Mismidad: ¿Qué esperamos de los hombres?

Gloria Serrato

Desde el 25 de noviembre al 10 de diciembre de cada año, en todo el mundo se llevan a cabo diversas acciones y actividades encaminadas a la sensibilización de la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. Dentro de estas actividades es importante también destacar un tema que es clave para la eliminación de las violencias, que es la incorporación de los hombres a una nueva forma del ejercicio de su masculinidad.

La masculinidad se puede definir como el conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada, de tal modo que hay diferencia entre masculinidad y machismo. En la primera de estas, el contexto histórico, sociocultural, económico, etc., determinan los roles que se deben seguir los hombres por el hecho de serlo, por lo que son procesos aprendidos, dependiendo del tipo de sociedad a la que pertenezcamos y a los códigos que se han aprendido.

En la concepción de lo masculino y de lo femenino, sabemos que son construcciones sociales, que sus significados dependen de las circunstancias históricas de cada momento, en una sociedad determinada. El machismo, es una serie de comportamientos que muchos hombres presentan y se sienten representados por la relaciones de dominio y poder, para controlar a las personas, principalmente a mujeres. En el machismo se impone la forma de comer, de vestir, de actitudes, de manifestación del poder, y que derivan en conductas no deseadas que se justifican por las jerarquías que socialmente se admiten, que en muchos de los ejercicios se representan de manera violenta.

Las masculinidades son las variantes que presentan los hombres en sus formas de relacionarse con las personas, principalmente con las mujeres; se reconocen las masculinidades hegemónicas, por su autonomía, la heterosexualidad, generalmente son proveedores y difícilmente pueden manifestar sus sentimientos o sus emociones.

Desde hace un par de décadas se está hablando de las masculinidades nuevas, también denominadas alternas o alternativas, en las que muchos hombres se analizan en los ejercicios de poder con los que han vivido, que determinan que no desean seguir con los esquemas normalizados y tradicionales de ser hombres, buscan conductas distintas, proactivas y de solidaridad con las mujeres, estas masculinidades admiten la necesidad de relacionarse con las mujeres de una forma diferente, en donde pueda prevalecer el respeto a las libertades de cada persona. Asimismo, reconocen que las relaciones no deben ser violentas, admiten tener las mismas emociones que las mujeres.

Las relaciones basadas en las determinaciones sociales y en las distribuciones asignadas por los roles sociales han afectado la forma de conducirnos mujeres y hombres, y esas asignaciones desiguales en los roles tienen como una de sus formas principales, la violencia. La distribución de los quehaceres tiene que ver con esta distribución no siempre equitativa de los espacios, de las jornadas, en donde este ejercicio del poder histórico que se les asignó a los hombres, los lleva ejercer actos violentos, como por ejemplo hostigamiento, afectación de la dignidad de las mujeres, violencia psicológica etc., y los hombres se han mostrado como los más fuertes dentro de los integrantes de la sociedad, y lo manifiestan con ejercicios de poder.

Los tiempos actuales, nos invitan a la reflexión sobre el ejercicio de la masculinidad que los varones deben ejercer en esta etapa histórica, en donde las mujeres tenemos mucha más conciencia de nuestros derechos y los ejercemos.

Los hombres requieren también, identificar la conciencia de género que les permita tener una relación sana, justa, equitativa e igualitaria con las mujeres. Las mujeres y los hombres, tenemos que alcanzar la igualdad plena y real en todos los terrenos de nuestras vidas. Los hombres no pueden continuar objetivos trazados culturalmente por quienes les precedieron, y las relaciones con las mujeres deben orientarse a formas sanas.

Es importante trazar una estrategia de política pública orientada al cambio de la mentalidad en los hombres con un ejercicio de la masculinidad tradicional, normalizada o hegemónica.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.


Es periodista y abogada, doctora y maestra; especialista en atención a víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora general del Instituto de las Mujeres de San Luis Potosí. Anteriormente se desempeñó como directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado; fue comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.

Skip to content