Racismo, discriminación y acoso impidieron proyectos deportivos en trienio pasado

  • Ricardo García Rojas, director de Deporte Municipal, terminó su gestión sujeto a proceso penal por acoso sexual
  • Especialistas en metodología del deporte enfrentaron hostigamiento en lugar de apoyo a sus propuestas de trabajo

Victoriano Martínez

Miriam Valentina Cuevas Aguilera y Janaina Gazzatte Chendi son dos deportistas de alto rendimiento que nunca imaginaron que en su carrera los obstáculos más difíciles serían la xenofobia, el racismo, la discriminación y el acoso sexual.

Valentina es originaria de Chile. Janaina es de Brasil. Se conocieron en la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte, en La Habana, Cuba, donde se prepararon para ser formadoras de atletas, con un alto compromiso social.

Distintas circunstancias las trajeron a San Luis Potosí, donde han desarrollado una serie de proyectos que durante la pasada administración municipal creyeron poder potenciar para lograr que los beneficios alcanzaran a mucho más población, especialmente las nuevas generaciones.

Fueron convocadas a la Dirección de Deporte municipal, procuraron aportar lo que sus licenciaturas y maestrías como formadoras de deportistas les permitían para mejorar los servicios, trataron de replicar programas que desarrollaron como iniciativas ciudadanas, pero el requisito para ser tomadas en cuenta no lo cumplían: ceder ante el hostigamiento sexual por parte de su jefe.

Ellas

Valentina proviene de una familia chilena. Su abuelo fue una de las víctimas de desaparición forzada en el régimen de Augusto Pinochet y creció en un ambiente en el que la lucha contra la injusticia y por sus derechos era algo cotidiano.

Desde niña destacó en deportes de combate, al grado de alcanzar campeonatos internacionales en judo. Se graduó en la licenciatura de Cultura Física y obtuvo una beca para la maestría en Psicología del Deporte en la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte, en Cuba.

Relata que en Cuba lo primero que aprendió es a desarrollar su trabajo con un alto compromiso social en el que desaparecen razas, nacionalidades y cualquier diferencia, ya que desde el primer día que llegaron a la isla fue tratada como una cubana más, con el mismo derecho a acceder a lo que ese país ofrece. Incluso el propio Fidel Castro les dio la bienvenida y pudieron conversar con él.

Entre sus logros, Valentina menciona que fue la primera mujer en todo México que se incorporó a la preparación de participantes en deportes de motor. Formó parte del equipo de entrenamiento de Ricardo Cordero, con quien logró el bicampeonato en la Carrera Panamericana.

Janaina nació en San Pablo, Brasil. Como atleta de alto rendimiento, también obtuvo una beca para especializarse como formadora de atletas en la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte, en Cuba, donde conoció a deportistas de más de 100 países. Ahí también conoció a Valentina.

Tras graduarse como especialista en handball (balonmano, fútbol con las manos), participó como conferencista en el Congreso Internacional de la FIEP (Federación Internacional de Educación Física, por sus siglas en inglés) con sede en esta ciudad. Tras su participación, recibió la invitación por parte de la Universidad Politécnica para quedarse.

“Yo acepté porque se me ofrecía un espacio laboral digno”, recuerda. Aquí logró hacer una maestría en salud pública.

La calidad de su trabajo le permitió colaborar en proyectos con deportistas de la Universidad Tangamanga, del Campestre, del Club de Golf La Loma y del Club Deportivo Potosino.

Ex compañeras por la beca en Cuba, Valentina y Janaina pronto empataron sus intereses profesionales e instalaron un gimnasio, Brachi Entrenamientos, en el que ofrecieron “servicios de atención hacia el mejoramiento de la salud física y mental, así como programas de entrenamiento deportivo para atletas, además de ofrecer programas para personas con discapacidad”.

Convencidas de la promoción de un movimiento cultural social enfocado al deporte, conforme lo aprendieron en Cuba, Valentina y Janaina idearon un proyecto que les permitió combinar ofertas a usuarios del gimnasio de las zonas residenciales con niños y jóvenes de zonas marginadas de la ciudad.

A la demanda de ofertas sobre los costos de inscripción y mensualidades en su gimnasio, propusieron a los padres de familia los descuentos que solicitaban a cambio de incorporarse con sus hijos en un proyecto social de la asociación “Caminemos Juntos”, con lo que iniciaron programas de entrenamiento en la zona de las Terceras, al norte de la ciudad.

Por dos años trabajaron con una labor de dar actividad física y atletismo a la población de este sector (aproximadamente 200 personas) que en su mayoría son niños y mujeres.

“El objetivo de este trabajo es aportar conocimientos de cuidado de la salud, recreación, socialización, compañerismo, además de motivar a los niños que mediante el deporte se pueden lograr muchas cosas, como salir del medio vulnerable en el que se encuentran y conseguir mejores posibilidades de vida”, expusieron en un cartel explicativo sobre el proyecto.

Janaina comentó la satisfacción que les dejó lograr incorporar a mujeres que trabajan en las ladrilleras y en los basureros mediante este programa que logró vincular las becas parciales que se otorgaban a sus clientes ricos con los apoyos a sectores marginados.

“Tuvimos muchas muestras de agradecimiento por parte de los padres de los niños ricos porque afectivamente esto les llevó a la reflexión social de quien tiene y el que no tiene, con resultados de una empatía en la que sus niños se interesaron en regalar unos tenis o algo que ellos tenían a los niños de las Terceras”, mencionó.

La Dirección de Deportes Municipal

Con la llegada de Xavier Nava Palacios al Ayuntamiento hace casi tres años, se abrió lo que prometía ser una gran oportunidad para ampliar su trabajo social de promoción del deporte en todo el municipio.

Invitadas por Adriana Urbina Aguilar, directora del DIF municipal, Valentina y Janaina fueron incorporadas como asistentes generales en la Dirección del Deporte, que estuvo a cargo de Ricardo García Rojas.

Su experiencia para desarrollar metodologías de aplicación social de la promoción deportiva pronto las llevó a conocer obstáculos que jamás imaginaron: sus propuestas nunca fueron consideradas como aportaciones a un trabajo en equipo, sino que eran vistas más como amenazas de desplazamiento de quienes tenían otra idea de lo que es ocupar un cargo público.

En principio, las reacciones pudieron parecer una especie de celo profesional ante las capacidades y preparación que pretendían poner en práctica. “Entre el personal no había quien supiera cómo se maneja el Excel ni hojas de cálculo”, expresó Janaina, quien lo considera un conocimiento básico para analizar datos para definir estrategias de trabajo en la formación deportiva.

Cuando pretendieron conocer la información sobre los Centros Comunitarios con que cuenta el Ayuntamiento, lejos de entregarles la información digitalizada, les entregaron montañas de carpetas que se encargaron de digitalizar.

Valentina y Janaina elaboraron una guía metodológica para el trabajo de promoción del deporte en el municipio, capturaron la información de 50 centros comunitarios y de 725 colonias, con lo que armaron una base de datos para generar análisis dela información para lograr mayor efectividad de los programas.

Janaina mencionó que desarrolló un mapa de la ciudad que permite detectar que la distancia mayor entre la casa que habita un niño y un centro en el que puede practicar un deporte es de un kilómetro, de donde se pueden desprender programas de atención a la población infantil.

“Dos cosas no nos enseñaron en Cuba: a juzgar y a cobrar, lo que nos ayuda a rescatar la parte humana”, expresa Janaina. “No nos limita la excusa de que se requiere de inversión, porque tenemos la ventaja de haber aprendido a trabajar con poco para hacer mucho”.

Poco a poco se percataron de que además su condición de extranjeras pesaba y pasaba entre el temor y la discriminación que se traducían en actitudes xenófobas por las que les rechazaban sus ideas simplemente por ser extranjeras.

“Yo le decía [a García Rojas] pero sí nosotros queremos aportar estos proyectos para ofrecer un mejor servicio, para hacerte brillar a ti como nuestro líder en este trabajo que nos toca desarrollar, pero nunca lo entendió”, recordó Valentina.

Xenofobia, discriminación y acoso sexual

Los gestos discriminatorios subieron de tono, y pronto llegaron las insinuaciones con connotaciones de tipo sexual por parte directamente de Ricardo García Rojas, al grado de hacerles ver que las ideas que pudieran aportar para el trabajo no podían avanzar si antes no cedían a estar en la cama con él.

“‘Tengo mucha curiosidad de saber qué se siente hacerlo con una negra’, me decía seguido Ricardo [García Rojas]”, recuerda Janaina. “Y siempre me hacía ver, según él, que como ‘negra’ tenía que estar ya acostumbrada a aceptar ese trato”.

Valentina y Janaina fueron testigos de la discriminación y violencia que padecían sus compañeros homosexuales, además del acoso sexual sobre más de sus compañeras, de entre quienes algunas cedían ante el hostigamiento de García Rojas.

Para ellas, la situación rebasó todos los límites cuando el pasado 14 de abril García Rojas, acompañado por ocho sujetos más, allanó su vivienda de la que extrajeron dos macs que se llevaron sin los cargadores, 20 mil pesos y, como si fuera el objetivo principal, revolvieron su ropa en tanto García Rojas se dedicó a robar la ropa interior.

Para ingresar a la vivienda, los intrusos rompieron la puerta de madera para forzar las chapas, con golpes de tal manera que también destruyeron parte del muro.

“Debieron hacer mucho ruido, pero resulta que ninguno de los vecinos se dio cuenta”, lamenta Valentina, quien señala que afortunadamente lograron conseguir videos de cámaras de vigilancia en los que se ve con claridad la participación de García Rojas en el allanamiento. El video forma parte de las pruebas presentadas en el proceso penal iniciado contra el hoy ex director de Deporte.

Tras el robo que sufrieron, Valentina y Janaina se entrevistaron con Adriana Urbina Aguilar, quien las invitó a colaborar con el Ayuntamiento y, para su sorpresa, les pidió tratar el asunto “por debajo de la mesa” para que no se afectara la imagen de la administración de Nava Palacios. Les recomendó acudir a la Puerta Violeta.

Lejos de abrir la posibilidad de que se les hiciera justicia, la Puerta Violeta resultó el acceso a una cadena de re victimización en la que, de entrada, les dijeron no tener competencia para atender el caso porque al tratarse de extranjeras quedaban rebasadas. En la Puerta Violeta además les comentaron que existía conflicto de interés por una presunta relación de socios entre García Rojas y Nava Palacios.

Valentina y Janaina se vieron obligadas a repetir su historia, demostrar sus dichos y presentar las pruebas con que contaban en diversas instancias, por la falta de protocolos de atención a casos como el suyo en la Puerta Violeta, a pesar de que se pudo aplicar un protocolo con que cuenta el Instituto de las Mujeres.

La supuesta medida de protección que se tomó entonces tuvo más visos de represalia por presentar la queja: las cambiaron del área de Deportes a la de Servicios Médicos, donde las encerraron en una bodega a media luz y en condiciones insalubres a contar recetas. Enfermaron y les negaron el servicio médico.

Mientras García Rojas, el denunciado, continuó en la nómina sin ningún problema, Valentina y Janaina desaparecieron de la nómina municipal en el mes de junio, apenas unos días después de haber presentado sus denuncias.

El 3 de agosto, Nava Palacio reconoció públicamente la existencia del caso. “Yo en este caso puedo decir que es un funcionario que ha trabajado de manera ejemplar durante muchísimos años en la parte pública. Que se hagan las investigaciones que se tengan que hacer”, dijo, luego de señalar que ante la presunción de inocencia no se removería del cargo a García Rojas.

Sobre Valentina y Janaina se limitó a decir que acudieron a la Puerta Violenta, pero decidieron no continuar con el proceso en esa instancia. Ni un comentario sobre las razones por las que ellas sí fueron dadas de baja como empleadas municipales.

Difícilmente podrían continuar su proceso en la Puerta Violeta, donde no sólo se declararon incompetentes, sino que entregaron copia de todo su expediente a su agresor en condiciones que van más allá de “correr traslado” al acusado, ya que no protegieron sus datos personales con lo que abrieron la posibilidad de más agresiones.

Valentina y Janaina presentaron una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) ante la escalada de intimidación por parte de sus agresores que, además del robo con mensaje intimidatorio en su vivienda, un día invadieron la azotea de su gimnasio y, aunque lo reportaron a la policía, primero llegaron amigos a apoyarlas, lo que provocó la huida de los intrusos.

Aunque el pasado 23 de septiembre García Rojas fue vinculado a proceso por el delito de acoso sexual, Nava Palacios lo mantuvo en su puesto hasta que terminó su trienio.

Para Valentina y Janaina la vinculación a proceso es un avance en su caso, pero insuficiente dado que el Juez no evaluó matices importantes en el caso del hostigamiento, especialmente por los elementos graves de discriminación en el caso de Janaina, a quien se le daba un trato despectivo y con frecuencia se le llamaba negra de manera agresiva.

Si bien García Rojas se encuentra bajo proceso por acoso sexual, aún quedan pendientes dos delitos por los que también tendría que ser procesado, a juicio de Valentina, Janaina y su abogada: el robo en su vivienda y la discriminación.

“Hay quien nos reprocha por reclamar justicia, nos han dicho ‘pues váyanse para su país’. Ser migrante es un derecho y nunca imaginamos encontrarnos con temas de racismo y xenofobia. Yo les digo que este también es mi país, por eso sigo aquí”, expresó Valentina.

Su primera experiencia como servidoras públicas se convirtió en un largo tormento que les ha dejado “mucha decepción” por no ser valoradas, cuando su única intención fue llegar como profesionistas para aportar lo que sus capacidades les permiten proponer.

“Es una desmotivación tremenda. Yo no merezco esto. Nadie se merece algo así y menos cuando lo que hacíamos era proponer proyectos”, lamentó Janaina, quien mencionó que no sólo ellas fueron víctimas de acoso, sino otras muchas compañeras entre quienes algunas cedían y otras nunca se atrevieron a quejarse.

Hoy sienten que su vida en San Luis Potosí ya terminó y, ante la falta de ingresos, se han visto obligadas a poner en venta sus pertenencias, especialmente el equipo que tanto esfuerzo les costó adquirir para montar su gimnasio. “Se llama BraChi porque somos de Brasil y Chile quienes nos asociamos”, explicó Valentina.

Valentina mostró el salón principal del gimnasio, con las banderas de Brasil, Chile, Cuba y México —sus adorados países— y el equipo de entrenamiento que, tras la experiencia de los últimos dos años y medio, pondrán a la venta en un bazar que tienen programado por los días 16 y 17 de octubre.

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