Martín Faz Mora
Las redes sociales funcionan, en buena medida, como una cámara de eco en la que nuestras opiniones propias se encuentran constantemente repetidas, intercambiadas y devueltas entre sus integrantes, reforzando y promoviendo sus narrativas favoritas, formando grupos polarizados y resistiéndose a aquella información que no se ajusta a sus creencias. De tal forma que se crea una burbuja informativa que tiende a considerarse como si fuera la opinión generalizada.
Naturalmente, por así decirlo, preferimos entablar relación con personas afines a nuestros gustos, ideas y preferencias, con quien está de acuerdo o tiene opiniones similares a las nuestras, sin embargo, las redes sociales y el modelo predominante de consumo de contenido en internet -algoritmos incluidos- que hoy día representan una de las principales fuentes de información suplantando a los tradicionales medios informativos, agudizan la creación de burbujas informativas y cámaras de eco.
Las cámaras de eco refuerzan la propia visión de la realidad haciéndola aparecer como la más correcta y universalmente aceptada. En ella los mensajes discordantes o disonantes reciben menor importancia y, generalmente, tienden a quedarse ahogados o hasta desaparecer.
Hoy día es claro que, en materia de opinión pública, habitamos un paisaje de grupos muy diferente de personas, viviendo en redes informativas diametralmente opuestas y creando burbujas cada vez más aisladas cultural e ideológicamente. Un aislamiento que abona a la polarización.
Más aún, tal modelo de consumo informativo es aprovechado tanto por publicistas como grupos de poder político. Estudios han demostrado que cuando deliberadamente se introduce información falsa en las cámaras de eco, ésta se absorbe y se ve como creíble siempre y cuando se ajuste a la narrativa predominante. Incluso cuando se introduce información más veraz para corregir o “desacreditar” las falsedades, ocurre que tal información se ignora, reforzando así las falsas creencias de los integrantes de las cámaras de eco. (“Echo Chambers on Facebook”)
Las burbujas informativas de las cámaras de eco agudizan el riesgo de mantenernos encerrados en un entorno que refuerza nuestros prejuicios, nos cierran a las opiniones distintas y ayudan a proliferar las noticias falsas y las teorías de la conspiración.
Las redes sociales no cambian la tendencia a relacionarnos con personas cultural, social y anímicamente afines a nosotros, pero sí lo agudiza de tal forma que las burbujas sociales en las que ahora nos movemos resultan ser mucho más densas que antes de la aparición del internet.
El otro fenómeno vinculado a las cámaras de eco es el “sesgo de confirmación”, que es la propensión cognitiva a sobreestimar el valor de la información que encaja con nuestras propias creencias, dando desproporcionadamente menos consideración o hasta ignorar llanamente a las otras opiniones que no coinciden con lo que pensamos o creemos. El sesgo confirmatorio ha sido ampliamente estudiado por la psicología, las disciplinas de la comunicación y la mercadotecnia.
La polarización política respecto de la actual administración, particularmente de la figura del presidente López Obrador, es un caso ejemplar. Mientras que en las burbujas de ciertos grupos de whatsapp, publicaciones de Facebook y timelines de twitter se afirma que la actual administración, con apenas sesenta días en funciones, es ya un “desastre”, “la peor de todas”, un “fracaso” y las adjetivaciones descalificativas y hasta insultos contra AMLO son, por así decirlo, generosos. Cuando empresas encuestadoras con prestigio en el mercado, en recientes encuestas posteriores a la explosión de Tlahuelilpan señalaron que la popularidad de AMLO rozaba el 90% en tales burbujas informativas simplemente ignoraron o desestimaron tal información, descalificándola por considerarla falsa o poniendo en entredicho la profesionalidad de la empresa o la metodología utilizada.
Twitter: @MartinFazMora
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