Puente deprimido en El Saucito: el choque

Por Victoriano Martínez

¿Qué autoridad tiene necesidad de iniciar por la madrugada, en la oscuridad de la noche y con un amplio operativo policiaco, los trabajos de una obra pública que asegura que es de gran beneficio para la población y sobre la que ofreció que convencería a los beneficiarios sobre sus bondades y, para colmo, dijo a sus representados que “si no les gusta no se hace”?

“Lo que de noche se hace, de día se ve” y no cabe duda de que lo hecho por el alcalde Enrique Galindo Ceballos la noche del martes al miércoles indica las faltas que como representante popular configuran el abuso e imposición en grado extraordinario del poder, la fuerza y superioridad que le da tener a su cargo una corporación policíaca para iniciar una obra.

Un abuso ante el que la reacción de los habitantes de El Saucito se enmarca con precisión en lo que establece la Declaración Universal de Derechos Humanos como “esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión”.

Lo que de noche hizo Galindo Ceballos ha compelido a los habitantes de esa zona a participar en una rebelión con acciones de protesta que no tendrían necesidad de llevar a cabo –ni lo deseaban– si la autoridad cumpliera su función de representarlos, escucharlos y atendiera a sus demandas, dado que no se han cerrado al diálogo y hasta alternativas a la obra han planteado públicamente.

¿Por qué iniciar de manera furtiva una obra pública? En la acción nocturna, Galindo Ceballos exhibió la confesión. Está consciente de que trabaja de espaldas a la población a la que le pidió el voto con la promesa, entre otras, de no realizar la obra. En varios de los videos sobre el intento de represión a la rebelión ciudadana se escucha reiteradamente el recordatorio de esa promesa.

Desde luego que iniciar a escondidas la obra no la mantendría así hasta su conclusión. El objetivo no era tal, sino sorprender a los presuntos beneficiarios, que en realidad la rechazan, con actos consumados ante los que tendrían que resignarse, cual si se tratase de un daño inevitable.

El supremo recurso de la rebelión se activó de manera tan oportuna y con tal apego a las tradiciones del propio barrio en torno el Templo del Señor de Burgos, mejor conocido como de El Saucito que, durante todo este miércoles, los bloqueos de calles fueron acompañados con música de tambora y danzas de matachines.

Los grupos de inconformes no sólo han argumentado sobre el daño a las tradiciones culturales de la zona, el daño ecológico con la dudosa reubicación de árboles y el alto riesgo que corren dos monumentos históricos, sino también el grave perjuicio a la movilidad de quienes habitan las colonias y fraccionamientos en torno al templo.

En días pasados exhibieron un video titulado “¿Movilidad para quién?” en el que queda expuesta la forma en que el proyecto cierra los accesos a las colonias aledañas, incluida la imposibilidad de acceder a la zona a través del transporte urbano. Prácticamente la respuesta al título del video es “movilidad para quien va de paso… y los colonos que se las arreglen como puedan”.

La exhibición de fuerza por parte del Galindo Ceballos la noche de martes a miércoles roza aspectos muy sensibles, no sólo para el propio alcalde sino para la población que –en mayor o menor medida– tiene presente en la memoria actos trágicos de represión policíaca en los que el edil jugó un papel protagónico, sin que sean capítulos cerrados.

¿Qué necesidad hay de evocar con movilizaciones policiacas tragedias como las de Apatzingán, Tanhuato y Nochistlán, cuando al propio Galindo Ceballos le resulta molesto que se haga referencia a ese antecedente que difícilmente podrá ser borrado de su historial?

Hasta la tarde noche de este miércoles, las protestas y bloqueos en torno al templo de El Saucito continuaban, con el anuncio de los inconformes de que lo mantendrán en tanto se resuelva un recurso de revisión del amparo y la solicitud de suspensión en un nuevo amparo.

Si la movilización policiaca en el intento furtivo de iniciar la obra fue una provocación para quienes se oponen a la obra, el riesgo es que la reacción con tintes de rebelión sea tomada por la autoridad en el mismo sentido, con los peligros que eso implica… o se abra la posibilidad del diálogo. Finalmente, una constante en las consignas es pedir la presencia del alcalde.

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