Lo sabemos, el hipo puede ser extremadamente molesto.
Empieza de una manera bastante innocua, cuando el músculo bajo tus pulmones de repente se tensa y te fuerza a inspirar bruscamente.
Eso hace que las dos aperturas entre las cuerdas vocales se cierren repentinamente y de ahí salga el sonido del hipo.
Hay muchos detonantes potenciales, desde comer demasiado rápido, hasta un cambio súbito de temperatura; en sí mismo, el hipo no es peligroso, pero sí puede ser un efecto secundario de una medicación, o el síntoma de una afección médica subyacente, como el asma.
¿Cómo me deshago de él?
Respira. Existe la teoría de que la causa del hipo es una baja de dióxido de carbono en tu sangre. Eso se puede solucionar con ejercicios de respiración, como aguantando o sencillamente, bajando el ritmo de la respiración. Hay gente que usa una bolsa de papel para hacer esto último.
Haz ejercicios. El diafragma es el músculo bajo tus pulmones, que es donde empieza el hipo. Hay quienes dicen que se puede curar si se ejercita.
Para ello, puedes elevar tus rodillas hasta tu pecho y mantenerlas ahí por un par de minutos. O puedes agacharte hacia adelante, tratando de tocar los dedos de tus pies, comprimiendo tu pecho, para aliviar el espasmo. Alternativamente, puedes respirar profundamente varias veces e intentar alcanzar el espacio debajo de tus costillas para darle a tu diafragma un pequeño masaje.
Distráete. Otra corriente de pensamiento, sugiere hacer algo que distraiga el cerebro.
Por ejemplo, puedes poner un poco de azúcar en la parte trasera de tu lengua y esperar a que se disuelva antes de tragártela. O chupar un pedazo de limón.
Aunque nunca está de más aplicar el clásico: pegarte un susto.
Finalmente…
Aunque no lo creas, el hipo es más común de lo que se piensa, pero algunos empezamos a tenerlo incluso antes de nacer.
Además, no somos los únicos mamíferos que lo experimentamos. De hecho, una teoría dice que a los mamíferos les da hipo, pues necesitan una manera de expulsar aire del estómago cuando están siendo amamantados.
Como curiosidad, te contamos el caso del estadounidense Charles Osborne, quien tuvo un ataque de hipo que le duraría 68 años, desde 1922 hasta 1990. Más recientemente, en Lincolnshire, Inglaterra, tomó tres años curarle el hipo a un hombre llamado Chris Sands.
Fuente: BBC Noticias.