Policías delincuentes, otro sabotaje a la meta de “vivir sin miedo”

Por Victoriano Martínez

La mala situación de la inseguridad en el Estado y en el municipio de la capital hace tiempo que dejó de ser novedad y hasta se ha vuelto lugar común que ocho de cada diez potosinos vive con miedo. Antes que novedoso, lo alarmante es el número de elementos de las corporaciones policíacas que se ven involucrados en hechos delictivos.

“Durante el año yo creo que unos 15 elementos que, cuando ya ven muy cerca las investigaciones, pues ya piden su baja, otros siguen las investigaciones”, expresó Guzmar Ángel González Castillo, secretario de Seguridad Pública.

La imprecisión en el dato, expresada en la creencia de que son 15 elementos los involucrados en actos delictivos, deja abierto el paso a la especulación sobre el número real de elementos desconfiables, a pesar de pruebas de control y confianza que se suelen aplicar sin una verificación auténtica.

Señalar una cifra al azar resulta preocupante, y no sólo por resultar una ocurrencia al momento de una entrevista con la prensa para aparentar que se trabaja, sino también porque muestra el descuido que se tiene en cuanto a aprovechar los aportes que las estadísticas pueden dar para que se definan las estrategias de seguridad.

Apenas hace unas semanas fueron cinco policías de Villa de Arista que participaron en un caso de desaparición forzada.

Del fin de semana para acá, se reportaron tres elementos de la Guardia Civil que realizan una aprehensión arbitraria y despojan a la víctima de alrededor de cien mil pesos.

El día 14, seis elementos de la misma corporación asaltan una vivienda del Fraccionamiento Condado del Sauzal con un botín que se estima en un millón de pesos.

En los últimos cinco días se reportó la participación de nueve elementos policiacos en la comisión de un delito. Más de la mitad de los mencionados por González Castillo. O últimamente les dio a los policías por ponerse antifaz de ladrones o en los meses anteriores no son tan pocos los casos como los que deja ver la especulación ante la escasez de información más certera.

Si hasta los responsables de la ley y el orden recurren a la comisión de delitos, se vuelve necesario ver hasta dónde los delitos que quedan impunes se convierten en incentivo para la comisión de muchos más.

De por sí la manera ostentosa con la que actúan los elementos de las corporaciones cuando se trata de levantamientos en escenas del crimen y hasta la aprehensión de una persona que se pasó un rojo contribuyen a generar la percepción de que la inseguridad crece, que sean los policías quienes se exhiben por incurrir en esas prácticas, el efecto por la inseguridad es mucho mayor.

¿Cómo esperar que se mejore la percepción de seguridad si los propios encargados de hacerlo como un servicio público son los primeros que pactan la forma de atender cualquier otro interés porque el público, sus obligaciones legales y las peticiones directas los tienen sin cuidado?

Si a ese coctel de la percepción de inseguridad se le agrega una actitud sumisa de organismos autónomos; una Fiscalía general autónoma pero no independiente , la Fiscalía Anticorrupción, los organismos autónomos y hasta el Poder Judicial del Estado, la propia administración confirma actitudes de sumisión.

Si el Poder Ejecutivo aparece hasta como benefactor de otro poder, como ocurrió con un préstamo revelado por la Secretaría de Finanzas al Poder Judicial para atender cuestiones de nómina del último mes, la sumisión anula la separación de poderes y proyecta elementos para tener pocas esperanzas de que la situación mejore algún día.

Una sumisión que perfila la especulación que llena los huecos de información con versiones en las que la fuente de la sensación de inseguridad no es la frecuente comisión de delitos, sino que de entre ellos, un porcentaje que se presume alto fueron cometidos por policías. Una forma adicional en la que los servidores públicos contribuyen a generar un clima de mayor inseguridad.

La percepción de inseguridad permanecerá en tanto las estrategias de seguridad no arrojen un resultado de verdadero impacto al crimen organizado que inevitablemente pueda ser reconocido socialmente. Por lo pronto, hay pocas señales para que la percepción de inseguridad ceda porque lo que se ve es cada vez más casos de policías involucrados en la comisión de delitos.

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