Óscar G. Chávez
Una cosa es lo que dice el gobernador y otra lo que ocurre en la práctica real, desde los primeros días de su gobierno esto fue perceptible. Recordemos que uno de sus primeros anuncios fue que se trasladaría a la Ciudad de México para gestionar recursos que le permitieran sobrevivir dada la situación de penuria en la que –según su decir– se le entregaban las arcas públicas. Parece ser que ningún éxito tuvo en su viaje porque después vinieron la victimización y las quejas.
En el campo de la Salud también ocurrió lo mismo, amenazaba estruendosamente al Insabi, incluso le fijó un plazo de tres meses para que entregara recursos o en su defecto el estado asumiría el control de los hospitales. Ni respuesta tuvo; acabó doblando las manitas y sujetándose a las disposiciones de la dependencia.
Después, los recursos de la súper vía van porque van y todavía no han sido; lo mismo con el chantaje sobre el manejo del aeropuerto de la Huasteca, donde forzaría al gobierno federal a otorgarle al estado una parte de la administración, de otra forma no participaría. Ternurita, pareciera que no sabe que el manejo de los aeropuertos es enteramente federal.
Lo único que sí hizo, y bien, fue cumplir la amenaza de migrar las cuentas de gobierno, de Banorte a otros bancos, luego de la pataleta por el crédito sobre la planta tratadora de aguas negras. Después vino la calumnia: hijos de ex secretarios de Finanzas laborando para la institución bancaria, seguro como pago al manejo de los recursos estatales.
Tampoco es que los otros hayan sido inmaculados, pero eso de utilizar a los familiares de exfuncionarios para el golpeteo político es algo completamente bajo, cuando su administración destaca precisamente por eso: las más retorcidas prácticas nepotistas con las que incluso cobija corruptelas y promesas de sumisión de “opositores”.
Y puede que no sea ético, pero a quién le importa mientras funcionen como estrategia la calumnia y a la rabieta para disimular todas las promesas fallidas; de las mentiras y promisorias ilusiones ni hablar, esas dan para otro texto.
En las mismas circunstancias de fanfarronear para lo largo pero someterse en lo cercano se encuentran diversas agrupaciones o hermandades o sociedades potosinas (a saber que son) que dicen ser opositoras, que continuamente expresan su preocupación e incomodidad por la situación en que vivimos. Angustiosas y esquizofrénicas declaraciones mezcladas con patéticos y paranoicos posicionamientos, primero se sumaron a la defensa del INE (y era válido), luego a la de la Corte (que supongo también es válido). La realidad es que a la gran mayoría ni les importa la Suprema, ni saben cómo funciona el INE, tampoco en ambos casos los excesos que cometen, sin embargo es conveniente mientras se utilicen para golpear al dictador que nos gobierna y les permita posicionarse como oposición de membrete.
Curioso, esas cofradías son las mismas que en lo local han declinado, ya no digo a manifestarse directamente contra el gobernador, sino a firmar desplegados en los que se evidencian los excesos y carencias del gobierno local; el valor sólo lo tienen en el ilusorio y chovinista membrete, mientras las diatribas se lancen a una imaginaria lejanía, de lo inmediato nada se dice. De ahí parte de la actual situación que se menciona líneas arriba.
No todo ocurre en esa tesitura, también hay honrosas excepciones, como el muy reciente caso del abogado Luis González Lozano, quien ante la furibunda y vulgar embestida del gobernador Ricardo Gallardo contra la asociación Cambio de Ruta (de la que González es miembro) por los amparos que promovió contra las dependencias estatales en materia ambiental durante la lenta reparación de la avenida Himno Nacional, respondió que las verdaderas chingaderas (empleando el mismo y refinado término del gobernador) son las que éste comete “con el medio ambiente y la salud en San Luis Potosí…” sin invertir –además–en un sistema eficiente de monitoreo de la calidad del aire, pero se gasta dinero para construir una arena que resulta inútil a ojos de los potosinos. Ante la visceral actitud, inteligente respuesta; ojalá –delicado como anda de su pancita– no le provoque un derrame biliar al señor gobernador.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.