Alejandro Rubín de Celis
En semanas recientes, pero particularmente en los dos últimos días, ha quedado de manifiesto cómo en la contienda electoral que se desarrolla en San Luis Potosí lo que prevalece es el pragmatismo y los intereses personales y de grupo; la sociedad es mero pretexto, un instrumento para llegar al poder y gozar de sus privilegios.
Lo que más sobresale, lamentablemente no para bien sino para mal, son los ominosos hechos registrados en Morena y el Partido Verde. Uno de ellos es la imposición como candidata de Morena a la gubernatura de una priista como Mónica Rangel pese al profundo rechazo de todos los grupos internos de ese partido y de su dirigencia estatal, en una maniobra orquestada presumiblemente por Mario Delgado ─ante la dirigencia nacional y la Comisión de Elecciones de Morena─ y el gobernador Juan Manuel Carreras, con el débil argumento de que fue la mejor posicionada en una encuesta por ser la más conocida entre las aspirantes ─ni siquiera se realizó una segunda encuesta como se había anunciado para conocer más a fondo su trabajo político─. Como si la militancia y la trayectoria dentro de un partido importaran un comino.
¿Cómo se le puede entregar así una candidatura a alguien que dejó la titularidad de los Servicios Estatales de Salud (SES) en el peor momento de la pandemia, a quien los organismos fiscalizadores ─tanto el federal como el estatal─ le observaron 522.1 millones de pesos como titular de SES en la Cuenta Pública 2019, y sobre quien pesan denuncias por presuntos negocios turbios, en particular con el joven empresario Gabriel Salazar? Habría que carecer de sentido común para hacerlo… pero lo hicieron porque hay motivaciones perversas.
La nauseabunda estrategia puede apuntar en dos direcciones: la apuesta por la derrota de Mónica Rangel en la elección para favorecer el triunfo de Ricardo Gallardo Cardona con quien el dirigente nacional de Morena tiene facturas pendientes por el apoyo del Verde a las reformas de la 4T ─y las que faltan de aquí a 2024─, o bien a una muy poco probable victoria de la médica que protegería las espaldas al gobernador y su grupo ─en el que ella misma estaría incluida─ al terminar el sexenio. En cualquier caso y para efectos prácticos, Juan Manuel Carreras ya está con AMLO y la 4T y lo que dispongan.
Cualquiera de las dos posibilidades constituye una bajeza política que atenta contra la dignidad de militantes, simpatizantes, precandidatas y dirigentes locales de Morena, que tendrán todo el derecho de protestar y exigir que se le quite la candidatura a la ex secretaria de Salud en el estado ─como ya lo hace Francisca Reséndiz Lara con una marcha hacia la ciudad de México─. Y no sólo eso, hasta de exigir la renuncia de Mario Delgado dados los atropellos que ha encabezado en contra de sus propias compañeras y compañeros de partido, tanto en San Luis Potosí como en otros estados.
Por más esfuerzos que hagan Mario Delgado, Juan Manuel Carreras y los operadores de ambos, no lograrán aglutinar a la mayoría de los grupos políticos internos de Morena en torno a la candidatura de Rangel Martínez. El agravio resulta imperdonable para la mayoría, a menos de que la logren convencer de que es menos peor que llegue Rangel Martínez a la gubernatura que Gallardo Cardona u Octavio Pedroza ─ya hasta se han externado sospechas de que puede haber un acuerdo entre ambos para beneficiarse mutuamente, ya sea que llegue uno o el otro. ¿Se acuerdan del gran respeto que expresó en un video Pedroza Gaitán a Gallardo Cardona y a su padre, no obstante las contundentes pruebas de corrupción que se han hecho públicas en contra de estos personajes? Porque una cosa es un saludo de cortesía y la otra una lisonjería.
Aunada a las profundas expresiones de rechazo del morenismo local, especialmente en redes sociales, la designación de Mónica Rangel ya causó el abrupto rompimiento del precandidato original de Morena a la gubernatura, Leonel Serrato y su grupo Defensores de la Patria, quienes sin más y sin que extrañara a muchos de sus correligionarios se pasaron al Partido Verde para apoyar la candidatura al gobierno del estado de Ricardo Gallardo Cardona y buscar la presidencia municipal de la capital a favor de Serrato Sánchez.
Los bandazos que ha dado el notario público en su trayectoria política van desde un apoyo incondicional al doctor Salvador Nava Martínez y el Movimiento Navista ─que siempre lucharon contra el PRI─ a fines de los años 80 y principios de los 90, a formar parte de los gobiernos priistas de Horacio Sánchez Unzueta y Fernando Toranzo Fernández; y de criticar severamente a Ricardo Gallardo Juárez y a su hijo desde Morena, a unirse finalmente a ellos ahora con el Verde, entre otras de sus incongruencias.
Fue célebre la crítica que hizo a la gallardia cuando se registró como candidato a la alcaldía de la capital y Ricardo Gallardo Juárez era su contrincante: “Es un grupo que cree que este es su retrete, que San Luis es su escupidera, que han llegado a los puestos públicos para enriquecerse en forma tan ofensiva, tan insultante, que toda la población en San Luis Potosí lo tiene claro”, y los señaló como “delincuentes que matan, extorsionan, levantan, atosigan y cercan las libertades” (video de la declaración al final del texto).
Ricardo Gallardo Cardona se fortalece recibiendo liderazgos de otros partidos y sus huestes, y ofreciéndoles candidaturas. Ninguno de los tres candidatos a la gubernatura con más posibilidades representa una opción real para mejorar la calidad de vida de la población, pero lo que es un hecho es que lo peor que les podría pasar a los habitantes de San Luis Potosí es que Ricardo Gallardo Cardona gane la elección. Es tal su desprestigio entre la gente que sabe de sus corruptelas que hay plena certeza de que él no trabajará por el bien de los potosinos, y que sus amenazas han generado tal miedo entre algunas personas y grupos, que algunos de sus críticos podrían llegar a abandonar el estado por temor a represalias, si este personaje llega a ser gobernador.
En fin que, con estos cuestionados dirigentes y candidatos, pragmáticos y carentes de ética política y de congruencia y respeto por algún ideario partidista; con chapulines como Sonia Mendoza, que también se pasó al Verde y quiere ser candidata a diputada federal; o el impresentable ex diputado, José Luis Romero Calzada, que ha sido designado candidato a gobernador por el nuevo Partido Redes Sociales Progresistas ─ligado a la también impresentable Elba Esther Gordillo─; o con un Xavier Nava que busca a toda costa ser candidato a la gubernatura o a la presidencia municipal aunque sea por Movimiento Ciudadano, ─y en el caso de la gubernatura con mínimas posibilidades de ganar─; con perfiles tan grises como el de Juan Carlos Machinena, candidato a gobernador por Fuerza por México; o el candidato independiente, Arturo Segoviano; o con partidos como Conciencia Popular en los que Oscar Vera y su hijo Jorge Alejandro ─dueños de esa franquicia─, se alternan una diputación local desde hace más de 15 años solo para su beneficio, ¿qué alternativas reales tienen los potosinos de votar por partidos, candidatas o candidatos que genuinamente representen sus intereses?
Los electores de San Luis Potosí enfrentan el peor momento político electoral de los últimos 30 años, sin opciones auténticas que los representen y en medio de una lucha sin cuartel por los cargos públicos. En lugar de avanzar en democracia real, damos pasos hacia atrás.