Abelardo Medellín Pérez
Los últimos diez días, San Luis Potosí se ha convertido en el destino de los liderazgos morenistas nacionales más relevantes del tablero político actual, y aún con todo ello, el panorama para la militancia, liderazgos y simpatizantes, se deja ver cada vez más oscuro.
Este viernes 8 de noviembre, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, visitará el municipio potosino de Villa de Zaragoza para presenciar la entrega de becas para Mujeres del Bienestar.
Su visita llega apenas una semana después de que se presentó en el estado la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde Luján, quien se reunió con la militancia para informar de los planes y estrategias del partido rumbo al 2027.
El encuentro de hace una semana prometía a los morenistas la oportunidad de fijar una posición firme y diferenciarse de su exaliado, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y con ello al fin lograr el sueño de la izquierda potosina: divorciar el obradorismo del gallardismo.
No ocurrió. Los posicionamientos fueron tibios y las deudas con la militancia, cada vez más, hicieron mella en los decepcionados y defraudados del movimiento.
Entre las repercusiones de la visita se vislumbra el posicionamiento público de Sergio Serrano Soriano, ex dirigente de Morena en el estado, quien en rueda de prensa esta semana aseveró que los liderazgos potosinos del partido se han convertido en un lastre para la transformación dado que han permitido la llegada de perfiles externos con historial cuestionable.
Quizá Sérgio Serrano es el peor ejemplo de un obradorista desinteresado y evidentemente tiene su propia leyenda negra dentro del partido; sin embargo, su dicho ejemplifica por dónde comenzará a flaquear el proyecto.
Morena, y se ha dicho antes, tiene el mismo problema que el PAN, el PRI y MC en San Luis Potosí: son una oposición indisciplinada.
La categoría es importante porque el problema no es que sean opositores, sino el tipo de oposición que son.
Cuando la población habla de la deficiencia de estos partidos como contrapeso del poder, generalmente denuncia su inexistencia o inactividad; la retórica, un tanto exagerada, suele pasar por alto el hecho de que las incapacidades responden a la falta de cohesión entre sus partes.
Para entenderlo mejor podemos ver el ejemplo de un partido perfectamente cohesionado y disciplinado: el Verde.
El PVEM en San Luis Potosí no tiene grupos disidentes de relevancia, no está fragmentado públicamente, la selección y cambio de sus dirigentes son transiciones suaves de intercambio de carteras políticas, las pugnas internas se llevan en completa secrecía y, lo más importante, tiene un solo líder moral que guía la ideología y mística del partido: el gobernador Ricardo Gallardo Cardona.
Claro está que esta disciplina no es gratuita; Gallardo Cardona ha obtenido este nivel de control gracias a toneladas de dinero irregularmente ejercido, decenas de cargos efectivamente repartidos y la siempre efectiva herramienta de la amenaza contra cualquiera que siquiera piense en ir en contra del designio de palacio.
Los alineados seguidores y militantes del gallardismo (antes PVEM), otorgan su fidelidad más pragmática a cambio de la oportunidad de obtener algún cargo y no ser perseguido políticamente por el grupo en el poder.
Es decir, que para tener una base partidista con disciplina, se debe tener con que negociar.
¿Qué tienen el resto de los partidos? Militancias escuetas, pocos espacios con aún menos control, recursos limitados para reparticiones oscuras y una evidente carencia de perfiles competitivos.
El PAN, PRI, MC y también Morena, todos, carecen de elementos para negociar con los grupos y líderes que se forman al interior, y en consecuencia, los partidos no cuentan con la disciplina suficiente para mostrará un músculo fuerte o, siquiera, para competir.
Rita, Verónica, Sara y Marco, administran un pastel que cada vez más chico, y al mismo tiempo deben gestionar como repartirlo sin perder su propia rebanada.
En este escenario ¿Qué fuerza real podría mostrar Morena hacia el exterior como para exigir a sus dirigentes una verdadera y profunda ruptura con el Verde?, ¿tiene Luisa María o Claudia un motivo para defender la independencia de la militancia, en un territorio que controla su aliado en las cámaras?
¿Con qué podría negociar Rita Ozalia para obtener el beneficio de la duda y obtener un control completo de la franquicia de la 4T en San Luis Potosí?, ¿cómo competirá el Morenismo empequeñecido, con las decenas de acuerdos entre el PVEM y el gobierno federal, que incluyen beneficios como apoyos sociales compartidos?
Las claves politicias actuales, hoy, a tres años de la próxima elección local, son la disciplina, los recursos para negociar y la fuerza; Morena adolece de todos ellos y como consecuencia, no importa cuántas visitas al estado hagan los liderazgos o cuántos mensajes envíe la dirigencia, Morena en San Luis Potosí no tiene las tablas para comprar la libertad que anhela.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.