Jaime Nava
Hoy, Manuel Fermín Villar Rubio concluye su segundo y último periodo como rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). Un rectorado que comenzó gris y terminó siendo un episodio más en las páginas oscuras de la institución educativa más importante del estado.
Aunque en el ya lejano 2012 parecía que Villar Rubio iba a conducir a la UASLP por un rumbo distinto al de sus antecesores, no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a levantar un falso muro de “autonomía” alrededor de la Universidad para impedir que desde afuera se observaran las contrataciones de familiares, la opacidad en el manejo de recursos, las megapensiones de sus ex rectores y los casos de acoso y hostigamiento sexual que ocurren en sus instalaciones.
Uno de los primeros problemas a los que se enfrentó Villar Rubio fue el repunte de robos y asaltos cerca de las diferentes facultades ocurrido en 2014. Hasta ese momento, todavía dejaba que los medios de comunicación se acercaran a él y respondía, sin molestarse, los cuestionamientos que le formulaban.
Ese año, también le tocó hacer frente a denuncias de estudiantes que fueron víctimas de discriminación y acoso por parte de otros alumnos por su orientación sexual. Entonces, ofreció implementar una campaña contra la discriminación en las facultades. De frente, también, salió a decir que vigilaría que los concursos de “señorita Universidad” no denigraran a las mujeres.
Comienzo del silencio
En julio del 2015, luego de que el otrora diputado Crisógono Sánchez Lara anunciara que Manuel Fermín Villar Rubio era el candidato a recibir la presea “Plan de San Luis”, el rector se dejó ver modesto ante la prensa. “Es un reconocimiento inmerecido”, dijo.
Diez días después, el rector comenzó a esconderse. El 17 de julio del 2015, un menor de edad que formaba parte del campamento infantil organizado por la UASLP falleció en el balneario Woow, en el municipio de Villa de Reyes, debido a que los ductos de extracción de agua de una de las albercas no contaban con rejilla de protección.
Casi un mes después del suceso, -y tras una manifestación de familiares del menor quienes exigieron que no se le otorgara la presea “Plan de San Luis”- Villar Rubio se dijo “consternado” y aceptó que no se había reunido con la madre del menor porque ella no lo había buscado. Finalmente, el Congreso del Estado no aprobó darle la medalla y el rector aprovechó su reaparición para reprochar el “desgaste” personal que vivió por darse a conocer que recibiría la presea que, posteriormente, no le entregaron.
Enseguida, vinieron reclamos por el excesivo costo de las cuotas en algunas facultades. Durante la inauguración de la semana de Ciencias Sociales y Humanidades, en septiembre del 2015, un grupo de estudiantes interrumpió el discurso inaugural del rector para demandar la disminución de las cuotas. “No creo que tengan necesidad de estármelo recordando”, les respondió Villar Rubio y justificó el precio argumentando que es lo que permite ofrecer educación de calidad.
Pensiones y opacidad
Antes de que concluyera el año, se le pidió a la Universidad que informara cuántos ex rectores reciben pensión, los nombres y montos. Primero, solicitaron una prórroga para responder, pero, una vez vencido el plazo, guardaron silencio y le apostaron a que el tema sería olvidado.
Después de un largo proceso que llegó hasta el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), la UASLP se vio obligada a proporcionar los documentos, gracias a los cuales, por primera vez, se supo que Mario García Valdez recibe más de 126 mil pesos de pensión, mientras que el ex rector Jaime Valle Méndez, cobra 97 mil 795 pesos, a pesar de que su sueldo como rector era menor a 50 mil pesos mensuales.
La divulgación de la información molestó a Villar Rubio. A pesar de que se le solicitaron entrevistas a través del titular del área de Comunicación Social, Ernesto Anguiano, nunca aceptó ser entrevistado.
En ese momento, David Vega Niño se desempeñaba como secretario general de la Universidad y, de acuerdo con diversas fuentes, sostuvo varios desencuentros con el rector por ignorar órdenes para ocultar documentos e información que les eran solicitados vía transparencia.
Las gotas que derramaron el vaso fueron la solicitud de información para conocer los nombramientos de la esposa, hijas y uno de los yernos del rector y la publicación de una nota donde se revelaba que la UASLP había contratado a la agencia de diseño de las hijas del rector para decorar los interiores del Centro Cultural Universitario Bicentenario. Fuentes aseguran que Villar culpaba a Vega Niño de las filtraciones y, por ese motivo, fue sustituido por Anuar Abraham Kasis Ariceaga.
La opacidad se multiplicó a tal grado, que hasta la fecha es prácticamente imposible obtener documentos sin pasar por la CEGAIP.
“Cosas que suceden”: acoso
Además de la transparencia, una de las deudas más importantes que queda a deber Manuel Fermín Villar Rubio es la sanción a los empleados y maestros denunciados por acoso. Pese a que se conocen casos desde hace varios años, a partir del 2017 comenzaron a ser más frecuentes los señalamientos gracias a la organización de alumnas en las facultades.
Durante años, la Universidad no se cansó de ocultar el número real de denuncias recibidas por acoso y hostigamiento sexual valiéndose de cualquier clase de pretextos, incluso, recurrió a la Real Academia de la lengua Española para no proporcionar información arguyendo que le habían requerido datos sobre denuncias y la Universidad registra “quejas”.
Alumnas de las facultades de Derecho, Ciencias Sociales y Humanidades, Psicología, Agronomía, Estomatología, Medicina, Hábitat, Ciencias de la Comunicación y Economía, principalmente, realizaron actos públicos para identificar a sus acosadores.
Al menos 39 quejas formales fueron presentadas ante la Defensoría de los Derechos Universitarios entre 2017 y 2019. Únicamente cuatro concluyeron con algún tipo de sanción. Uno por hostigamiento sexual, dos por acoso sexual y el cuarto por violencia docente. Sólo en un caso se impuso la separación definitiva de sus actividades al agresor.
Villar Rubio se dedicó públicamente a minimizar las denuncias por acoso, mientras que, en privado, justificó a los acosadores responsabilizando a las víctimas de provocarlos por su forma de vestir, según relató el ex consejero de la Facultad de Derecho, Antonio Valerio, quien afirmó que el rector dijo que las alumnas no eran “blancas palomitas”
El hartazgo de las mujeres se manifestó en forma de pintas que realizaron a la fachada del Edificio Central durante una manifestación en el marco del Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; la respuesta de la Universidad fue condenar el hecho y anunciar una denuncia que, a fin de cuentas, no llegaron a formalizar.
En pizarrones, carteles y mantas quedaron escritos dichos como “vamos a tu casa a festejar mi cumpleaños”, y nombres de decenas de profesores que gozaron de impunidad para hostigar y acosar a sus alumnas.
Aunque, por medio de la prensa se dieron a conocer seis denuncias presentadas por alumnas de Ciencias de la Comunicación, en diciembre del año pasado, Villar Rubio negó conocerlas. En enero de éste año, defendió la falta de transparencia respecto de las estadísticas sobre acoso aduciendo el derecho a la protección de datos personales.
“Son cosas que suceden”, manifestó a principios de abril; esa misma tarde, la Comisión Estatal de Derechos Humanos emitió una recomendación por la violencia institucional, acoso y abuso sexual del que fue víctima una profesora al interior del Edificio Central.
Viajes, viáticos y más opacidad
En diciembre del 2017, gracias a que rectores de otras universidades sí informaron sobre su participación en la III Cumbre de Rectores Japón-México, se supo que Manuel Fermín Villar Rubio había viajado a Japón acompañado por su esposa y su secretario particular, Víctor García.
Hasta que se hizo público el viaje, la Universidad emitió un boletín para que se conociera el motivo de su asistencia; sin embargo, sobre sus acompañantes nada se dijo, sino hasta días después cuando Villar declaró: “Mi señora acudió con sus propios recursos y no pueden cuestionarla”.
A la misma cumbre acudió el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue, quien, a diferencia de Villar Rubio, hizo pública su agenda, transparentó los nombres de sus acompañantes (todos académicos) además de los motivos y resultados de su viaje.
A escondidas, se trasladó en mayo del 2018 al IV Encuentro Internacional de Rectores de Universia celebrado en Salamanca, España. En esa ocasión, la Universidad volvió a guardar silencio hasta que Villar Rubio regresó para señalar que nada lo obligaba a pedir permiso para viajar y que se debería destacar que acudió para entablar y afianzar relaciones porque “si queremos una universidad de clase mundial, de alguna manera tenemos que estar en el mundo”.
El ocultar información sobre los viajes y viáticos se extendió hasta incumplir con la fracción XIV del artículo 84 de la ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado que obliga a publicar “la información sobre gastos erogados y asignados a los Servicios de Traslado y Viáticos, así como los gastos de representación”; no obstante, si se busca en esos archivos, por ejemplo, los gastos de la comitiva que viajó a la última edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, no se encuentran los datos, pese a que existen fotografías donde aparecen funcionarios en ese evento.
Y sigue…
El recuento podría continuar con los 582 millones de pesos que le fueron observados por la Auditoría Superior de la Federación en 2016 por incumplir con el Convenio de Colaboración para el Apoyo Financiero, mismos que la UASLP justificó escudándose en su autonomía.
O el préstamo de autobuses propiedad de la Universidad que le hicieron a integrantes de la Federación Universitaria Potosina para que pudieran ir a divertirse a la feria de San Marcos. “Una práctica común”, dijo Villar.
Seguiría el asesor que apareció en los tabuladores de la Universidad con un sueldo mayor al del rector. “Que me lo presenten para saber quién es”, respondió Villar al ser cuestionado y luego alegó que se trataba de un error.
Faltan los contratos que entregó a una empresa de la que eran socios sus hoy yernos. Información que durante más de un año ocultaron por todos los medios posibles e incluso negaron su existencia, aunque pudieron ser localizados documentos de la propia UASLP que prueban las cantidades que le fueron pagadas.
Merecen mención las observaciones que le hizo la Auditoría Superior del Estado en la cuenta pública del 2013 por 13 millones 764 mil 643 pesos por concepto de compensaciones que fueron repartidos entre funcionarios y personal administrativo. La Comisión de Hacienda de la UASLP le presentó a la ASE el acta mediante la cual se autoriza al rector repartir, a su criterio, hasta 15 millones de pesos.
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