Ciudad de México (25 de agosto de 2016).- Los llamados ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan) son catalogados así por su condición inactiva, éste es un problema que tiene origen en factores como el gobierno, la sociedad, la familia y hasta en ellos mismos.
Los jóvenes que son calificados con el término de ninis, no lo son por gusto, se encuentran en un laberinto sin salida, pues no hay políticas públicas de los gobiernos locales o federal enfocadas a este sector, a veces se anuncian con bombo y platillo programas que se desmoronan al paso de los meses, de los años, de los sexenios.
Gabriela tiene 19 años, vive en la zona norte de la Ciudad de México, delegación Gustavo A. Madero, en una de las colonias más peligrosas. Ha sido acosada al salir a la calle, asaltada, maltratada, esa situación es pan de casi todos los días. ¿Denunciar, para qué?, se pregunta.
“El problema es que te quieren hacer algo (los delincuentes) y cuando vas a denunciar, te lo voltean completamente”, lamenta.
Gabriela reconoce que no hay confianza en las autoridades, Ministerios Públicos o policías; hay que vivir con miedo y sin vigilancia en las calles.
“Hemos tenido aquí casos de amigas que han tratado de secuestrar, subirlas a camionetas, en las noches está oscuro, no hay nadie que vigile y no hay nada, es una zona muy insegura”, dice Gaby.
En México se calcula que hay alrededor de siete millones de los llamados ninis; jóvenes desempleados que tampoco van a la escuela.
Hay quien desde los años 80, atribuye esta situación al sistema capitalista que no genera oportunidades, ya que los políticos son omisos y los gobernantes, insensibles, señala Marcela Meneses, académica para el Desarrollo de la Educación de la Ibero.
“No estamos prestando la debida atención, no hay políticas públicas dirigidas seriamente a paliar por lo menos algunos efectos de esta problemática y de ahí sí somos responsables todos, especialmente los tres niveles de gobierno”, comenta la investigadora.
La cifra de jóvenes sin ocupación es incalculable, pero se estima que la mitad son mujeres. Y la maestra de la Ibero reitera que no hay trabajos bien remunerados, cero oferta laboral para el bono demográfico del país.
“Más que culpables, yo diría que los responsables de garantizar el derecho a la educación es el Estado, y es el Estado el que no está cumpliendo con esa obligación, lo demás es consecuencia de la irresponsabilidad de las instituciones a cargo de garantizarlo”, aseveró.
Les dicen “es lo que hay”, es con lo que deben conformarse, recuerda Gabriela. “( No hay) nadie que nos cuide, que nos apoye o ayude, no hay espacios culturales en donde nosotros podamos estar con nuestros amigos con seguridad”, lamenta.
En la Ciudad de México se ha hecho un censo sobre los jóvenes que no estudian ni trabajan, y son aproximadamente 2.6 millones.
La directora de Injuve en la capital del país, María Fernanda Olvera, responde que quien no quiere hacer nada es porque así lo decide.
“Realmente el joven que no hace absolutamente nada o no tiene actividades en todo el día, es mínimo el porcentaje, y si no lo tiene, no obedece a una falta de oportunidades o acceso necesariamente, puede obedecer en un porcentaje muy alto a su situación emocional a lo que le está pasando a él, quizá a entornos de violencia”, sostiene.
El crimen los llama.
Está documentado que cada vez más la niñez está participando en grupos de delincuencia organizada. Tan sólo en los años 2012 y 2013 el Ejército mexicano detuvo a 473 menores, 61 eran niñas de 13 años.
Una de las principales ventajas de la mafia, es que enrolar a un menor de edad es como quitarle la mamila a un bebé, afirma desde la Cámara de Diputados el legislador del Partido Encuentro Social (PES), Abdíes Pineda.
“El crimen organizado involucra a nuestros adolescentes porque las sanciones son mínimas, o en su defecto, no hay sanciones, ¿y a qué da todo esto?, a hogares desintegrados, a que la sociedad se vuelva contra el gobierno, a que no haya empleo, todo es un círculo vicioso que es difícil resarcirlo”, detalla.
“Muchos espacios públicos están descuidados, cualquiera puede venir a vender droga, cometer una violación o asaltar a quienes pasan por aquí”, Édgar lo sabe y trata de no meterse en problemas, pero sostiene que no hay lugar seguro en ningún lado; no hay policías.
“Las decisiones muchas veces se toman sin pensar, entonces cuando uno ve la rutina o constancia de las demás personas, ¿si ellos lo hacen por qué yo no?, o en momentos de desesperación u ocio, podemos tomar las decisiones más fáciles que vemos en nuestro entorno”, asevera Abdíes Pineda.
Hay programas gubernamentales como en la Ciudad de México, para sacar del vicio y la vagancia a los chavos, pero no es cosa sencilla; Eduardo Domínguez, quien es coordinador regional del programa Jóvenes en Desarrollo de la Ciudad de México, encabeza uno de estos programas en el norte de la capital, y dice que no se les puede obligar a los jóvenes a integrarse.
“Eran jóvenes que estaban en una situación bastante complicada, chicos que estaban apegados a las sustancias sicoactivas, pandillerismo, agresión intrafamiliar y de pronto trabajar con este tipo de jóvenes y ver la evolución que pueden llegar a tener, te motiva”, explica.
Pero, de nada sirve que un joven entre a un programa, si su ambiente sigue siendo un infierno, debido a la falta de vigilancia, de justicia, como lo cuenta Édgar Martínez, joven de 18 años. “Hay muchos que vienen a hacer ejercicio y necesitan ingerir alguna sustancia, sentir que pueden aguantar todo y llega el momento en que se les pasa la mano y el hecho de venir a hacer ejercicio tú solo es riesgoso”.
Pero los políticos lo afirman, esto no lo va a resolver un héroe; el diputado Abdíes Pineda señala que “los problemas son muy de fondo, tienen una realidad histórica que difícilmente la podemos cambiar, hay una cultura que no podemos cambiar y la sociedad es la que tiene que actuar para poder cambiar el rumbo de esta situación”.
Actividades diseñadas para jóvenes deben estar bien estructuradas y perfectamente pensadas, reitera María Fernanda Olvera, del Injuve. “Padres de familia, incluso, estigmatizan a sus propios hijos y se cree que por ser joven o eres un factor de riesgo o eres el futuro del país, ¿y dónde está el presente?, y ahí es donde las políticas públicas adecuadas deben ser, no cuando el adulto cree lo que le gusta a los jóvenes, no se trata de ponles rock, ska y con eso se calman, tráeles al Panteón Rococó”, dice.
Señalan descuido.
Un estudio del Banco Mundial analizó datos de 2008 a 2013, donde se muestra que entre más ninis hay, más violencia se desata en México.
Indica que, por ejemplo, si se incrementa en 1% la existencia de jóvenes que ni estudian ni trabajan en los estados de la frontera, al mismo tiempo aumenta en 2.5 puntos porcentuales la tasa de homicidios.
El responsable de ese trabajo, Rafael de Hoyos, economista del Banco Mundial, cuenta que en el norte de nuestro país, muchos chavos quedaron a la deriva laboralmente.
Entonces, dos vertientes llegaron como opción: “Se destruyeron oportunidades en las maquilas, en el sector legal de la economía, y al mismo tiempo se crearon oportunidades laborales en el mercado ilegal por la escalada de violencia que hubo, donde la tipología que perdían el empleo en maquilas era joven: hombre de baja escolaridad, coincidía con la tipología del que contribuye con el crimen organizado”, explicó.
Eso puede pasar fácilmente en un entorno peligroso, como el barrio bravo de Tepito en la Ciudad de México, como la zona habitacional La Fortaleza, famosa por sus delitos.
Eugenio Linares, joven de 24 años, lo sabe, a él le gusta dibujar y dice tener la capacidad. Al menos, hasta ahora, ha logrado sortear las malas influencias o amistades.
“Yo bien pude haberme metido a robar o no sé; no estoy juzgando porque cada quien tiene sus motivos para estar allí, simplemente yo lo veo de otro modo, aprovechando lo que tengo con el dibujo, clases, talleres para explotarlos de una mejor manera”.
“El estigma es lo que duele, que te digan ‘tú eres del barrio bravo’, aquí hay bastantes chavos que quieren salir adelante, muchos”, explica el joven de la capital.
Fuente: Excélsior.