¿Tienes un gato y defiendes que es más inteligente que cualquier perro? O por el contrario, sostienes que los perros son más inteligentes… Bueno, aquí te contamos lo que dice la ciencia sobre el eterno debate entre los dueños de las mascotas más populares. ¡Sigue leyendo!
Si seguimos la frase de “El tamaño importa”, los perros serían más inteligentes, pues su cerebro es más grande, y ocupa el 1,2% de su masa corporal, mientras que el de los gatos representa aproximadamente el 0,9.
Sin embargo, hay científicos que aseguran que el número de neuronas es el factor determinante para medir la inteligencia. Siguiendo con esta afirmación, nos encontramos con que los gatos serían los más inteligentes, dado que poseen 300 millones de neuronas, frente a los 160 millones de los perros.
Pero más allá de los datos cuantitativos, investigaciones científicas efectuadas por el Instituto Cancog Technologies, en Toronto, mostraron que los perros tienen mayor disposición a aprender tareas que a los gatos, quienes cometen más errores. Además, en las pruebas de memoria, los perros recordaron tres elementos y los gatos solamente dos.
Del mismo modo, otros estudios han revelado que los perros pueden clasificar objetos en categorías, una evidencia del pensamiento abstracto, y que ambos animales son capaces de resolver puzzles sencillos para conseguir comida, pero cuando este es irresoluble, los perros miran a los seres humanos en busca de ayuda, mientras que los gatos siguen intentándolo.
Sin embargo, los científicos no se fían del todo de estos datos desfavorables para los mininos, pues es muy difícil trabajar con ellos, lo que perjudica sus resultados.
Incluso, en 2009 uno de los encargados de un proyecto que pretendía averiguar si los gatos eran capaces de distinguir entre diferentes cantidades de objetos, una habilidad que habían demostrado previamente los peces, llegó a bromear con que “era más fácil trabajar con los peces que con gatos”.
En definitiva, aunque los perros hayan obtenido mejores resultados, no existe ninguna prueba lo suficientemente fiable y completa como para aseverar que los perros son más inteligentes que los gatos o viceversa, así que el debate podría seguir por más tiempo.