Azul, donde Luis Cruz elabora instrumentos prehispánicos desde hace más de 20 años, dirige baños de temascal y recibe huéspedes.

Descalzos, en un suelo cubiertos por petates y encima varias ramas de pirul, hojas que tienen el poder de transportarte, según los creyentes y curanderos de la zona, donde también incluyen la musicoterapia con melodías que integra los instrumentos elaborados con madera, hueso, barro, roca y semillas: la gravedad de un huehuétl, el arrullo de una ocarina, el rumor de un palo de lluvia y el tintín de una marimba de piedra.

Auténtico tesoro.

Sus minas centenarias, desde hace unos años abiertas al turismo, pusieron en el mapa viajero a este antiguo pueblo fantasma. Poco a poco se abrieron unos cuantos hoteles boutique y galerías. Tras su nombramiento como Pueblo Mágico, en 2012, ha renacido como una alternativa ecoturística y varios extranjeros lo han convertido en su hogar.

El esplendor de Pozos inició en el siglo 16 cuando los jesuitas construyeron los hornos de fundición, o chacuacos, clave arquitectónica del destino. Los beneficios de las minas atrajeron a miles de habitantes. Se abrieron tiendas y hasta burdeles. La categoría del pueblo se elevó y por un tiempo cambió su nombre al de Ciudad Porfirio Díaz.

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Aquí llegaron a vivir unas 70 mil personas, sin embargo, tras la catástrofe que inundó los túneles y puso fin a la extracción, quedaron solo unas 200.

Los habitantes.

Actualmente conviven unos tres mil habitantes. A los paseos por los túneles mineros se han sumado nuevas razones para conocer, entre ellas, que el mezcal que se produce en el municipio de San Luis de la Paz (al que pertenece Pozos) recibió a principios de diciembre la Denominación de Origen: pronto no sólo habrá minas abiertas a los visitantes, sino productoras para conocer el proceso del destilado de agave.

Este es buen momento de experimentar el destino, antes de que el eco de su encanto de refugio en medio de la nada retumbe con más fuerza y se le quite lo silencioso.

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Fuente: El Debate.
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