Antonio González Vázquez
La vulgar ambición ha mutado en obsesión.
Obcecado, el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona moldeó el objetivo electoral para su movimiento partidista: vamos a ganar en 2027, pero también en el 30, 33 y 39.
En su pensamiento está la idea de hacer del Verde Ecologista de México, un partido hegemónico que trascienda generaciones en el poder público.
Obnubilado por el poder, ha decretado que el único futuro posible para San Luis Potosí está en su familia verde.
Deslumbrado por la innegable fuerza alcanzada desde 2021, el mandatario ha desarrollado la antidemocrática y perniciosa idea de eternizar a su partido en el gobierno.
Riesgosa obsesión por el poder, que pone en riesgo la democracia electoral al colocar escenarios indeseables.
¿Qué sucedería en 2027 en caso de perder la gubernatura?
¿Respetaría la voluntad ciudadana depositada en las urnas, pese a ser contraria a sus deseos e intereses?
¿De vislumbrar un escenario de derrota recurriría al fraude a través de la estructura y recursos del gobierno?
Un gobernante no debería obsesionarse por el cargo, porque entraña una emoción muy peligrosa que puede escalar a niveles insospechados, incluida la violencia.
Aspirar a una victoria electoral es algo genuino en un gobernante, un dirigente o un partido, sin embargo, el anhelo no debe convertirse en obsesión, pues eso incitaría a hacer hasta lo indecible en aras de alzarse con el triunfo.
El pasado sábado en el Centro Estatal de Convenciones, el ejecutivo encabezó el arranque de la campaña de afiliación a su partido. La meta es cerrar el año con un padrón de un millón de militantes que actualmente es de 200 mil.
De aquí a diciembre deberán afiliar a 800 mil personas, es decir, 80 mil por mes o 2 mil 580 diariamente.
Evento multitudinario que concentró a unas 10 mil personas provenientes de los 59 municipios de la entidad. Fue la clase de evento que solía organizar el PRI en sus mejores tiempos: la élite partidista dictando a los acarreados el futuro de miel sobre hojuelas que deparaba a los potosinos.
Pasarela al gobernador, loas, aplausos, gritería, ovaciones, consignas, tambora y todo lo necesario en un mitin diseñado para mostrar el tamaño de la maquinaria político electorera.
La masa humana incluyó a 39 alcaldes y alcaldesas, senadores, diputados locales y federales, dirigentes de comités municipales, delegados distritales, funcionarios del gobierno estatal y la presidenta nacional del Verde, Karen Castrejón Trujillo.
A 23 meses de las elecciones, Gallardo Cardona echó a andar la maquinaria gallardista con miras a cristalizar su obsesión: ganar una y otra vez en la disputa electoral.
Figura central fue la senadora Ruth Miriam González Silva. Fue ovacionada por miles, dado que para ese fin fueron invitados, cuando aventuró que vienen los mejores años para San Luis Potosí, porque “en el 2027 vamos a ganar”; somos la principal fuerza política y “tenemos el estado más chingón”, gracias al gobierno de Ricardo Gallardo que es “un referente nacional”.
Le coreaban: ¡senadora, senadora!
Pronto la consigna será ¡gobernadora, gobernadora!
Vencido el obstáculo de la prohibición del nepotismo electoral para el 2027, la congregación sabatina fue un ensayo para lo que le avecina a la esposa del gobernador.
Su discurso ya es propio de una candidata: promete estar de lado de las y los potosinos, ofrece visitarlos, convoca a “ir paso a paso” a las elecciones y arenga consignas triunfalistas bajo el cobijo de su familia verde.
Ricardo Gallardo, dijo que se despojó del traje de gobernador porque iba a reunirse con la familia Verde, así que se puso la chamarra verde con el logotipo del pollo, se calzó unos tenis verdes y recorrió el estrado con micrófono en mano; exaltó el ánimo de sus huestes con un mensaje directo, sin adornos ni cortapisas: vamos a ganar.
Refrendó su dicho reciente de que la Gallardía llegó al gobierno para quedarse. Definió a ese grupo como un movimiento que en sus inicios fue de izquierda y se transformó en progresista, un movimiento que surgió para luchar contra el neoliberalismo y la maldita herencia.
El objetivo de la Gallardía desde su origen, expuso, es “acabar con la corrupción y con esa gente que eran parásitos y vividores del gobierno”.
“A este movimiento, lo vamos a llevar más allá de este sexenio y vamos a ganar en 2027, pero vamos a ganar también en 2030 como partido y también el 33, el 36 y el 39 porque este partido llegó para quedarse; que lo entienda la maldita herencia, no vamos a parar hasta convertir a San Luis Potosí en el estado más chingón de México”.
Con el brazo derecho y el puño cerrado hacia arriba, exultante coreó: ¡sí se puede, sí se puede!: “los potosinos somos chingones, los potosinos sí podemos y con nuestro partido lo vamos a lograr”, clamó ante una audiencia enardecida.
La familia verde autonombrada progresista tiene la sartén por el mango: programas de apoyo social a los incautos y necesitados, así como a quienes sea necesario convencer.
Tiene todo para cristalizar esa obsesión de asirse al poder por el vacío opositor imperante. El gobernador y su esposa en abierta campaña y la oposición complaciente, en la duermevela de su inacción.
La familia verde crece y se nutre de perfiles impresentables de la maldita herencia, en aviso de que en las filas de ese partido recibirán a quien sea, trátese de quien se trate, de modo que desde hace unos años es refugio de ex priistas y ex panistas que sueñan con regresar al poder.
La vulgar ambición devenida en obsesión, se fue construyendo gracias al respaldo de su alianza con la cuarta transformación, sin la cual, la Gallardía no sería lo que hoy es o parece ser.
De algún modo, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador contribuyó a que Gallardo creciera al admitirlo como aliado. Cuando el mandatario potosino era objeto de ataques, el tabasqueño lo defendía; incluso en una ocasión, dijo que era un gobernador de diez.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.