Óscar G. Chávez
Los intereses del gobernador Ricardo Gallardo en la sierra de San Miguelito no van necesariamente en torno a su conservación y rescate; en todo momento le representa, al igual que a los inescrupulosos barones del concreto, la posibilidad de generosos negocios que se realizarán gracias a la especulación de terrenos ubicados en lo que se ha denominado vía alterna, que como ya se sabe, será una prolongación de avenida Juárez que buscará comunicar la ciudad con su zona industrial. De otra forma no es posible explicar por qué un grupo de cercanos colaboradores del gobernador y políticos vinculados en cierta forma al partido Verde comienzan a aparecer como propietarios de esos terrenos.
El tema de la sierra, entre muchos que se abordan en la agenda gubernamental, es de los menos frecuentes; sí, se llega a hablar del espacio del área natural protegida y del freno a los especuladores de tierras, pero no más, pareciera que quisiera mostrarse alejado de ella. Sin embargo, el tema se le vuelve de interés cuando, a raíz de los incendios ocurridos en ésta, puede ser utilizada como arma política para golpear al alcalde de la capital (también a los de El Naranjo y Ciudad Valles, pero para el caso resultan intrascendentes).
La sierra y cualquier tema que se pueda proponer al gobernador en estos días, resultan colaterales y hasta intrascendentes cuando su agenda se encuentra únicamente centrada en el proceso electoral. Y cómo no lo van a ser cuando todo el interés va dirigido a apropiarse de un estado y sus municipios; cualquiera, por pequeño que sea cuenta, y si para reforzar esa estrategia se logra anular a algún alcalde, mejor todavía.
La administración pública, el funcionamiento de las diversas secretarías y dependencias, así como los nombramientos de sus titulares no han sido el fuerte de este gobierno; en realidad nada, todo ha sido hasta ahora una suma de dislates, desaciertos, ocurrencias y berrinches, pero en estos momentos es evidente una crisis en la estructura unipersonal de gobierno. Eso explica en parte las obras inconclusas e inacabables, los nulos perfiles recientemente designados como titulares de dependencias y, para qué abrir un frente más, la aparente claudicación frente a la opacidad con que se manejaban los datos referentes a las obras en el parque Tangamanga y Feria potosina. ¿Para qué abrir por ahora un frente más?
Esto nos demuestra un perfil poco preparado para distraer su atención en cuestiones varias cuando dentro de éstas sólo una es la que le importa, pero también confirma que detrás de cualquier movimiento en la estructura del gobierno estatal, se encuentra él.
La selección de perfiles ya no mediocres, sino completamente incapaces para dirigir dependencias como la Comisión estatal del agua o la secretaría de Medio Ambiente, aunque sorprenda, no son cosa nueva, ha sido una constante en el sexenio; lo que sorprende es que se den estos nombramientos en un momento en que, al menos por estrategia electoral y jurídica, debería ser más cuidadoso. Menos mal que con todo y lo aberrante de la designación y la nulidad de los perfiles, contaron con el aval del diputado Rubén Guajardo a quien al parecer no de mucho le han servido las lecturas de Saramago o, por el contrario, ya hizo estragos en su intelecto cierto tipo de ceguera.
A esto, no la ceguera de Guajardo sino la desatención gubernamental, se suman problemas que incrementan en magnitud como la inseguridad frente a la ineficiencia policiaca, el barrio de San Miguelito, hoy convertido en campo minado y zona de castigo contra quienes se inconformaron por las obras; o bien, el asunto de la Arena San Luis y su permanente retraso (para algunos consecuencia lógica de la muerte del empresario Carlos Bremer, quien se había convertido en el accionista de la obra), lo cual dificulta cada vez más, que pueda ser utilizada como escenario de los fandangos equinos. Al margen de las muchas obras inconclusas, están también, dentro del contexto de la crisis del agua, la limpieza y desazolve de la presa San José y, desde luego, el emplazamiento por el adeudo que mantiene con la empresa Veolia que manejaba el tratamiento de agua en tanque Tenorio.
Problemas si se quiere menores, pero que suman ya muchos frentes y andando el tiempo, el proceso electoral, el desgaste propio de la mitad del sexenio, y la incapacidad de su gabinete, le serán difíciles de atender. Desenlace lógico: el que quiere apropiarse de todo y acaba sin poder controlar nada.
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