Ciudad de México (18 de Marzo).- Apenas Susanita nació quedó huérfana. Una cadena de errores del personal del Hospital de la Mujer de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, le arrebató la posibilidad de quesu mamá siquiera la pudiera amamantar.
El 6 de octubre de 2013 Susana, una indígena tzotzil de 26 años murió, en su intento por dar vida. Tuvo que esperar 48 horas antes de que le practicaran una cesárea que debió ser inmediata. Jonathan, su hijo mayor, ya no vio volver a su mamá. Tenía apenas seis años.
Susanita, como le pusieron en honor a su madre muerta, acaba de cumplir un año y cinco meses. Ya camina y balbucea sus primeras palabras: “mamá” no forma parte de su vocabulario.
El mismo año que Susana murió, según datos oficiales, otras 925 mexicanas perdieron la vidapor diversas complicaciones durante el embarazo, el parto o el puerperio.
Su historia, sin embargo, es inédita porque por primera vez el Fideicomiso para el Cumplimiento de Obligaciones en Materia de Derechos Humanos, regido por la Secretaría de Gobernación (Segob) será utilizado en un caso de muerte materna.
El dinero que tras una recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) destinó el gobierno de Chiapas para reparar el daño moral ocasionado a Susanita y Jonathan que quedaron huérfanos de madre, entró a dicho a fideicomiso, por lo que su capital estará protegido hasta que cumplan 18 años.
Los dos hijos de Susana tienen además garantizadas becas educativas hasta la universidad y servicio médico gratuito. Y por primera vez también, en un caso de muerte materna, un gobierno estatal ofreció una disculpa pública a la familia.
Se batalló un poco, pero por fin se logró el fideicomiso que es un dinero para los niños que cuando ellos tengan la mayoría de edad lo puedan usar. No repara nada en lo emocional, pero es algo que ayuda a los niños; lo emocional, ya de eso uno se va sanando con el tiempo porque fue un golpe terrible, pero no se puede hacer nada más que acostumbrarse a que ella ya no está”, expresó resignado Romeo, el viudo de Susana.
Este joven tzotzil de 28 años, que trabaja como repartidor de tortillas, porque es el único empleo que le permite pasar tiempo con sus hijos, contó cómo hasta ahora la propia Susanita se va reponiendo de la falta del calor de su madre.
Uno aunque sea bebé, yo creo siente y necesita el calor de madre, ella no lo tiene y no es igual que esté con su abuelita y sus tías, por eso ella se me enfermaba a cada rato de más chiquita y también otro factor importante yo creo fue su alimento pues tomaba pura leche de fórmula y nosotros bien sabemos que la leche materna es mucho mejor que las fórmulas, ya ahorita va mejor”, dijo.
Ocho de cada diez muertes maternas como la de Susana ocurren en pleno hospital como consecuencia de negligencias médicas, falta de personal y de hasta el equipo médico más elemental. Y a diferencia del resto de las mexicanas las indígenas como ella tienen dos veces más riesgo de morir por causas maternas.
El análisis del expediente clínico de Susana concluyó que hubo una cadena de errores que se conjugaron para terminar en el desenlace fatal que dejó huérfanos a sus dos hijos.
En su certificado de defunción consta que murió a las 11 de la mañana del 6 de octubre de 2013 a causa de una falla orgánica múltiple, síndrome de Hellp y coagulación intravascular diseminada.
La atención brindada por el personal médico y paramédico del hospital fue inadecuada desde el punto técnico y además insuficiente en el tema de calidez y de pertinencia cultural y esto vulneró en varios momentos la dignidad y los derechos de Susana, de Susanita y de la familia en general”, destacó Lilia Elena Iñiguez, abogada del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) que ha acompañado el caso.
HISTORIAS QUE SE REPITEN
Lo más grave, de acuerdo con la abogada, es que historias como la de Susana y su familia se repiten todos los días, por lo que urge diseñar medidas de no repetición para que las mujeres no se sigan muriendo por causas que se pudieron haber evitado.
En este caso las medidas de no repetición serían que se hiciera algo para cambiar este hospital que tiene grave riesgo a la población femenina de Los Altos de Chiapas”, ejemplificó.
Hoy, sin embargo, el hospital donde murió Susana sigue operando.
Uno confía en que si es hospital pues te van a atender bien y no te va a pasar nada, pero no, ahora los expertos dicen que esa muerte sí se pudo haber evitado”, explicó Romeo quien el pasado 4 de marzo viajó al Distrito Federal con sus hijos y su suegro Manuel para firmar un convenio con la Segob que resguarda el dinero de Susanita y Jonathan hasta que sean mayores de edad.
Fuente: Excélsior