¿Por qué Beatriz Gutiérrez odia Twitter?

Por: Oswaldo Ríos Twitter: @OSWALDORIOSM

Beatriz Gutiérrez dijo en campaña, y luego en el gobierno, que no asumiría como “primera dama” ese vetusto, sexista y estereotipado rol que se suele esperar de las cónyuges de quienes ejercen la titularidad del Poder Ejecutivo en México.

Es verdad que se ha alejado del rol tradicional de quienes antes estuvieron en su situación de vida, pero eso no significa que sus opiniones pueden desprenderse de su condición de esposa del presidente López Obrador y que ha sido la “no primera dama”, más protagónica y estridente desde la alternancia (2000).

Dentro de sus innumerables polémicas desde el primer día en que su esposo asumió el poder, hay una transversal a todas y que con el paso del tiempo se ha convertido en su “mafia del poder”: Twitter.

Hay que decir que “la resaca tuitera” que hace miserables los días de Beatriz Gutiérrez no tiene patente de exclusividad. Es ardor cotidiano de todos los chairos y ese sí, no sale ni con Vitacilina.

El beneficio que le dio Twitter a López Obrador cuando hacía permanentes y despiadadas críticas a los gobiernos del PAN y del PRI fue tal, que le permitió superar lo que él llamó “cerco informativo de los medios”, explotar su narrativa de derrotar a la “mafia del poder” y llamar a votar por un “cambio de régimen”. La rentable politización de las redes sociales, mereció que López Obrador las festejara con el jubiloso adjetivo de “benditas”.

¿Cambió algo en el funcionamiento de las redes sociales en México a partir del 1 de diciembre de 2018? No. Las redes siguieron siendo espacio abierto para catalizar las cosas que no le gustan a la sociedad. Lo que cambió fue que quienes ejercían una crítica mordaz al gobierno, se volvieron el gobierno y las redes siguieron haciendo lo suyo.

Es decir que las escopetas se convirtieron en patos. Y ahí Twitter ya no les gustó, pero nadita.

Lo que detesta Beatriz Gutiérrez es que a su esposo, a ella y a sus hijos, se les someta a los mismos cuestionamientos que ellos hacían cuando eran oposición a la familia de Fox, Calderón o Peña, y si me apuran, el nivel de agresividad y calumnia a quienes ejercen el poder, era mucho más rudo antes que ahora.

Uno de los asuntos que más enfurecen a Beatriz Gutiérrez es la exposición y críticas que se hacen a su hijo menor de edad, Jesús Ernesto. Como mecanismo de defensa, Beatriz Gutiérrez soltó alguna vez el hashtag #ConLosNiñosNo, para exigir que la discusión política dejara al margen a los hijos menores de edad de los políticos.

Argumento legítimo, pero carente de credibilidad si consideramos que ni la señora Beatriz Gutiérrez, ni su esposo, y mucho menos sus seguidores, mostraron esa preocupación cuando fueron opositores. Tampoco ahora que son gobierno han hecho extensiva esa empatía para otros menores que no sea el suyo. Recuérdese la respuesta de Gutiérrez a una respetuosa petición de que atendiera personalmente a los padres de niños con cáncer: “No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos”. ¿Le preocupan “los” niños o “su” niño?

¿Será que Beatriz Gutiérrez dijo que ella no es “primera dama” justo para evitar que los mexicanos pidan su apoyo o que interceda ante López Obrador? Si es así, ¿entonces por qué no renuncia a los privilegios que disfruta todos los días por su condición de esposa del presidente?

Algunos dirán que en todo caso esa incongruencia hipócrita no justifica que su hijo sea materia de discusión pública. Estoy de acuerdo, pero cómo fijar los límites del debate si su esposo el presidente López Obrador ha usado en innumerables ocasiones la tribuna del poder para decir a los mexicanos cómo deben educar a sus hijos, cómo deben alimentarlos, cómo deben inculcarles moral, cuántos pares de zapatos deben darles, que está mal heredarles bienes, que está mal tenerlos en colegios privados, que deben ser buenos cristianos, que no está bien que se les den lujos, que es nefasto cuando de repente se hacen empresarios y pirruris, que no deben usar cosas de marca y un largo etcétera.

¿No se da cuenta el presidente que al intervenir en asuntos que son derecho y libertad exclusiva de las madres y padres mexicanos les abrió la puerta para que hagan exactamente lo mismo con él? Y peor si consideramos que los hijos de López Obrador son el ejemplo descarado de todo lo que él dice que los padres no deberían permitir a sus hijos.

¿Entiende cuál es la naturaleza del problema, señora Gutiérrez? Y no suponga que solo a usted o a su hijo la atacan e insultan cuentas anónimas, nos ocurre a todos, pero especialmente a quienes cuestionamos al gobierno.

Si algo se ha documentado, es que como nunca antes en toda la historia, hoy en México desde el poder y con los recursos públicos a su disposición, el gobierno alienta el linchamiento, la persecución y el escarnio de quienes no se le someten.

La soberbia no les permite entender que si alguien cuestiona dando la cara y comprometiendo su palabra, no es “porque le paguen” y gracias a ello “Twitter gane dinero”, sino porque está inconforme con la manera en que este gobierno corrupto, inepto, incongruente y mentiroso está destruyendo a México y se burla de todo y de todos, incluso de los enfermos, las víctimas y los muertos.

Y que conste, si coincidimos en que es importante cuidar el estrés de los hijos adolescentes de los poderosos por el impacto que les pueden causar las redes sociales cuando se van de vacaciones, entonces, ¿qué importancia debe merecer que los niños que son hijos de ciudadanos de a pie, reciban medicamentos y quimioterapias para no morir por el cáncer que los ataca todos los días?

Esa pregunta es para usted Beatriz Gutiérrez.

La respuesta también.

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