Por Victoriano Martínez
El proceso de renovación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) ha dejado ver el nivel de opacidad con que los diputados toman determinaciones que deberían ser abiertas al público y la forma en que privilegian gestiones en lo oscurito a la evaluación que garanticen un mejor desempeño.
Desde que se dio a conocer la pifia en la convocatoria para renovar la CEDH y tras la corrección, el micrositio dentro de la página Web del Congreso del Estado dedicado a ese proceso sólo presenta la imagen que identifica la elección y dos títulos, Convocatoria y Lista de Inscritos, pero sin hipervínculos. Es decir, está vacío.
En Legislaturas anteriores, ese micrositio se habilitaba para permitir a cualquier persona interesada conocer los detalles del proceso en cada una de sus etapas: quiénes se inscribieron, quiénes pasaron a la siguiente etapa, los currículos, los proyectos de trabajo, las exposiciones de motivos por los que considera ser la persona idónea para ocupar el cargo.
Currículo, proyecto de trabajo y exposición de motivos son documentos que se solicitaron a los aspirantes con características que generaban la expectativa que se daría el mismo nivel de transparencia que en el pasado. Se piden en versión electrónica y, en el caso del currículo, además en versión pública, que no puede tener otro sentido que facilitar su publicación.
Aún así, ninguno de esos documentos se ha publicado y sí, en cambio, hay un elemento más de opacidad: las entrevistas con los aspirantes no fueron transmitidas como ocurrió con casos anteriores.
Algunos de los aspirantes que acudieron a ser entrevistados comentaron que los hicieron firmar, previo a su comparecencia, un aviso de privacidad en el que autorizaron la difusión del contenido de su exposición. A una semana de que se concluyeron las entrevistas sin transmitirlas, tampoco se han publicado.
“Se recomienda respetuosamente para todos los aspirantes que hagan su labor de cabildeo, de acercamiento, de convencer. Las entrevistas han servido bastante, pero es importante que generen este acercamiento con las distintas fuerzas parlamentarias para convencer de un proyecto”, dijo el diputado Marco Gama Basarte, presidente de la Comisión de Derechos Humanos.
Cabildear, define la Real Academia Española, es “hacer gestiones con actividad y maña para ganar voluntades en un cuerpo colegiado o corporación”. Por ahí hubieran empezado, ¿para que tanto requisito para ser evaluados si los van a mandar a ver quién tiene más maña para conseguir los votos necesarios para obtener el cargo?
¿No sería más apropiado que los 27 diputados estuvieran pendientes de cada paso del proceso, revisaran detalladamente los currículos y evaluaran los proyectos de trabajo y las exposiciones de motivos para definir su voto y no simplemente dejarse convencer? ¿Acaso contará más ver quién se acredita con el mejor padrino que sus antecedentes?
Si procesos anteriores, en los que se cumplieron medidas de transparencia, no estuvieron libres de la sospecha de intervencionismos externos (gestiones con actividad y maña) especialmente desde el Ejecutivo, hoy que todavía no concluye la temporada de cabildeo abierta por Gama Basarte la sospecha de una mercadería de intereses se vuelve certeza.