Pide Arquidócesis potosina no banalizar el tema del aborto

Angélica Campillo

Luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declarara inconstitucional la penalización del aborto en México, el vocero de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, Juan Jesús Priego Rivera, pidió no banalizar el tema.

Al respecto, el sacerdote recalcó que si bien la Iglesia está a favor de la vida, no está a favor de la penalización de la mujer, “no queremos aumentarle pena a la pena que ya de por sí sienten por haberlo hecho”.

Sin embargo, comentó que preocupa que se pueda banalizar el aborto, es decir, verlo como una solución más entre otras, a un embarazo no deseado.

Priego Rivera afirmó haber dialogado con las mujeres que se han practicado un aborto, y en ese sentido consideró que es una experiencia traumática, dolorosa y difícilmente superable a través de los años.

Dijo desconocer si los jueces de la Suprema Corte hayan platicado con ellas antes de tomar su decisión, “en el fondo de sí mismas saben que se trata de un ser vivo al que no le permitieron vivir… Ni la Suprema Corte ni nadie puede quitar ese sentimiento de haber faltado a algo que la vida había propuesto”.

Manifestó que en este tema los sacerdotes les llevan “mano” a los jueces de la Suprema Corte, pues están en contacto con el dolor de las mujeres que más bien, “por este ambiente de supuesta apertura, acceden a ese tipo de solución y al final descubren que el remedio fue más caro que la enfermedad”.

Mencionó que si bien en San Luis Potosí no hay mujeres procesadas por un aborto, en el país se ha acostumbrado a que la vida pierda gradualmente el valor que antes tenía, “pero se trata ni de coaccionar a la mujer ni de coartarle sus derechos. Somos de la idea de dignificación de la mujer dentro de la Iglesia”.

Por último, Priego Rivera sostuvo que la Iglesia hace una invitación a no banalizar el tema, que divide a la humanidad, y en el que “las pasiones se encuentran y chocan”, e independientemente de que se haya discutido en la Suprema Corte, son temas que no se platican en una mesa familiar y la mujer siempre va a correr el riesgo de recurrir a clínicas clandestinas.

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