Por Leonel Serrato Sánchez
Hace mucho tiempo que San Luis Potosí ha cambiado, con el breve interregno del gobernador Cándido Ochoa en el que se ralentizó el desarrollo económico, desde los ya casi remotos tiempos de su Alteza Serenísima, Marcelo Santos, ha ido habiendo un crecimiento notable que debemos reconocer, está ligado al establecimiento de una armadora automotriz y el inicio de instalación de otra, empresas gigantes a las que necesariamente está ligado que sus proveedores hagan lo propio.
Eso ha traído varios problemas que antes ni siquiera existían, y olvide Usted el tráfico denso que literalmente convierte en estacionamientos a las otrora vías rápidas, o las de desahogo, como la carretera 57, me refiero a los que están relacionados con las nuevas condiciones sociales, mire Usted:
Hay una sobredemanda de vivienda, no sólo la vivienda de interés social que era tradicional que se requiriera en nuestra zona metropolitana por el aumento de trabajadores en las fábricas de la zona industrial, ahora también ha habido un repentino aumento de la demanda en vivienda media, media alta, y alta, a grado tal que los precios de tales se han disparado a niveles impagables para los potosinos, digamos que se han vuelto privativas las ofertas de vivienda para los que vienen de fuera, ¿y qué cree? Los permisos de construcción son hoy día más difíciles de conseguir que las bolas del dragón.
El problema es que lejos de construirse viviendas de alta gama en la zonas urbanas cercanas a la zona de expansión industrial –al oriente–, se sigue construyendo en las partes altas de los cerros en el poniente, en donde necesariamente es más costoso edificar, sino dotar de servicios.
El paisaje que nos regalaba la Sierra de San Miguelito ha desaparecido, en su lugar hay viviendas, edificios y calles que serpentean hasta alturas insospechadas.
La pérdida del paisaje es lo de menos, lo de más es la manera en que eso ha afectado y seguirá afectando a la cuenca hídrica, por eso hoy tenemos inundaciones que antes no eran para tanto, y pese a todo no tenemos agua.
El clima irá cambiando para mal, porque se han talado decenas de hectáreas, mismas que hoy no sólo lucen pelonas de toda especie vegetal, sino pavimentadas.
En zonas que hace apenas unos cinco años eran habitacionales de gama media, y media alta, las grandes residencias han sido demolidas para construir en su lugar residencias verticales, departamentos pues, y pequeños centros comerciales a las que pomposamente se les llama “plazas”, llenas de pequeños negocios de comida, café, bebidas embriagantes, ropa, salones de belleza, barberías, heladerías y sin número de pequeños negocios que atienden a una población que va de todos lados, pero no tiene dónde estacionarse, seguro si Usted vive en Las Lomas, en la colonia Jardín, en la colonia Polanco, en la colonia del Valle, en Balcones, en Himno Nacional y lugares similares ya lo notó, ahora debe disputar el estacionamiento en la calle con cientos de clientes que acuden a esos lugares, y si se le ocurrió colocar unos conos de señalética –o hasta sillas, tubos, anafres y objetos análogos– para “apartar” el lugar frente a su propia casa, se enfrentará ahora a la furia de eso que llaman “gallardía” y que sólo Dios sabe qué es, que lo hostigará para que viva lleno de disgusto en su propio vecindario. ¿Quién cree que otorga los permisos y licencias de funcionamiento?
La habitabilidad de la ciudad se ha deteriorado tremendamente, hoy San Luis Potosí es muy incómoda, porque los estacionamientos cuestan, porque no puede usar la calle para esos efectos, porque no hay seguridad y porque todo está pintado de amarillo, como si de una peste ídem se tratara, pero sobre todo porque nadie le pregunta a los vecinos si no les incomoda un restaurante en su cuadra, o una “plaza comercial”.
Si antes había un clara disociación entre potosinos y quienes no lo son, ahora tiene tintes casi raciales y de xenofobia o turismofobia –como en Barcelona o París–, porque a la mayoría de los residentes nuevos no les importan las cosas de la ciudad, ellos tienen pensado irse inmediatamente que puedan hacerlo porque consiguieron un mejor empleo, o porque movieron su fábrica de ubicación; sus casas son rentadas –por cierto a precios francamente irracionales–, lo mismo que sus autos son de las empresas en las que trabajan, es decir, poco o nada de compromiso vecinal poseen.
Cuando a esos residentes les llega uno a comentar sobre la problemática de nuestra ciudad se alzan de hombros, y dicen “puedes tener razón, pero como uno está de paso…”, y tienen razón, pero nosotros tenemos obligación de hacerles sentir bienvenidos, porque lo son, ya que mucho aportan a la comunidad y a nuestra riqueza intelectual.
La ciudad aumentó su número de habitantes, como también el nivel económico de una parte importante de residentes, esa nueva realidad hace que todo parezca abarrotado, porque no me dejará mentir respecto de lo interminable que ahora parecen las filas en bancos, tiendas departamentales y hasta para pagar el estacionamiento en las plazas comerciales, ¿antes hacía Usted fila para entrar a un restaurante?
La ciudad parece colapsar por momentos, y lo que antes eran “horas pico” ahora son tardes, mañanas o días enteros pico, y se nota la falta de atención por parte de las autoridades municipales, porque nunca hay un oficial de tránsito cuando se necesita, como no sea para morder, ni tampoco cuando se requieren otros servicios, pregunte Usted si no los requisitos para remodelar su casa, o techar la cochera, o hacer otro cuarto, inténtelo en cualquiera de los dos municipios en manos de eso que llaman “gallardía” y que sólo Dios sabe qué es.
¿Más brazos al distribuidor Juárez?, ¿Restricciones para estacionarse frente a las gorditas de Morales?, ¿Parquímetros en todo el Centro Histórico y en las principales avenidas?, ¿Operaciones “barredora” para decomisar los objetos que usamos para apartar el lugar de estacionamiento frente a nuestras casas, o para evitar que bloqueen nuestras cocheras?, ¿Desplegar decenas de agentes de policía para intimidar a los clientes de una tradicional zona de venta de antojitos y comida?
Eso suena draconiano, y por lo mismo esencialmente inútil, pero es lo que hay.
Pero no se crea que somos la única urbe con esos problemas, no le cuento como están las ciudades europeas, y más la que son tomadas por asalto turístico en la temporada alta, en ellas los habitantes ordinarios se sienten desplazados y ajenos; pero hay un diferencia sutil, casi imperceptible: en las grandes ciudades turísticas del mundo los problemas duran lo que la temporada de cada año, porque para el siguiente están preparados, y en San Luis Potosí los problemas apenas empiezan, sin que parezca haber capacidad en las autoridades municipales para imaginar un futuro mejor, vaya, ni siquiera soluciones de corto plazo… espere, ¡tengo una idea! Hagamos un festival del parquímetro… harta cerveza, música grupera, mucho baile, muchos patrocinadores… eso seguro que funcionará, y si no, por lo menos se nos olvida.
Temario
Las aceitunas me han quedado blandas, aunque de excelente sabor. ¿Puede creer lo bien que se dan los olivos en nuestra amarillenta capital?
Leonel Serrato Sánchez
unpuebloquieto@gmail.com