Sigue siendo uno de los momentos más temidos por el ser humano, y completamente inevitable, al menos hasta ahora, y aunque no hay certezas sobre lo que sucede espiritualmente hablando una vez que se cruza esa frontera, sí hemos aprendido mucho sobre lo que pasa con el cuerpo cuando estás clara y más o menos definitiva o mayoritariamente, muerto.
Primeros segundos y minutos.
Una vez que se han detenido tus órganos vitales, cesa la actividad cerebral y la temperatura corporal desciende entre 1 y 1,6 grados centígrados hasta alcanzar la temperatura ambiental o de la habitación.
Pasados unos minutos sin circulación sanguínea y por ende, sin oxigenación, las células del resto del cuerpo comienzan a morir y se inicia el proceso de descomposición, aunque las uñas no se enteran y siguen creciendo.
Luego de unos 40 minutos, la temperatura corporal comienza a caer estrepitosamente, comenzando por el rostro. La deshidratación y descomposición de la piel hace que ésta se contraiga y esto hace que parezca que el pelo sigue creciendo en varias partes del cuerpo.
La gravedad hace su labor y la sangre se acumula en algunas partes del cuerpo, produciendo manchas y cambios de tonalidad en la piel.
Días de mal olor.
Las enzimas digestivas y bacterias hacen su trabajo con los órganos internos, se forman gases, y los olores fuertes de la descomposición. Al aparecer los gases, la temperatura corporal puede volver a elevarse y alcanzar hasta los 40 grados centígrados.
Estos gases a veces pueden producir movimientos inesperados del cadáver, o explosiones en las urnas, algo que en ocasiones asusta a más de uno.
Semanas y meses.
Se cae el cabello y se inicia lo que los tanatólogos denominan la “putrefacción colicuativa”, en la que terminan de disolverse todas las partes del cuerpo que no sean huesos. Las grasas, sobre todo en los casos de personas que en vida fueron obesas. se saponifican, es decir, se convierten en jabón.
En esta etapa también pueden aparecer diversas especies de hongos que operan en conjunto con millones de larvas para disolver los últimos restos blandos del cuerpo.
El resto es un esqueleto limpio cuya duración dependerá de las condiciones ambientales y del suelo, donde con algo de suerte, podría durar unos cuantos millones de años, y terminar en las manos de un futuro paleontólogo, o si tienes una calavera atractiva, las de un actor de teatro…