Antonio González Vázquez
La LXI legislatura del Congreso del Estado es sin duda la más nefasta de las que se tenga memoria; ha sido una formación legislativa especialmente mediocre y extremadamente mala por la ínfima calidad política de sus integrantes.
El espectáculo con las y los diputados de los nueve partidos ahí representados ha ido de lo risible a lo grotesco. Todo el trayecto de la legislatura, desde septiembre de 2015 hasta nuestros días, fueron escrupulosos en el arte de la payasada y la simulación.
El escándalo más actual es el de Oscar Bautista Villegas, quien dejó tirada la diputación para irse de campaña.
A mayor claridad, mandó el diablo su representación de los potosinos de su distrito en la zona Media.
Diputado por el Partido Revolucionario Institucional, Bautistas Villegas también fue miembro fundamental de la Ecuación Corrupta, caso del que fue exculpado por una indolente e irresponsable Procuraduría General de Justicia.
Dejó su curul desde el pasado día 29 de marzo y mandó decir que ya no regresaría, que le llamaran a su suplente y que si este ya no quería ser diputado, pues que entonces le hagan como quieran o puedan.
En esa legislatura en la que todo pasa, de manera especial lo más ignominioso, se mandó llamar al suplente del susodicho Bautista, pero dio el caso que Jesús Quintero Díaz, es decir el suplente, se negó a integrarse a la legislatura porque va por la alcaldía de Ciudad Fernández por el PRI.
Así las cosas, a seis meses de concluir la legislatura, ésta quedará reducida a 26 diputados.
Negocios son negocios, debió pensar el priísta Jesús Quintero toda vez que seis meses de dieta como diputado no se comparan con la ancha puerta al presupuesto municipal durante tres o seis años.
Tan mal anda la campaña de José Antonio Meade en San Luis, que para apoyarla, se sumaron Manuel Barrera y Oscar Bautista. Está claro que a Meade no le importa perder adeptos con la presencia de tan desacreditadas figuras.