Texto y fotos de Nahúm Delgado.
¿Cómo es Rubí?, le pregunto a Kevin Ibarra, primo de la quinceañera frente a su Escuela Primaria “Independencia de México”, unas horas antes de la misa en la comunidad de la Joya, en Villa de Guadalupe. “Es buena gente”, responde sin pensarlo.
El menor de 10 años, voltea su mirada al suelo. Con las manos en los bolsillos del pantalón de su traje gris oxford, titubea, levanta la mirada y agrega: “ella es chaparrita”
“Es como cualquier niña, como cualquiera de aquí de nosotros” describe Anselmo Estrada, tendero en la comunidad desde hace 20 años junto a su familia. “Abarrotes Estrada” es la única tienda en La Joya.
Anselmo ha pasado casi toda su vida aquí. Migró en el 94 a Atlanta, Estados Unidos, donde trabajó en las yardas, pero regresó porque no le gusto estar lejos de su familia.
“El Rancho está tranquilo cuando no hay fiestas”, cuenta Anselmo. A un festejo normal asisten entre 3 mil a 5 mil personas de comunidades y municipios vecinos.
El tiempo transcurre lento en La Joya, sin embargo las cosas han sido distintas con motivo de los XV años de Rubí. Desde que su padre, el señor Crescencio Ibarra publicó en Facebook un video en el que después de describir el evento y sus amenidades remató: “quedan todos cordialmente invitados”
La mofa, el escarnio y la vertiginosa velocidad del internet se encargaron del resto, más de 1 millón de personas, a través de las redes sociales, manifestaron su interés de asistir. Después las televisoras, políticos y empresas intentaron en vano acaparar la atención.
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A las 8 de la mañana del 26 de diciembre, la carretera Charcas – La Bonita registra un tráfico inusual, automóviles con placas del interior del país y Estados Unidos se dirigen a La Joya. Desde el centro de la ciudad de San Luis Potosí a la cabecera municipal de Villa de Guadalupe, viajando por la carretera a Zacatecas, hay 9 gasolineras, todas ellas desde temprana hora registraron largas filas para abastecerse de combustible
Desde semanas antes de la fiesta de XV años, la familia Ibarra García no podía ocultar el fastidio y cansancio de atender incontable cantidad de reporteros, fotógrafos y visitantes que acudieron a su casa en busca de una entrevista, una fotografía, un saludo.
Son las 9 de la mañana, el sol ilumina La Joya y tres drones sobrevuelan en la comunidad, un centenar de reporteros, de medios locales, nacionales e internacionales y visitantes curiosos esperan a las afueras de la casa de la familia Ibarra García. Al interior, Rubí se prepara para la misa.
Todo mundo espera mientras familiares y amigos de la quinceañera entran y salen del domicilio. Unos corean el nombre de Rubí mientras un hombre, entre el tumulto, grita “¡suegro!” cada que el papá de la festejada se asoma nervioso a su puerta.
Una camioneta Ford Lobo Platinium color guinda entra al domicilio. Rubí sale con un vestido entre rosa y rojo adornado con motivos huastecos. Junto con sus padres rápidamente aborda el vehículo, decenas de fotógrafos y camarógrafos entran a la fuerza y vuelcan sus lentes hacía la quinceañera, quien se esconde junto a sus padres detrás de los vidrios polarizados.
El vehículo avanza en reversa mientras familiares gritan a la prensa: “respeten, respeten”. Con dificultades la unidad sale del domicilio y se incorpora a la carretera. Se enfila hacia la misa, a celebrarse en la presa donde comúnmente se realizan las fiestas del lugar.
Ahí han montado de manera improvisada un pequeño altar con la imagen de la Virgen María. A pocos metros la empresa de tele tienda CV Directo ofrece fajas reductivas, sistemas de planchado y sets de cuidado personal.
La troca se detiene y un centenar de fotógrafos, camarógrafos y curiosos, con cámaras en mano, la rodean. Familiares les piden; “háganse para atrás” y después de esperar sin éxito Rubí desciende sin ocultar su fastidio.
Camina junto a sus padres entre los empujones del tumulto. Con dificultades avanzan y la señora Ana Elda García, madre de Rubí es la primera en estallar: “Entiende más un animal que personas de la prensa; lástima, es más educado uno de ranchero que los de la prensa, porque yo los traté a ustedes con cordialidad”
No hay razón para no ofenderse, la prensa ha invadido completamente la intimidad de la familia y entorpecido la celebración de la misa. El sacerdote los aguarda en la entrada, bajo la carpa adornada con margaritas y rosas rojas. Recibe a Rubí junto a sus padres y con una margarita rocía de agua bendita a los asistentes, mientras tres drones zumban en el aire por encima del lugar.
Los disparos en ráfaga y el clic avasallador de las cámaras hacen recordar la reunión del mes pasado entre Michael Obama y Donald Trump, cuando el sonido de las cámaras protagonizó la conversación.
Igual ocurre en La Joya, miles de imágenes se captan en minutos cuando la cumpleañera permanece sentada frente al altar, junto a sus padres, mientras el sacerdote la exhorta a conservar la humildad después de la fama obtenida en redes sociales.
La celebración termina y nuevamente la familia es asaltada por visitantes y medios de comunicación. Ahora es el papá quien estalla y amenaza con cancelar el evento. “Ya les dimos las entrevistas que quisieron, respeten, respeten”, exige
En la mesa de honor de la familia Ibarra García se apersona el gobernador de San Luis Potosí, Juan Manuel Carreras López. Posa para la foto mientras en la entidad se sufre una crisis de desabasto de combustible.
Un asistente se pregunta extrañado, ¿Quién es ese señor? “Es el gober de San Luis” contesta otro. La gente reconoce con mayor facilidad a Juanito, el delegado de Iztapalapa, quien asistió acompañado de una muñeca de trapo, que como él luce un listón tricolor en la cabeza.
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“Van a correr cinco caballos. El que llegue primero se lleva el premio de 10 mil pesos. Adentro va uno de los míos, el Oso Dormido. No sé cuáles más, pero todos son de la región” presume Félix Peña de 66 años, dueño de una cuadrilla competidora
Se acomoda su sombrero negro y orgulloso recuerda que su caballo, el Oso Dormido ganó hace 15 días en la región. La competencia es una tradición a la par de la celebración de bodas y quince años en el altiplano potosino.
Por la tarde miles de personas se reúnen en Laguna Seca, donde será la carrera de la chiva y el baile. Sin mayor protocolo de seguridad, más que una línea de cal sobre el pasto, organizadores les piden a los asistentes mantenerse detrás de la línea, pocos atienden esa indicación. Camionetas de la Policía Municipal de Villa de Guadalupe recorren los 500 metros lineales para despejar a la gente de la pista.
“Los caballos se desbocan, es peligroso que esté tanta gente aquí” dice la señora María de Jesús Miranda Martínez, originaría de Charcas, quien es acompañada por su familia.
El Oso Dormido avanza a todo galope y arrolla a su dueño que cae al suelo inconsciente. Voluntarios tratan de reanimarlo. Los paramédicos lo suben a una camilla para trasladarlo al hospital de Charcas. De inmediato es rodeado por cientos de cámaras. Horas después la Procuraduría del Estado confirma la muerte del señor Félix Peña.
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“El día 30 festejo mi cumpleaños, también quisiera que estuviera a toda madre como está aquí de bonito” dijo Layín el alcalde de San Blas, municipio de Nayarit, antes de regalarle a Rubí un automóvil nuevo, el cual, aseguró el funcionario lo pidió fiado en la agencia.
Layín, quien en la celebración de su pasado cumpleaños levantó la falda de la mujer con la que bailaba, invita a Rubí a bailar “La Cabrona”, un tema de éxito de Banda Jerez. “Dices que ya no me quieres cabrona, y eso yo ya lo sabía” corea el público con jubilo.
Este es el preámbulo para que comience el baile y el momento culminen de la fiesta en el que ya se han reunido más de 10 mil personas en la Laguna Seca para celebrar a Rubí.
Media hora más tarde tarde se detiene la música, una niña de 8 años busca a sus padres, la han llevado al escenario para que la encuentren. Mario Flores, vocalista de Banda Jerez, aprovecha para burlarse de los padres. “¿Donde está la desobligada de su madre?” Pregunta a los asistentes.
Más tarde, al finalizar la presentación de Banda Jerez la atención se desplaza al escenario central. Ahí el señor Crescencio Ibarra le entrega la última muñeca a su hija menor, mientras un familiar de Rubí canta un vals compuesto especialmente para la ocasión que dice así: “No tengas miedo Rubí; el mundo es así y nadie lo entiende, no dejes de sonreír y se muy feliz con los que te quieren”.