Por Victoriano Martínez
Este 2018 es ya el año más violento en las últimas décadas en San Luis Potosí.
Lo era el 2017 con 500 homicidios en los 365 días del año.
El año pasado eran asesinadas 136 personas cada 100 días.
Este año se completaron 500 homicidios el pasado 15 de julio.
Bastaron 195 días para que se igualara la cifra de asesinatos del todo el año pasado.
Este año los homicidios ocurren a un ritmo de 256 cada 100 días.
El ritmo de los homicidios creció en un 88.23 por ciento de 2017 a 2018.
Así resulta de las cifras oficiales de Consejo Nacional de Seguridad Pública y de la Fiscalía General del Estado.
No es de extrañar que el arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero manifieste preocupación por que a la sociedad la criminalidad le parece algo común y ya no le preocupa.
Pero si bien no parece preocuparle, a la sociedad sí le asusta: más del 86 por ciento vive con miedo.
Pareciera más un mecanismo de defensa no mostrar indignación ante la violencia.
Una sociedad que no se indigna, por lo visto, genera una autoridad que no se aplica.
Entre 2016 y 2017, el gobernador Juan Manuel Carreras López, responsable de velar por la seguridad de los potosinos, desperdició 338 millones 694 mil 645.88 pesos del Fondo para la Seguridad Pública (FASP), al dejar de ejercerlos.
Tan hay que indignarse del creciente ritmo en el que ocurren los homicidios, como de la negligente autoridad que debe prevenirlos.
Y no sólo los homicidios, sino todo el clima de inseguridad.