París, Francia (15 de julio de 2016).- Al menos 84 personas murieron anoche y 18 se encuentran en estado crítico cuando un camión arrolló en Niza a una multitud que asistía a los fuegos artificiales de la Fiesta Nacional, mientras que 18 heridos se encuentran en estado crítico, informó hoy el Ministerio del Interior francés.
Además, una cincuentena de personas resultaron heridas leves y otras 120 tuvieron que ser tratadas por los servicios de urgencia, explicó el portavoz del Ministerio, Pierre-Henri Brandet, en declaraciones al canal “BFM TV”.
Brandet confirmó que entre “las víctimas” hay niños, sin precisar si hablaba de muertos o de heridos.
Es “un acto terrorista innombrable, abyecto”, denunció antes de celebrar “la sangre fría” con la que actuaron los servicios de emergencia.
El portavoz de Interior no quiso entrar en los detalles de la investigación, de la que se encarga la Fiscalía antiterrorista, y no se refirió a la identidad del autor de la matanza.
La policía está verificando si el conductor del camión -muerto por disparos de agentes policiales- es el hombre cuyo carné de conducir se halló dentro del vehículo, un franco-tunecino de 31 años, domiciliado en Niza, que tenía antecedentes por delincuencia común, pero no por hechos de terrorismo.
El jefe del Estado francés, François Hollande, preside desde las 9.00 horas locales (7.00 GMT) un consejo de seguridad y de defensa con los ministros y los altos responsables de esos campos.
Graban de cerca el momento de los hechos.
Un usuario de redes sociales que se nombra Random Shizz, subió hace una hora a la página de Youtube un video en el que se muestra cómo el camión se lanza sobre la gente en el desfile de Niza.
La embestida quitó la vida a más de 80 personas, de acuerdo con las autoridades.
https://www.youtube.com/watch?v=enL-Ey8xmT4&feature=player_embedded
“Era el camión de la muerte”: Testigo
Era una noche genial. El ambiente era bueno, los fuegos artificiales casi sensacionales. Los chicos lanzaban guijarros al agua y la red fallaba. En una palabra, era una noche genial como todos los 14 de julio, contó Damien Allemand, periodista del diario Nice Matin. quien estuvo en el lugar del ataque.
Había decidido pasar la velada en la playa a la altura del High Club, justo en el punto donde el paseo debía hacerse a pie. Desde que terminó el espectáculo todos empezaron a levantarse al mismo tiempo.
Platicó que se dirigieron hacia las escaleras, apretados unos contra los otros como si fueran sardinas. “Yo caminaba en zigzag entre el gentío para ir por mi moto, estacionada a unos pasos, precisó el periodista”.
En su relato contó: que a lo lejos se escuchó un ruido, unos gritos. Y dijo que su primer pensamiento fue que algún chistoso había querido quemar fuegos artificiales por su cuenta y todo le había salido mal…
Pero no fue así. Una fracción de segundo más tarde, un enorme camión blanco se abría paso a una velocidad de locos en medio de la gente dando volantazos para esquivar el máximo posible de personas.
“Ese era el camión de la muerte, pasó a unos cuantos metros de mí, y ni siquiera me di cuenta. Vi al pasar cómo volaban unos cuerpos humanos como si fueran pinos de boliche. Escuche ruidos, aullidos que jamás podré olvidar. Estaba paralizado. No pude moverme. Seguí con los ojos a esa carroza fúnebre”, resaltó.
Alrededor de mí todo era pánico, aseveró. La gente corría, gritaba, lloraba. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Y luego corrí junto con ellos en dirección al Cocodrilo, donde todo el mundo se había ido a refugiar. Sólo permanecí allí unos cuantos minutos que me parecieron una eternidad. “¡Busquen donde protegerse!” “No se queden allí”. “¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está mi hijo?” escuchaba estas palabras a mi alrededor.
Quería a toda costa saber qué había pasado. Fue entonces cuando salí. El Paseo estaba desierto. Ningún ruido. Ninguna sirena. Ningún automóvil. Entonces atravesé el terraplén para regresar al lugar donde pasó el camión. Me encontré a Raymond, son unos 50, me susurró bañado en lágrimas. “¡Hay muertos por todas partes!”.
Tenía razón. Justo atrás de él, había cadáveres a cada cinco metros, cuerpos sin vida, cuerpos desmembrados… Sangre. Gemidos. La gente de la playa fue la primera en llegar al lugar. Alguien llevó agua a los heridos así como toallas que depositaron en donde todavía quedaba esperanza.
Fue en ese momento que perdí el valor. Habría querido ayudar, prestar algún servicio. En fin, hacer algo al menos. Pero no lo logré. Estaba todavía paralizado. Una segunda oleada de pánico me llevó de nuevo hacia el Cocodrilo. “!Ahí viene de regreso!” “!Ahí viene de regreso!”. Pero no era cierto.
Fuente: Excélsior.