Por Oswaldo Ríos. Twitter: @OSWALDORIOSM
En campaña, aparecían para cantarle, bailarle, aplaudirle, lisonjearlo, agradecerle, abrazarlo, leerle, declamarle, dedicarle loas, coplas, poemas, refranes, frases o echarle porras. De la época, aún circulan imágenes de niñas con la barriga pintada, proclamando en los intestinos y escrito con tinta para bolear zapatos: ¡Es un honor estar con López Obrador!
Ya en la presidencia, los performances de niños y niñas poseídos por la devoción presidencial no han amainado. Acaso ahora, tienen un nivel más alto de producción.
Una pareja de hermanitas en Puebla, aparece con una guitarra y un teclado, acompañadas por un señor con una tuba (quizá su padre), y cantan un corrido (como los que suelen mandar hacer los capos por encargo): “Hombre decidido, de buenos principios, demuestra el señor. Servir a la gente, devolver la grandeza, a esta grande nación”.
En Tlaxiaco, Oaxaca, un grupo de unos 40 niños y niñas indígenas vestidos de pantalón o falda negra y camisa blanca, usan un tambor para gritar con la voz estragada bajo el sol: “¡López Obrador, para los niños el mejor! ¡Me canso ganso!”.
En otro pueblo de Oaxaca, un grupo de niños indígenas ataviados con indumentaria tradicional le tocan la “Canción mixteca”, lo que conmueve al presidente, que con voz trémula apenas alcanza a decir: “Me hace llorar y reafirma la identidad de nuestros paisanos que viven y trabajan del otro lado de la frontera”.
Otro grupo de niños con una vena periodística muy precoz, viajan cientos de kilómetros desde Veracruz, para acudir a uno de los soliloquios matutinos del presidente, comúnmente llamados “Mañaneras”, para expresarle “preguntas” como: “Es usted muy perseverante, por eso yo soy perseverante” o “¿Cómo podemos contribuir los niños al proyecto de transformación nacional?”.
También en Tlaxiaco, Oaxaca, un grupo de niños y niñas sostiene unas pancartas escritas en cartulinas y con sus propias manos, acompañado de su maestra y la presidenta de la sociedad de madres y padres de familia “detienen la comitiva presidencial” para que el presidente pueda leer el urgente mensaje que necesitan decirle: “Señor Andrés Manuel López Obrador, muchas gracias por su apoyo”, “Muchas gracias señor presidente” y “Gracias señor presidente, fuimos beneficiados con el programa La escuela es nuestra”.
Recientemente, en Ometepec, Guerrero, fue más claro el modus operandi que se utiliza para acercarle al presidente, casi siempre niñas, que son cargadas por él, mientras las besa, las abraza y las fotografían generalmente estrujadas a su persona. En ese lugar, sostuvo en los brazos a una niña de 4 años a la que durante al menos en tres ocasiones le succiona la mejilla (algunos piensan que la mordisqueo), sin que ningún adulto interviniera, y mucho menos el padre que la llevó al mitin y quien horas más tarde grabó un mensaje, pero no para defender a su hija una vez que se percató de lo que ocurrió en el video, sino para justificar los actos del presidente que, dijo: “Sin duda debieron estar precedidos de buenas intenciones, pues él es un hombre muy bueno”.
Última escena, en Tlaxiaco, Oaxaca, (¡Cuánto amor infantil hay en Tlaxiaco!), una niña sostenida desde la cintura por su padre repitió de memoria y sin emoción una retahíla de alabanzas al presidente. Recupero algunas: “Usted es el hombre que nos devolverá esa gran cultura, la grandeza del pasado. Muchos antes que usted, nos prometieron algo que jamás cumplirían, nos ilusionaron y nos dieron la espalda con total indiferencia a nuestras necesidades, cuando esté en su oficina o en cualquier parte del país recuerde que la gente lo quiere, generaciones hablarán de usted y de su capacidad para entender nuestras necesidades, ¡qué viva el presidente de la esperanza!”.
Termina de hablar y el presidente para los labios y los chasquea como si besara a la niña a la distancia y le dice: “No te puedo besar, pero te quiero, te quiero mucho”. En su cuenta de Twitter, explicitará aún más sus pretensiones: “Me la quería comer a besos, pero no puedo por la sana distancia. Es un primor”.
¿En qué momento los niños recogieron tanta historia del pasado y se erigieron en voceros de los agravios milenarios de una época que no vivieron y no conocen? Un misterio.
¿Por qué ahora hay niñas y niños tan politizados e interesados en participar en los actos del gobierno, para dar testimonio del amor que les causa un presidente de cuño priísta de casi 70 años? Otro misterio.
¿Por qué el discurso de todos esos niños parece sacado de un pliego de peticiones de la CNTE, pero pronunciado como en la vieja escuela de oratoria de algún Comité Municipal del PRI en la década de los setentas? ¡Santa trinidad de misterios!
Pero lo más importante: ¿Sabrán sus padres, madres y maestros qué cosa es el interés superior de la niñez y reconocerán su dignidad como personas? ¿Identificarán el peligro que corren las niñas y los niños al volverlos objeto de propaganda políticamente utilizable, y con ello, ponerlos en la mira de pedófilos que pueden usar esos mecanismos de enajenación política para aprovecharse de los inocentes menores?
Y eso que estamos en medio de una gravísima pandemia. ¡Pobres niños militantes!
Comienza el día cero y mañana su continuidad.