Reacomodos post electorales

Por Victoriano Martínez

Si durante las precampañas y las campañas hubo reacomodos normales, convenencieros, atípicos, burdos y hasta procaces durante las elecciones 2021, en el periodo post electoral no se ha visto aún todo lo que está dentro de las posibilidades de ocurrir.

El gobernador Juan Manuel Carreras López, muy lejos de la reacción de alguien que valora la legalidad y –en su cargo– su protesta de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, ante las amenazas públicas de un envalentonado Ricardo Gallardo Juárez se limita a guardar silencio y a dar señales de sumisión al volver a proponer a la abogada de los Gallardo como magistrada.

Una sumisión complaciente ante los Gallardo, pero que a su vez pretende exhibir una vez más a un Congreso estatal sumiso aunque sin la urgencia de que necesariamente lo haga porque, en caso de volverle a rechazar las ternas con los nombres de sus candidatos intencionalmente repetidos, abogada gallardista incluida, el siguiente paso según la Constitución es que él decida.

Un reacomodo complaciente de Carreras López con miras a los que pueda rescatar de tranquilidad para el séptimo año, ante el que los legisladores, en voz de su presidenta Vianey Montes Colunga, parecen aprovechar el suyo propio: pueden rechazar las ternas porque a fin de cuentas lo que sigue es que Carreras López decida, es decir, se salga con la suya o la de con quien quiere quedar bien.

A los diputados, conscientes de que el resultado sería el mismo, rechazar o no ya no es el problema porque daría igual, aunque no del todo: tienen la oportunidad de exhibir una sumisión abierta (definir los nombramientos a contentillo del gobernador) o rechazar las ternas a sabiendas de que pasaría lo mismo, pero por lo menos se lavarían tantito las manos.

Un reacomodo adicional de Carreras López tiene que ver con dejar el mayor orden posible en la administración pública estatal sin cabos sueltos que lo pudieran afectar, por lo que presentará hasta como activos aprovechables casos como el terreno en el que se instalaría la Ford como bien disponible y, sobre todo, vendible para el próximo gobernador.

Un activo del que bien podría deshacerse Ricardo Gallardo Cardona con eso de que necesitará muchos recursos adicionales para más o menos cumplir un poquito las onerosas y no bien calculadas promesas de campaña ante un raquítico y comprometido presupuesto estatal.

En la definición de la conformación de la LXIII Legislatura los reacomodos están por verse a partir, paradójicamente, de la intención de que se dé un reacomodo: Oscar Vera Fabretat siempre ha estado cómodo en la curul que volcará todas sus dotes de abogado para que le vuelva a tocar mantenerse en el cargo.

Una lucha que podría terminar con un reacomodo que necesariamente modificaría la representación de los otras fuerzas políticas, especialmente las que presentan un diferencial residual favorable en la votación que podría incluso sacrificar a otro muy acomodado en su escaño: Eugenio Govea Arcos. Difícil, pero posible.

Todo eso sin contar que Vera Fabregat afectaría a su correligionaria favorecida por una acción afirmativa a favor de la equidad de género, y todo lo que ello implica para su imagen en caso de lograr el objetivo de su impugnación al proceso de asignación de diputados de representación proporcional.

En el reacomodo de fuerzas políticas, la conformación de la siguiente legislatura poco puede aportar para reconocer las posturas que pudieran darse desde los partidos porque al final se igualan tanto en sumisión que hasta son capaces de complacer a un gobernador tan tímido y gris como Carreras López, que será una reacción más previsible ante un gobernador hasta mafiosillo.

Ante ese panorama, el reacomodo anunciado por Xavier Nava Palacios como quien se proclama a sí mismo como líder de un movimiento de contrapeso al gobernador hoy electo, es la salida más digna para quien aspiró a ese mismo cargo y fue víctima de “prácticas reprobables, contrarias al interés público y a la democracia”, según sus propios términos.

Una postura cuyo discurso tiene en adelante la prueba de un deslinde claro, convincente y consistente que lo diferencie del hecho de haber caído, o sido, parte del juego de, al menos, prácticas reprobables y contrarias a la democracia, además de emprender acciones concretas y coherentes con su postura anunciada, sobre todo ante la apatía y el temor de la ciudadanía.

Reacomodos que también pueden considerarse procaces, convenencieros, atípicos o normales, desde los que quedarán registrados como una prolongación de las prácticas reprobables y contrarias a la democracia, hasta alguno que logre acciones congruentes que abran de alguna manera esperanzas de que surja la hasta hoy siempre ausente participación ciudadana no electoral.

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