Mismidad: Trabajo y no violencia

Gloria Serrato

El cierre de cada ciclo nos da la oportunidad de reflexionar, de examinar las cosas con otra mirada, de identificar el trabajo hecho, de evaluar lo realizado, de autocrítica, de saber si lo emprendido fue suficiente para avanzar profesional, personal o laboralmente. En este espacio, en los últimos meses hemos escrito de los derechos humanos de las mujeres, de las niñas y también de la importancia de las nuevas masculinidades, con la pretensión de motivar a repensar el quehacer a favor de las mujeres y las niñas.

A pesar de todos los esfuerzos que se realizan en los espacios, tanto de la sociedad civil, como de los organismos de derechos humanos y los gobiernos, las mujeres de todas las edades enfrentan situaciones que las colocan en una condición de desventaja, es importante realizar diversas tareas para fortalecer las acciones en favor del empoderamiento de las mujeres.

La situación económica que enfrentan miles de mujeres en nuestro país, sigue abriendo la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, y entre las mismas mujeres. De acuerdo con información proporcionada por el Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), a través del Centro de Investigación en Política Pública advierten que “Hasta 2019, 45 de cada 100 mujeres tenía un trabajo o estaba en búsqueda de uno. Con la pandemia, esta cifra disminuyó hasta ser igual a la de 2005 (41%)”, sabemos que el Covid acarreó muchas dificultades para toda la población, pero particularmente para las mujeres, muchas optaron por emprender y realizar un negocio desde su casa.

Muchas mujeres que cuentan con una fuente de empleo formal, adicionalmente tienen actividades de emprendimiento, con la que buscan de esta manera agregar un extra de dinero a sus familias.

Sin embargo, las mujeres deben continuar con cargas adicionales de trabajo no remunerado, además de cuidar a sus familias, lo que implica que el trabajo informal sea sólo para sobrevivir en sus necesidades elementales para contar con lo indispensable para el sostén de sus familias.

El IMCO ha referido que el PIB podrá aumentar en un 15 por ciento para el 2030 si el sector privado y el gobierno llevan a cabo acciones para sumar a más de 8 millones de mujeres al sector económico. El tema no es nada sencillo, porque primero será necesario implementar políticas públicas que permitan a las mujeres contar con las herramientas para trabajar sin tener tantas dificultades para hacerlo, como es el cuidado de la familia, el trabajo no remunerado dentro de la casa, incrementar su capacitación, no vivir condiciones de desventaja como la discriminación a consecuencia de la violencia de género.

Cuando una mujer tiene los recursos económicos que le permiten tomar decisiones, las toma y cambia situaciones violentas con sus parejas, que cuesta trabajo erradicar, e implementar acciones para prevenirla, sancionarla, atenderla y eliminarla.

Las estrategias gubernamentales deben orientarse al fortalecimiento de las mujeres y a su empoderamiento, sin desestimar por supuesto el trabajo para la atención, prevención y eliminación de las violencias, pero mientras una mujer no cuente con las herramientas que le permitan llevar a cabo acciones específicas para su sostenimiento y el de sus hijos e hijas, le va a ser mucho más difícil tomar decisiones que le permitan sanar emocionalmente de la violencia que ha vivido.

El trabajo no es de una sola fuente, sino que debemos participar todas las personas y hacerlo desde dos vías, por un lado atender, prevenir, eliminar y sancionar las violencias contra las mujeres; y por otro lado el quehacer para empoderarlas. Hay un trabajo continuo y permanente que se ha realizado desde hace varias décadas en todo el mundo, algunos países han avanzado significativamente, otros vamos en el proceso, por supuesto que hay una serie de estrategias similares para avanzar, tomando las consideraciones regionales y contextuales de muchas mujeres.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.


Es periodista y abogada, doctora y maestra; especialista en atención a víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora general del Instituto de las Mujeres de San Luis Potosí. Anteriormente se desempeñó como directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado; fue comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995.

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