Pollum ad hominem

Abelardo Medellín Pérez

Ante un problema tan grave y serio como el que se fraguó al interior del Inpojuve a manos del Charro del Inpode, Jesús Joaquín García Martínez, lo menos que se esperaba era un verdadero golpe de timón y la intervención lógica del gobernador Ricardo Gallardo Cardona, sin embargo, este “conflicto interno” solo ventiló que mientras unos son víctimas de enroques, otros, sin importar que hagan, tienen el derecho de la duda.

Esta semana se reveló que García Martínez, el director del Inpode a cargo del séquito de influencers al servicio del Gobierno del Estado (que aún aparecen en eventos públicos de Gobierno), irrumpió al Instituto Potosino de la Juventud (Inpojuve), amedrentó a los trabajadores del sitio e intentó, sin éxito, ser quien despidiera injustificadamente a la titular Jacqueline Alejandra Camacho Arriaga.

Tan ilegal y violenta resultó ser la afrenta, que la titular del Inpojuve promovió un oficio ante la Oficialía Mayor solicitando una investigación contra García Martínez por la intromisión y el intento de golpe institucional.

En papel, con firmas y sellos gubernamentales, quedó de manifiesto y registrado oficialmente que los incondicionales charros abusan de su poder incluso entre ellos.

 ¿Cuál fue el tratamiento de la crisis?

Lo ocurrido no es menor. Si bien ya conocíamos casos donde los déspotas de la administración emprendieran despedidos injustificados, nunca, ninguno de ellos, se había encargado personalmente de ejercer el abuso, y mucho menos, con tal lujo de prepotencia.

Lo que si fue menor fue la respuesta de la autoridad; el gobernador Gallardo Cardona salió a medios para hablar del tema y afirmó que lo ocurrido se trató, simplemente, de un problema “personal” entre los directores.

Seamos francos, ¿con que autoridad moral puede el gobernador denunciar y criticar un supuesto problema “personal”? Si alguien ha dirigido lo institucional desde el personalismo es justamente él. Le pone su logo a los apoyos sociales, dibuja en el cielo su nombre en eventos públicos, tapiza las ciudades de su desangelada imagen y, por si fuera poco, ocupa el erario público para financiar su muy personal gusto por la charrería.

Sí, el gobierno padece de conflictos personales, pero quien los práctica es el jefe del Ejecutivo.

Y entonces, de manera sorpresivamente ingenua, escuchamos a un gobernador que se dice preocupado por el respeto a las instituciones.

Pero no nos engañemos, el gobernador exige respeto al gobierno, no porque sea un estadista, sino porque como buen líder personalista, cree que le están faltando el respeto a él.

Para Gallardo, una pelea en oficinas de gobierno es una gresca en su propiedad; un conflicto entre funcionarios públicos es una pelea entre sus trabajadores personales; una diferencia laboral entre titulares es una batalla de “perros y gatos”, nada más.

Es por ese entendimiento infantil de lo público que el gobernador se siente con la autoridad moral de calificar una confrontación y minimizar sus implicaciones para la institución.

Luego tenemos el problema evidente: tras el exceso del titular del Inpode, nadie lo ha condenado al grado de sugerir su destitución.

Gallardo Cardona se presume como un gobernador sensible a las problemáticas y dispuesto a retirar secretarios y directores que no trabajen según lo requiere el gobierno.

Dice Gallardo, que si alguien no trabaja a su ritmo y no entrega resultados, debe retirar a dicha persona gabinete y ser cambiado (aunque sea solo cambiado de nómina); sin embargo, nunca lo hemos escuchado decir si estaría dispuesto a correr a sus amigos charros cuando estos terminene, como ahora, abusando de su poder.

Queda claro que sus cercanos amigos de la Charrería nunca se van muy lejos del presupuesto; cuando decidió remover del cargo al primer Secretario de Finanzas, Salvador González, este se retiró del ojo público un tiempo y luego regresó como secretario de Desarrollo Económico.

Con el titular del Inpode ha pasado algo similar. Hoy conocemos que el Charro del Inpode se siente con la autoridad de manejar como propia su dependencia y además de Inpojuve, a tal grado que trató de despedir a la actual titular e incluso sustrajo materiales de dichas oficinas.

¿Y la amenaza de despido?, ¿y la reflexión sobre su actuar?, ¿y la posibilidad de reiterarle el cargo público por su forma inestable de dirigirse? Nada. El gobierno puede cambiar titulares para abrir espacios que son entregados a los amigos foráneos del gobernador, pero es incapaz de considerar el quitar a García Martínez de su cargo aunque evidentemente hizo algo ilegal y abusivo.

Esto es una advertencia para la ciudadanía; si el gobernador dice que va a correr a quienes no actúen como él y aún así mantiene al director del Inpode en nómina, seguramente es porque la “forma de actuar” gallardista es el abuso.

También es una advertencia para el gabinete; el gobernador tiene favoritos e incondicionales que, sin importar cuanto manchen la institución, se quedan porque se quedan, porque fueron quienes pagaron el Nacional Charro, porque son quienes pagan los influencers que hicieron campaña por la Senadora, porque son quienes trabajan igual al gobernador: con prepotencia.

Y si en el futuro usted, servidor público, o usted, cuidadano, se llega a encontrar en un conflicto con estos incondicionales, le recuerdo que el gobernador, y en consecuencia el aparato del Estado, no tinenen empacho en descalificar la afrenta y trivializar lo que le ocurra.

En el gobierno de la personalidad, las crisis no son de instituciones, son de personas, y si la persona involucrada es el quiste favorito de palacio, entonces la culpa es de usted.

Aquí no se ataca el problema, se ataca al sujeto y si no está del lado correcto, usted pasa de víctima a culpable.

Pollum ad hominem, podríamos decir.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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