Óscar G. Chávez
Hay cosas que se saben de tiempo atrás pero nadie las dice, una de ellas es la corrupción imperante en la dirección estatal de Gobernación y en la municipal de Comercio. ¿Habrá más?, ni duda cabe, pero de momento no vienen al caso.
Que los morenos no querían a Sonia o que su actual jefe la iba a sacrificar, también ya se sabía pero no lo quisieron decir; algo similar ocurrió con la piltrafa post electoral en la que se convirtió el PAN, pero prefirieron voltear para otro lado.
Para el PRI no aplica, muchos dijeron que su espuria presidenta estatal los llevaba hacia el despeñadero, pero no les hicieron caso. Y para qué, si eso ponía en riesgo a la coalición, que tampoco sirvió para mucho, más allá de enquistar a la lista de parásitos a otro Azuara (como si no hubiera ya suficientes en diversas nóminas).
También se sabía y aunque se dijo, nadie lo quiso escuchar –o será que prefirieron voltear para otro lado– que Gallardo llegó para quedarse, que su proyecto sería transexenal y como muchos (del partido que ustedes quieran ver, porque es la moda) buscaría enquistar a su familia en la jugada. De dentro y de fuera lo ignoraron, primero porque al parecer porque así les convenía y, luego, porque tuvieron miedo, porque evitaban herir susceptibilidades o, ya de plano, para evitar caer en desgracia.
Por eso sorprende que el todavía diputado federal Gerardo Fernández Noroña en un video que circula en redes, cuestione y evidencie el amañando actuar del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, dentro del proceso electoral, para beneficiar e impulsar a costa de lo que fuera y por encima de quien fuera a su esposa Ruth González. Y va todavía más allá al acusarlo de pactar con la reacción al entregar el otro escaño en el senado y la alcaldía de la capital.
De nuevo, nada nuevo y aunque muchos se los advirtieron, nadie lo quiso escuchar. Sé de buena fuente y de primera mano que el 20 de julio de 2023, durante una de sus visitas a esta ciudad (en el fragor de la lucha por la candidatura a la presidencia de la República) se entregó a Fernández Noroña un voluminoso expediente que describía a la perfección quién era –hasta ese momento– Ricardo Gallardo. Seguro debe haber engrosado.
No sorprenden pues los señalamientos porque, insisto, ya se sabía y se veía venir, lo que sorprende es que haya sido Fernández Noroña, una de las voces más posicionadas y mediáticas del lopezobradorismo quien haya hecho el primer señalamiento de este tipo. Primero sí, porque sin duda vendrán más.
Se puede ver por donde sea, incluso como una crítica aislada, pero lo cierto es que puede ser el inicio, si no de un rompimiento al menos sí de un deslinde entre el gobernador y la próxima presidente de México.
Esto tampoco es cosa nueva; mucho se habló de que el gobernador de San Luis no gozaba de las simpatías de la doctora Claudia Sheinbaum, no obstante en búsqueda del apoyo que le permitiera llegar a la presidencia y en un total pragmatismo, optó por acercarse a Gallardo, del cual ahora es necesario marcar distancia, sobre todo después de conocerse los resultados electorales, en los que se hizo del dominio público que el único objetivo de Gallardo era encurular a su esposa. No así el Sheinbaum, que aunque era necesaria, nunca fue prioridad, y ni qué decir de la candidata al senado por Morena, hermana de la secretaria federal de Seguridad. Ahí están los votos.
Apenas han transcurrido dos semanas desde las elecciones y pareciera que ya comienzan los deslindes. Más allá de las especulaciones, la elección de la nueva presidencia nacional de Morena será el indicador.
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