Por Antonio González Vázquez
“La naturaleza creó al hombre y a la mujer, que no te engañen; no existe tercer género”, rezaba una manta contra los matrimonios igualitarios, lo que supone entonces que por citar solo un caso, el recién fallecido Juan Gabriel debió ser hijo de Satanás y que Carlos Monsiváis fue hijo de algún espíritu maligno y sobrenatural que poseyó anticristianamente a una moza. Ambos homosexuales formaban familias distintas, pero familias al fin y al cabo. Se burlaban de ellos por “jotos” pero eran homosexuales nacidos de padre y madre y como era su deseo, tuvieron sus parejas y vivían su vida sin molestar a nadie, o bueno a casi nadie, pues en el fondo, los prejuicios siempre han habitado en millones que de modo perverso, ocultan lo que realmente piensan hasta que escuchan el lúgubre tañer de las campanas y las órdenes de las sotanas. “Defendamos la familia: Hombre más mujer igual a dos hijos”, rezaba una pancarta que cargaba una señora toda vestida de blanco y con gafas negras en las que ocultaba su mirada inquisidora. “Mamá y papá se unieron y nací yo” decía un cartel en color rosa que cargaba una niña de unos diez años de edad y que volteaba a todos lados como preguntando algo así como ¿de qué se trata esto? En los colegios de formación religiosa más sólidos y de tradicional raigambre católica, convocaron a los padres de familia a asistir a la marcha con sendos anuncios de obligado cumplimiento. Vayamos en defensa de Dios y de la familia, decían como si los lanzaran a una aventura de dimensiones bíblicas. “Defendamos a la familia” escribieron en todos lados como si algún profeta se los hubiese dictado. Buenos muchachos que van todos los domingos a misa y en vez de amar al prójimo lo arrinconan con consignas pseudosagradas. Vestidos de blanco, globos y banderitas blancas y rosas caminaron unas calles para oponerse a los designios de Dios, pues al menos eso dice la gente desde siempre: ¿cómo estás?, bien, gracias a dios, ¿cómo amaneciste?, bien, gracias a dios, ¿cómo le va a la familia?, gracias a Dios, muy bien, todos bien, ¿cuántos hijos tienes?, tres, bendito sea Dios. ¿Y si uno de ellos es homosexual y una de ellas es lesbiana, ¿entonces cómo hay que contestar, se le agradece a Dios o se le maldice?, pues se le agradece y luego entonces, la condición de cada hijo es a la vez voluntad de Dios. Pero hay gente que se complica las cosas y la iglesia se complica las cosas, es que no son capaces de entender a Dios. ¿Si alguna pareja de las que marchó llega a concebir un hijo gay, qué van a hacer, cómo van a actuar, lo van a amar o le van a dar una patada en el trasero?, pero más aún, ¿Y si ya lo tienen, le permitirán ser feliz y conocer el amor o lo van a enclaustrar o lo van a desterrar en el olvido? La verdad, hay tantos problemas en el mundo y tenemos tantos y tantos odios y aversiones que lo más mezquino es mortificarle la vida a los otros, tan solo por ser diferentes. Si en vez de marchas y ánimos que carcomen como gusanos, mejor hubiese tolerancia y respeto a los demás, quizá seríamos a una mejor sociedad, incluso, más cristiana, menos majadera e hipócrita.