Alejandro Rubín de Celis
En materia de comunicación social, no sólo al interior de los países sino a nivel mundial, las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC´s) acabaron con la tiranía de los grandes conglomerados de medios que por décadas impusieron agendas informativas y contenidos programáticos en función de intereses mercantiles y políticos, sin importar la calidad de los productos que ofrecían ni los derechos de sus audiencias.
Son múltiples y variadas en su uso y aprovechamiento las plataformas que hoy ofrece Internet y que han revolucionado las formas de comunicación interpersonal, grupal y masiva, al tiempo que han roto con el modelo vertical que imponían los grandes medios para dar paso a una comunicación horizontal, en la que los receptores no sólo consumen mensajes sino también son creadores de contenidos (a todos los que participamos en estos nuevos procesos de comunicación los especialistas nos han bautizado con el nombre de prosumidores, por ser productores y consumidores de mensajes a la vez).
Entre estas plataformas están las muy conocidas y casi por todos usadas redes sociales que se han erigido en los nuevos medios de la sociedad (junto con otros espacios que ofrece la red). Su potencial en materia democrática es enorme.
Las redes sociales han servido para hacer realidad el ejercicio de la libertad de expresión y el derecho a la información, se han convertido en importantes lugares de discusión pública (que casi no existía en el mundo terrenal excepto en espacios académicos y de la sociedad civil organizada), de organización social y de toma de decisiones, que han derivado incluso en la caída de gobiernos dictatoriales, como fue el caso de Hosni Mubarak en Egipto, Zine El Abidine Ben Alí en Tunez, y de Muammar Gadafi en Libia; y en la actualidad juegan un papel preponderante en las acciones que diversas sociedades realizan para democratizar a sus gobiernos e instituciones.
En el caso mexicano las redes sociales han servido, en una vertiente, para mejor informar a la gente a través de fuentes fidedignas y confiables sobre la actuación de los últimos tres gobiernos (Fox, Calderón y Peña) y han contribuido al cambio de régimen que hoy experimenta el país. También han sido útiles para aproximarse más y mejor a la realidad de los estados y municipios de México.
Lamentablemente, en otra vertiente, miles y miles de usuarios no hacen un uso responsable de estos importantes medios de comunicación de la sociedad y los emplean para promover el encono, el insulto, la mentira y la descalificación sin fundamento.
En buena medida, el debate político en las redes se ha convertido en un espacio de guerra sin cuartel donde no hay posibilidad de entendimiento alguno, menos aún de acercamiento de posiciones opuestas en el que, por el contrario, prevalece la radicalización de posturas que sólo profundizan el escenario del caos y de la diferencia irreconciliable.
El fenómeno de la difusión de noticias falsas o fake news es otro elemento que coadyuva a la polarización y a la desinformación social que en nada ayuda a la búsqueda común de soluciones a nuestros problemas y sí en cambio al desorden y la confusión que cada vez nos aleja más de un diálogo constructivo que nos beneficie a todos.
El conductor de programas de radio y televisión, Jorge Berry ha escrito recientemente en su cuenta de Twitter una frase que viene muy a cuento con estas ideas: “Con tristeza, veo que es inútil apelar a la decencia en redes sociales. Esta ansia de polarizar y enfrentar solo produce odio, no respuestas. La principal víctima de los excesos tuiteros es la verdad. Ya nadie cree nada, y eso lleva al caos”.
Si queremos que las redes sociales y otras plataformas de Internet resulten útiles para construir mejores sociedades, más humanas y solidarias, es indispensable hacer un uso responsable de estos nuevos medios; son nuestros, no nos cuestan (al menos por ahora) y permiten una comunicación horizontal en todos los niveles que facilita el diálogo constructivo, la discusión pública a gran escala como nunca antes, y la organización social para fines de democracia y desarrollo, si así lo queremos y nos lo proponemos.
Tenemos la oportunidad histórica de aprovechar estos nuevos medios de comunicación para dialogar, discutir y hasta polemizar sobre los asuntos de interés general pero en un marco de respeto, en el que prevalezca el intercambio de ideas, la información de calidad y los argumentos sólidos, y no el insulto, la descalificación sin fundamento y la información falsa que sólo contribuyen a la confusión y a la desinformación.
En nosotros está que estos valiosos instrumentos nos ayuden a formar mejores sociedades y no a mantener un conflicto permanente que no nos llevará a otro lado que no sea la polarización y la falta de entendimiento entre seres humanos que nos asumimos como civilizados y pensantes.
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