Mismidad: ¿Funciona el amor?

Gloria Serrato

El amor es el motor del mundo, todas las personas hemos escuchado esa frase, ¿pero qué hay atrás de sentirnos enamorados?

El amor surge cuando entre dos personas se da cierta atracción, se comparten ideas, aficiones, emociones. Estar enamorada de otra persona no siempre es tan espontáneo, no es tan casual, tiene que ver con lo que hemos aprendido a lo largo de nuestras vidas, con esas representaciones o imaginarios que han sido construidos en nuestra formación en la familia, en la sociedad, en la comunidad.

De pronto aparece alguien con quien nos identificamos plenamente, es ahí cuando nos llegan todos esos conocimientos previos sobre la vida, enseñanza estructural que tenemos sobre el amor, sobre la compañía y sobre la necesidad de encontrar a alguien que se ajuste a nuestras formas idealizadas del amor.

Allí también entran los estereotipos que hemos aprendido sobre los roles de las personas, nos nebulizan nuestra forma de pensar y de identificar las características y cualidades de la otra persona, la vemos con “ojos de amor”, que nos impide identificar plenamente las cosas en común que compartimos y que nos llevan a estar juntos o juntas por cierto tiempo o con la idea de que sea indefinidamente.

Las personas señalan que cuando estamos enamoradas o enamorados nos perdemos de la realidad, y sí. De pronto todos lo vemos de manera maravillosa. Es ahí en estas fases que pensamos que la otra persona siente exactamente lo mismo por nosotras o nosotros, pero no siempre es así. A las mujeres nos enseñan para ser seres dadores de amor, mientras que a los hombres les enseñan a ver las relaciones amorosas como el contacto íntimo. Las formas de educación están cambiando, pero los referentes imaginarios aún persisten.

Las personas somos vulnerables a muchas cosas, nos cuidamos de aquello que pueda causar dolor, porque hemos cimentado la felicidad en el amor, que su oposición es el dolor, es la ausencia de cariño, la soledad, y sufrimos cuando el amor se aleja de nuestras vidas, esto por supuesto que ha sido una construcción social transmitida y que se ha convertido en situaciones reales cuando la pareja es completamente diferente de lo que nosotras consideramos es lo que encaja en el sentirse enamorada.

El amor se construye socialmente a partir de la vulnerabilidad que implica la soledad, además se erige sobre la desigualdad y las relaciones de poder que existen entre hombres y mujeres. De tal manera que el sufrimiento está asociado a las mujeres, en esta cultura romántica en la que hemos crecido, hemos aprendido también a que una parte clave para ser felices es sufrir por el ser que amamos. Nada más alejado de la realidad.

Cuando tenemos conocimiento de nuestros derechos humanos, nos permite tener conciencia para poner en el centro nuestra dignidad al momento de iniciar una relación amorosa. La antropóloga Marcela Lagarde refirió que una clave feminista para el amor es justamente negociar para alcanzar una relación diferente a la que heredamos del patriarcado. Una vez que tomamos conciencia de los derechos que tenemos, inmediatamente los haremos valer ante las personas que están en nuestro entorno, con nuestra pareja y no permitiremos la afectación de nuestra dignidad.

El conocimiento de nuestros derechos hace que en la actualidad las jóvenes tengan esa conciencia, reclamen y apuesten por relaciones justas, equitativas e igualitarias en sus relaciones de pareja. Además de establecer con claridad, que el amor y el sexo son dos cosas distintas para las relaciones de pareja, e impedir con ello que exista una situación desigual al momento de establecer una relación de pareja.

Las mujeres ponemos limite al conocer nuestros derechos en todos los campos de nuestras vidas, en el económico, social, educativo, cultural, laboral; cada vez somos más autónomas y menos dependientes económicas de nuestras parejas, ahora las mujeres y los hombres están relacionándose en nuevas dinámicas amorosas, que se forman desde el deseo de permanecer en pareja por afinidades y por un amor observado con una mirada feminista.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.


Es periodista y abogada, doctora y maestra; especialista en atención a víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora general del Instituto de las Mujeres de San Luis Potosí. Anteriormente se desempeñó como directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado; fue comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.

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