Antonio González Vázquez
Para el proceso electoral 2023-2024, el gallardismo tendrá que hacer algo que no acostumbra: dialogar y acordar.
Lo suyo es la imposición, por la fuerza y el autoritarismo.
Lo que estará en juego en el plano nacional es mucho como para dejar cabos sueltos: la presidencia de la república y la mayoría en las Cámaras de Diputados y Senadores.
El acuerdo político es esencial en el propósito de dar continuidad a la cuarta transformación de la que el gallardismo es aliado.
Una vez definido el proceso interno de la 4T del que Claudia Sheinbaum Pardo fue electa Coordinadora Nacional de los Comités de Defensa y por extensión, virtual candidata a la presidencia de la república por la alianza MORENA-PVEM-PT, vendrán los mecanismos de elección del resto de candidaturas.
No será nada fácil.
En el caso de San Luis Potosí, desde hace un par de semanas, el dirigente estatal del Verde, Eloy Franklin Sarabia, dijo que van por 50 de los 58 ayuntamientos, por los siete distritos federales electorales, las Senadurías y por 13 de los 15 distritos locales.
Quiere todo, porqué según él, van a ganar con sus candidatas y candidatos.
Sin entrar de lleno al tema del botín electoral, el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona dijo hace unos días que al Verde “le tiene que tocar lo que le corresponde”.
Rápidamente hizo cuentas tan solo en el plano de los ayuntamientos: “tenemos casi 38 municipios gobernados, mínimo de ahí nos tiene que tocar”.
En algo tiene cierta razón, es el partido en el gobierno y, por tanto, puede llevar mano, aunque tampoco es para quedarse con todo: el Partido del Trabajo poco vale y aunque aportará algo, es posible darles algo sin que hagan ruido.
El Movimiento de Regeneración Nacional es otra cosa.
Aunque en San Luis Potosí no ha levantado el vuelo como se esperaba y cuentan con muy pocos espacios, tiene la Senaduría de mayoría y es el partido del presidente y de la candidata. No se le puede hacer un lado con el furibundo manotazo sobre la mesa.
El obradorismo es una fuerza real como movimiento social y eso necesariamente deberá reflejarse en las candidaturas.
Es decir que el Verde y Gallardo tendrán que acotarse a los acuerdos que en su momento determine la alianza en el plano federal, pero que incidirán en lo local.
Recuérdese que recientemente, Leonel Serrato Sánchez, uno de los dirigentes más influyentes de la 4T en el estado, criticó duramente al gobernador que “ha ido por el estado recopilando mugrero, en cada municipio ha recopilado un facineroso, corrupto, relacionado con envenenadores y traficantes; en todo el estado así ha pasado” y luego, éstos pretenden subirse al carro de la cuarta transformación, bueno, pues este pueblo les dice: se les acabaron los boletos”.
El ex secretario de Comunicaciones y Transportes se refería al caso específico de Ébano, pero en los hechos, el mensaje abarcaba todos los fichajes de políticos reclutados por el mandatario para el Verde.
Sirva el apunte como muestra de que la 4T en San Luis Potosí no está dispuesta a permitir que el obradorismo sea utilizado por Gallardo para sus aviesas intenciones.
Construir la alianza local será entonces un proceso complicado en el que surgirán desacuerdos y posturas irreconciliables. Las y los morenistas repudian al gallardismo, pero deben convivir en aras de la elección presidencial.
Es una alianza estratégica política nacional que en cada entidad enfrentará sus propias circunstancias.
Como se demostró en las elecciones del 2021, las y los morenistas tumbaron la alianza con el gallardismo y cada quien fue por su lado. Los resultados no favorecieron al partido guinda, aunque al menos mostraron congruencia en favor de los principios elementales de ese movimiento de no traicionar, no mentir y no robar.
Los tres partidos de la alianza están ante la inaplazable necesidad de empezar a tejer acuerdos políticos para evitar un choque de trenes.
El gobernador como jefe del gallardismo deberá entender que no debe avasallar al interior de la alianza y más que estar pensando en lo que “mínimo, nos corresponde”, lo conducente es respetar y dar su lugar a los aliados.
Si Gallardo en verdad quiere hacer realidad su vaticinio de que en 2024 en San Luis “va a ser una madriza” para la oposición, más vale que empiece a buscar los acuerdos necesarios con Morena para que eso ocurra.
Sería absurdo que el Verde haga campaña para Claudia Sheinbaum y en municipios y distritos se lance toda la maquinaria para destruir a Morena por medio de campañas sucias.
O hay unidad de objetivos o será una guerra encarnizada en pos de cargos que alimenten la ambición de unos cuantos.
El presidente López Obrador ha afirmado que por encima de todo está el movimiento por la transformación bajo la inalterable visión de “primero los pobres y no la vulgar ambición”.
Ricardo Gallardo bien puede ir reflexionando a profundidad sobre eso: se trata de México y de San Luis Potosí, no de quedarse con la mayor parte del botín.
Seguramente le costará mucho entender eso pues su trayectoria y la del grupo que encabeza no es precisamente lo que dio origen, vida y fuerza al obradorismo.
El gobernador anhela ganar municipios a manos llenas y curules para asegurar mayoría en el Congreso para ir dando forma a un cacicazgo político en la entidad.
Es eso en lo que tiene la vista puesta.
A ver hasta dónde se lo permiten Morena y el resto de la oposición.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.