Carlos Rubio
Tanto alardearon sobre el riesgo de que Andrés Manuel López Obrador se reeligiera como presidente de México y se convirtiera en un dictador, que resulta paradójico que los principales voceros de esta consigna sean quienes la llevaron a la práctica, con todo el cinismo del mundo incluido. El PRI y el PAN, hoy no son partidos políticos, sino botines de donde saquean presupuesto, cargos públicos y, lamentablemente, esperanza de algunos despistados.
En San Luis Potosí se consumó lo que ya era visible desde meses atrás. Sara Rocha Medina y Verónica Rodríguez Hernández se afianzaron como lideresas del PRI y el PAN, respectivamente, para otro periodo en el que les alcanzará nada más y nada menos que para negociar las candidaturas del 2027.
¿En cuánto estará saliendo el moche para una candidatura a la gubernatura? No debe ser barato, aunque para estos tiempos ya debe estar bastante devaluada, si se considera la mínima posibilidad que se tiene de salir victorioso. Juan Manuel Carreras López fue el último priista al que le debió haber salido cara una postulación; después de aquel 2015, lo único que se ha visto es a ambos partidos perder más y más territorio.
Al final resulta que quien se perpetuó en el poder no fue el expresidente, sino sus adversarios, tanto a nivel nacional, como en lo local.
La muestra la pusieron Marko Cortés y Alito Moreno, con su buena dosis de reforma a los estatutos, para una bien simulada democracia.
En lo local no fue complicado para las legisladoras quienes, palomeadas desde lo nacional, únicamente tuvieron que simular un proceso democrático ante sus respectivas militancias, para afianzarse del cargo. A la próxima bien podrían ahorrarse tanto gasto y tanta faramalla, que al final de cuentas solo les sirve para engañarse a ellas mismas.
Ahora, cuál es la justificación para renovarlas en los cargos, después de haber pasado por una elección desastrosa. Esta es la muestra que su reelección es tan solo un juego de intereses personales, más que el verdadero deseo de obtener resultados.
En la pasada legislatura el PAN tenía seis diputados; para este 2024 tan solo consiguió cuatro. El PRI tenía tres y ahora apenas tiene dos. ¿Hay promesa de mejorar los resultados? ¿O su estadía en el cargo ya es un descaro total?
En ayuntamientos la cosa no les pinta mejor: de tener 12 en 2018, el PAN apenas obtuvo seis en el 2021 y ahora apenas se quedó con tres. Una magistral forma de perder terreno por parte del blanquiazul.
El PRI tan solo tiene seis alcaldías en este 2024; cuatro de ellas conseguidas gracias a la coalición.
Si esto fuera un partido de fútbol, todo el cuerpo técnico ya habría sido despedido.
Si por estos resultados alguien estuviera perdiendo dinero, las cabezas ya hubieran rodado, pero como el financiamiento es público y el presupuesto lo pone la ciudadanía, el negocio sigue en pie.
Un cacicazgo se va y otro comienza a formarse. Es un ciclo de nunca acabar en estos partidos cuyo único entender es el beneficio personal.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.