Gloria Serrato
Los movimientos de mujeres son cruciales para la reflexión de los derechos humanos de las mujeres. Han exigido para todas el fin a la exclusión que hemos vivido, no solamente al nombrarnos si no en el aspecto normativo y legal, porque durante mucho tiempo consideraron innecesario marcar la diferencia entre hombres y mujeres, por ejemplo al referir la categoría hombre como aglutinador de la especie humana.
Nombrarnos fue toda una reconstrucción de las creencias formalizadas desde la academia hasta la vida cotidiana; siempre marcándonos las condiciones de género femenino y masculino como parte clave en el desarrollo que debíamos tener las mujeres, y también los hombres. Los imaginarios sociales nos marcaban la pauta sobre nuestras conductas, nuestros comportamientos, lo que tenemos que estudiar, lo que tenemos que hacer, la responsabilidad del cuidado de las hijas e hijos. Estos aspectos patriarcales, nos invisibilizaron.
Los movimientos de mujeres han tejido una gran red en todo el mundo, que ha permitido que las ideas, las agendas públicas de los derechos de nosotras, el apoyo entre las mujeres se alcance de manera muy homogénea en diferentes lugares.
De acuerdo con la investigadora feminista Alda Facio, el feminismo comparte varios elementos o principios que son comunes, como es la creencia firme de la igualdad entre hombres y mujeres, es decir, que todos tenemos el mismo valor y que las diferencias biológicas son sólo una estimación simbólica de poder que han ejercido muchos hombres sobre nosotras. Un segundo principio es que todas las formas de discriminación y opresión son dañinas, otro principio es la búsqueda de la armonía y la felicidad como uno de los aspectos más importantes que buscamos las personas, más allá de la acumulación de riqueza a través de la producción, el poder y la propiedad. Otro de estos principios es que lo personal es político, en el que se busca que haya una práctica real entre el discurso, lo que se dice y lo que en realidad se hace. Otro principio o elemento con el que coinciden los movimientos feministas es que la subordinación de las mujeres tiene como objeto final el control en todos los ámbitos. Para la investigadora el feminismo, es atravesado por diferentes circunstancias patriarcales que impiden que las mujeres podamos comprendernos, apoyarnos y trabajar juntas.
Marcela Lagarde, antropóloga mexicana, advierte que estas diferencias entre hombres y mujeres, también ocurren entre mujeres; menciona que no nos podemos reconocer en las otras, porque este mismo imaginario social que compartimos nos ha construido para competir y no distinguir las capacidades de cada una de nosotras. Refiere que “la ideología de la feminidad surgida de la competencia social de las mujeres, resalta la diferencia entre ellas, hasta convertirlas en barreras infranqueables para la alianza (…)”, y cuando se tiene una ideología feminista que emana justamente de la necesidad de construir alianzas, se logran minimizar las diferencias.
“El problema político para el feminismo es que las feministas reproducimos la rivalidad entre las mujeres y lo hacemos oscureciendo este hecho con una ideología de la democracia entre feministas cuya afinidad político-ideológica conduciría de manera automática a las formas de poder tradicional”.
La antropóloga coloca este tema para analizar aspectos enajenantes en la relaciones que existen entre las mujeres, y específicamente entre las feministas, que provocan la reproducción de las relaciones reales que se mantienen entre sí, termina con una reflexión de la necesidad de conocer de manera crítica la identidad de la mujer y las identidades de las mujeres con un sentido de libertad.
Ésta diferencia entre las mujeres la denomina Escisión del Género, es decir que hacen claras y resaltan las diferencias que existen entre las mujeres, esas diferencias que marcado el mundo ordenado, jerarquizado por el poder patriarcal, en la que ubica a la mujer de manera devaluada frente al hombre. Y otra vez las mujeres acentúan aquellas diferencias de clase, de edad, de posición social, de sabiduría, de creencias, de preferencias eróticas, etc., y que hacen que las mujeres vivan enormes dificultades para identificarse entre ellas mismas.
Las autoras feministas citadas han hecho hincapié en que las relaciones de poder que tanto han criticado las feministas no sea reproducida por ellas como un mecanismo de poder, en el mundo patriarcal que nos quiere colocar como rivales provocando una competencia permanente que sólo aumenta la distancia para alcanzar el goce pleno de los derechos humanos de las mujeres.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es periodista y abogada, doctora y maestra; especialista en atención a víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora general del Instituto de las Mujeres de San Luis Potosí. Anteriormente se desempeñó como directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado; fue comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.