No es un secreto, sabemos que hay seres humanos que poseen mayor facilidad para las matemáticas y hasta las disfrutan, mientras que para otros son una especie de tortura y de idioma extraterrestre casi imposible de comprender. Estas diferencias a la hora de abordar los números se han atribuido a diferencias socioeconómicas y ambientales entre los niños, y a diferentes niveles de calidad en los sistemas educativos de todo el mundo; y esto en parte puede ser verdad, pero no toda la verdad como lo prueban recientes investigaciones y estudios realizados en Estados Unidos.
Los niños que calculaban.
Todos los seres humanos nacemos con una capacidad innata para el cálculo y los números, que nos permiten saber de inmediato qué árbol está más cargado de frutos, o estimar de una ojeada cuántas aves hay en una bandada. Sin embargo, también parece ser innato el hecho de que algunos humanos tengan una mayor habilidad que otros para el manejo de los números.
Las universidades estadounidenses de Duke y John Hopkins realizaron un estudio con 48 niños de seis meses de nacidos, los cuales fueron sometidos a test en los que debían diferenciar superficies con diferentes puntos. Tres años más tarde, los mismos niños fueron objeto de pruebas sencillas para medir su habilidad matemática, y los mismos individuos que sobresalieron en las primeras pruebas volvieron a hacerlo.
En otra prueba, realizada por la Universidad de Stanford, 24 niños de tercer grado de primaria participaron en un programa especial de enseñanza de matemáticas durante 8 semanas. Las habilidades matemáticas de los participantes mejoraron de un modo extremadamente desigual, en un rango que fue del 8% al 198%, aunque no hubiese diferencias tan notables entre los niños, ni en las pruebas de inteligencia, de memoria cognitiva, o de coeficiente intelectual.
Las habilidades matemáticas se pueden adquirir.
El mismo equipo que trabajó con los niños, coordinados por las investigadoras Elizabeth Brannon y Joonkoo Park, realizó otro estudio con 52 adultos y probó que con un programa básico de enseñanza y la motivación adecuada, estos podían mejorar sustancialmente sus habilidades para resolver problemas matemáticos cada vez más complejos.
Aunque estos experimentos confirman que hay seres humanos que nacen con mayor habilidad que otros para los números y el cálculo, apuntan también a que la enseñanza de esta disciplina a cualquier ser humano sigue siendo posible, y que sólo hay que afinar los instrumentos pedagógicos y entender que no todos tenemos la misma disposición innata para las matemáticas, pero podemos aprenderlas.