Carlos Rubio
Desde que en 2014 se reformó el artículo 115 de la Constitución Mexicana y se permitió la reelección en las presidencias municipales, ningún alcalde ha logrado repetir el cargo en la capital potosina y, en cambio, el desgaste de encabezar el Ayuntamiento más grande del estado los ha llevado a la fosa de sus carreras políticas, de la que algunos aún intentan salir.
Aunque el decreto establecía que Mario García Valdez (2012 – 2015) no podía beneficiarse de esta reforma al haber sido aprobada durante su mandato, para comenzar es un buen ejemplo del desgaste político ya que ni si quiera fue considerado por su partido para algún cargo en la próxima elección. Las irregularidades de su administración que coronó con el caso Panavi volvieron imposible que concretara un proyecto para la gubernatura. Desde el fin de su periodo como alcalde, desapareció del mapa político de San Luis Potosí, hasta enero de 2019 cuando fue nombrado director del Conalep en el estado.
Quien sí compitió por ser reelecto en la capital potosina fue Ricardo Gallardo Juárez (2015 – 2018), padre del hoy gobernador del Estado, aunque no se llevó un grato recuerdo. Su campaña, digna de un análisis del marketing político, se enfocó en minimizar a sus rivales y posicionarse como el candidato ganador desde un inicio. Las encuestas y la conversación se centraban en su inminente victoria y por eso quizá fue más dolorosa su derrota. En los últimos días previos a la elección, los espectaculares lo mostraban con un semblante triunfador y un gran “¡Ya ganamos!”.
El resultado final fue de 153 mil 892 votos para Xavier Nava Palacios, contra 89 mil 894 votos para Gallardo Juárez. Una votación contundente que obligó a Ricardo a retornar en silencio a la Unidad Administrativa Municipal, sin ningún sobresalto más. Finalmente, los potosinos terminaron castigando en las urnas a una administración en la que predominaron las irregularidades y la opacidad.
A Gallardo Juárez no se le volvió a ver más hasta 2021, cuando reapareció en la campaña de Gallardo Cardona a la gubernatura y que luego vivió su catarsis aquella tarde del 7 de junio en la Plaza Fundadores, después de que su hijo obtuvo el triunfo. “Que no se le ocurra a ese gobernador (Juan Manuel Carreras), que no se le ocurra a ese cabrón volver a hacer fraude, porque todos los potosinos no lo vamos a permitir. Lo vamos a sacar de donde sea si hace una pendejada, ya estuvo bueno”, dijo el exalcalde, exaltado, a sabiendas de que estaba por reencontrarse con un nuevo destino que perdió en 2018. Ahora solo le falta acordar cuál será… el regreso a la capital o elevarse hasta el Senado, si nadie de su mismo grupo se interpone en su camino.
Lo que ocurrió con Xavier Nava (2018 – 2021) en el 2021 fue un cumulo de malas decisiones y el desgaste político que puede causar un grupo como la gallardía. En la serie de errores entra también el Partido Acción Nacional que prefirió designar como candidato a la gubernatura a Octavio Pedroza Gaitán, cuando era previsible que Nava Palacios estaba mejor posicionado y podía competirle de mejor forma a Ricardo Gallardo.
Uno de los grandes errores de Xavier Nava fue caer en el juego de Morena y Mario Delgado; junto a Mónica Rangel completó el dúo gubernatura-alcaldía que desde su anuncio estaba destinado al fracaso. El electorado castigó ese cambio de derecha a izquierda con un tercer lugar en la elección, por debajo incluso de Leonel Serrato Sánchez, un candidato naturalmente perdedor.
El gobierno de Nava le dio una extrema cabida al apellido Gallardo y a final de cuentas en nada le afectaron los múltiples señalamientos que hizo sobre el exalcalde con la esperanza de que le rebotaran al hoy gobernador.
A final, Xavier Nava vivió un destino similar e incluso peor que el de Gallardo Juárez. Regresó a completar su periodo como alcalde y la venganza de la gallardía no se hizo esperar. Un juicio político lo desactivó junto a varios de sus colaboradores y probablemente no tendrá cabida en el 2024, a menos que algo se mueva a su favor en los tribunales y lo cobije el partido que se ha dedicado a refugiar panistas que viven sus últimos años de vida política.
Enrique Galindo y su equipo deben mirar, analizar y aprender de sus antecesores y los pasos que los llevaron a rosar el fin de su carrera en la administración pública. Posiblemente sea la única ficha del PRI y el PAN en la alcaldía, por la exposición mediática que tiene diariamente, pero deberá elegir si se interpone en el camino de la gallardía en la capital o si huye a resguardarse al Senado. Si elige la primera opción, el golpe debe ser contundente y debe conseguir la victoria, de lo contrario se arriesga a perseguir el mismo destino que Xavier Nava y ver su futuro hundido.
A pocos meses de que inicie el proceso electoral, estamos por ver de qué está hecho Enrique Galindo y el nivel de aspiraciones que tiene.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública.