“…aquí, ya tú lo ves,
es Albanta al revés…”
Martín Faz Mora
Luego del tsunami electoral que ha acomodado a cada cual en su lugar reconfigurando profunda e inesperadamente la administración pública, tanto federal como municipal y legislativa, se abre un periodo poco advertido pero fundamental en la forma en que habrán de desempeñarse, particularmente las cincuenta y ocho administraciones municipales del estado.
En un corto periodo de cuatro meses, entre octubre y enero, las entrantes administraciones deberán integrar o renovar los diversos organismos de participación ciudadana: juntas vecinales de mejoras, consejos consultivos de diversa naturaleza y el fundamental Consejo de Desarrollo Social Municipal. También deberán elaborar el Plan Municipal de Desarrollo que, en principio, debiera ser el programa de trabajo fundamental durante su gestión.
Si han entendido algo quienes han sido beneficiarios del reciente tsunami electoral del 1º de julio, debieran tomar buena nota de ello. De lo contrario serán barridos, en su momento, por otra nueva sacudida electoral. Pero igual pueden mantenerse como las naufragantes administraciones salientes: no entender que no entienden.
Todo indica que el hartazgo ciudadano fue la energía del poderoso oleaje y marejada del tsunami electoral y que tal hartazgo se alimenta, en general, del desencanto ciudadano por la forma de gobernar que no resuelve ni los graves problemas sentidos por la población, desde los desmesurados y flagelantes como la inseguridad, tanto como los más inmediatos relativos a los pésimos servicios públicos cotidianos.
Hoy día, la participación ciudadana se considera un atributo fundamental para determinar el nivel de calidad de una democracia. Ésta no se agota en los procesos electorales, hoy gana terreno la perspectiva de una democracia donde se enfatiza más su capacidad de provocar la participación de la ciudadanía, mediante mecanismos participativos que le permitan intervenir efectiva y eficazmente en los procesos de toma de decisiones, especialmente en el ámbito municipal.
Sin embargo bien puede ocurrir que, sin entender que no entienden, las nuevas administraciones municipales reincidan en las usuales prácticas de desdeño, captura, simulación y clientelismo de los diversos mecanismos y organismos de participación ciudadana municipales que caracterizan a la administración pública en la entidad. Y no solo a los municipios, por cierto.
Es moneda de uso corriente que los diversos mecanismos de participación ciudadana son desdeñados por la mayoría de los gobernantes. Antes que considerarles como una legítima herramienta para la auténtica y genuina gobernanza, los ven con abierto recelo y sólo como una estrategia para el adulador manejo de su imagen pública.
Desde luego que ninguno dice abiertamente oponerse a la participación ciudadana, sino lo contrario, pero cuando llega el momento de darle un lugar efectivo en el diseño, implementación, seguimiento y evaluación de las políticas públicas el discurso florido da lugar a todo tipo de estratagemas para distorsionar el sentido genuino de la participación ciudadana, introduciendo elementos de simulación y manipulación.
Se verá muy pronto, con los planes municipales de desarrollo y la integración del resto de los organismos de participación ciudadana si el tratamiento del tema por las nuevas autoridades municipales será desde una perspectiva superficial e insustancial con una mera óptica de manejo de imagen pública, de manipulación y captura clientelar, o si ésta se promueve auténticamente. Al tiempo.
Twitter: @MartinFazMora
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