Arely Torres-Miranda
Estimado lector, estimada lectora, iba a destinar este espacio para hablar de la relación entre el COVID-19 y el género, pero por hoy, me ocuparé de otro virus que también nos está matando y sobre todo a las mujeres: el virus de la simulación.
Es por demás conocido que el Estado Mexicano ha signado diversos tratados internacionales en los que se compromete a erradicar las brechas de desigualdad, la discriminación y la violencia contra las mujeres. Aunque no hay que invisibilizar los esfuerzos que a diario se realizan desde las diferentes trincheras, no podemos decir que ya hemos logrado los objetivos.
Hace apenas unas semanas fuimos testigas del poder de convocatoria y unión entre las mujeres potosinas al participar en una histórica marcha el 8 de marzo. No puedo siquiera explicarlo, agradeceré por siempre haber podido ser parte de todas esas voces y suscribo esas demandas ciudadanas, que en una sola voz, se escucharon en cada consigna gritada desde lo más profundo del corazón y la militancia feminista.
Desde hace ya algunos años, en cada marcha feminista hay un lugar que se ha convertido en epicentro de las demandas de las jóvenes (y las que no somos tan jóvenes) en San Luis Potosí: el edificio central de la Universidad Autónoma. Sin duda, el movimiento feminista ha sido señalado y sus integrantes sufrido amenazas por exigir justicia. Una justicia que les ha sido negada desde la silla principal de la Rectoría. Las jóvenes feministas se han organizado desde hace ya varios años para exigir que se ponga un alto y se actúe conforme a la ley contra a esos maestros que abusando de su posición de poder, las han hostigado, sus propios compañeros, cobijados en esta complicidad machista, las acosan y a pesar de que se cuenta con un protocolo, éste no ha sido suficiente y, en mi particular punto de vista, hasta resulta revictimizante y sumamente burocrático.
Cada vez que las jóvenes se organizan y exhiben a los maestros y alumnos en los llamados “tendederos” también tienen que lidiar con las agresiones de quienes minimizan esta búsqueda de justicia y se alzan el cuello diciendo desde su privilegio “no son las formas”. Miren, desde hace muchos años se ha trabajo y exigido terminar con la simulación y realmente atender las legítimas denuncias de cada una de las mujeres, solo que parece ser que hasta ahora, han decidido poner atención y también influye que algunos medios (con sus muy honrosas excepciones) es lo único que han querido publicar.
El Rector Villar desaprovechó la oportunidad de escribir con letras de oro su nombre en la historia y por fin poner fin a años de acoso, hostigamientos y violencias dentro de la llamada “máxima casa de estudios” en San Luis Potosí. No, no puede decirse que la UASLP es una de las mejores universidades del país mientras siga sin erradicar el flagelo que implica ser cómplice de agresores y solamente simular en discursos políticamente correctos cuando la ocasión lo amerita. Fíjense, nada más, hace 20 años salí de la carrera y ahí todavía da clases un maestro que acosaba y hacía comentarios sexuales totalmente inapropiados y fuera de lugar.
Creo que estas últimas manifestaciones llevaron al Rector a equivocarse al favorecer la candidatura la Maestra Dolores Lastras como nueva rectora. Quiere congraciarse con el movimiento feminista; pero hasta en eso, subestima a la comunidad feminista universitaria. No estoy con esto diciendo que la Mtra. Lastras no tenga la capacidad, pero una intención real hubiera sido que la terna de posibles Rectoras fuera integrada solo por mujeres y no como se hace ahora, estar apelando a una falsa sororidad y llamar a los Consejeras y Directoras a votar por ella, por el simple hecho de ser mujer. Sin duda, hubiera sido un gran avance ver una terna integrada por la Mtra. Dolores Lastras, a la Mtra. María del Carmen Hernández, a la Mtra. Luz María Nieto y a la Mtra. Magdalena Miranda.
Eso hubiera sido una acción afirmativa y hasta le creería un poco más el discurso al aún rector, pero bueno, queda claro que todo sigue siendo pura y simple demagogia.
Por favor, cuidémonos mucho y atendamos a los protocolos de cuidado para esta pandemia del COVID-19, pero les recuerdo que en 2016, la Organización Mundial de la Salud destacó que la violencia contra las mujeres también es un problema de salud global de proporciones epidémicas, (https://news.un.org/es/audio/2016/11/1418021) y necesitamos erradicarla.