Resistir en colectivo y hacer audibles las voces de las familias de víctimas de feminicidio: las reflexiones con Rita Segato en SLP

Marcela Del Muro

“El único alivio para el dolor es la colectivización del sufrimiento”, dice la antropóloga Rita Segato, mientras escucha sobre el largo, desgastante y doloroso camino que las familias de Karla Pontigo y Lupita Viramontes han transitado en la búsqueda de justicia para sus hijas y hermana, víctimas de feminicidio en San Luis Potosí.

“Es verdad, hay momentos en los que no queremos salir ni ver a nadie, pero estamos conectadas, no falta que alguien hable, que inicie la conversación y te haga salir de casa, llegar aquí, al memorial, y platicar. Si tenemos que buscarle algo bueno a todo esto, es habernos encontrado como familias”, coincide Susana Cruz, mamá de Lupita e integrante de la colectiva Por ellas, por nosotras y por todas. 

Es la mañana del último sábado de noviembre, Susana se encuentra sentada junto a su hija menor, Frida, y su compañera de lucha, Esperanza Lucciotto, mamá de Karla, en el patio central de la Caja Real. Las mujeres no están solas, comparten reflexiones con otras cuatro mujeres que las han acompañado, y también a las otras familias de la colectiva, durante sus tortuosos procesos: Nydia Morales y Karina Meza, acompañantes de la colectiva; María Ruiz, periodista, e Ivette Gasca, artista creadora del memorial para víctimas de feminicidio, Karla.

“Necesitamos que nos escuchen, que alguien nos diga ‘todo va a salir bien’”, dice Esperanza. Este conversatorio está pensado como un espacio para cavilar junto a ellas, en colectivo, acompañándolas desde la escucha activa y la empatía.  Este diálogo cierra la XX Jornada Académica y Formativa: Caminando con Rita Segato, organizada por el Laboratorio de Investigación, Género, Interculturalidad y Derechos Humanos del Colegio de San Luis (Colsan).

“La invitación del día de hoy es a escuchar un cotidiano de lucha digna. Escuchemos con indignación porque es una escucha resultado de la impunidad, de la crueldad, de la guerra contra nosotras. Nuestra escucha es política porque las palabras que se ponen aquí se enfrentan permanentemente a un embargo por parte del Estado y de la sociedad, por opacarlas, silenciarlas. Gracias a las familias por poner sus palabras, experiencias y reflexiones. Gracias por invitar a resistir en colectivo”, comparte la antropóloga Sofía Córdova, acompañante de la colectiva y maestra de ceremonias del evento, dirigiéndose a las decenas de mujeres que nos encontramos al frente del austero escenario.

Acompañar y resistir en colectivo

Las cuatro mujeres junto a Esperanza, Frida y Susana han formado una comunidad que prioriza y sostiene la palabra de las familias, cuidando la memoria de sus hijas y hermanas. Desde sus trincheras han puesto la cuerpa, el cuidado, la empatía y la ternura al centro, con el fin de acompañar en la búsqueda de justicia.   

El camino no ha sido fácil, dice Karina Meza, diseñadora y acompañante de la colectiva Por ellas, por nosotras y por todas, y explica que el mismo Estado hace más pesado el acompañar a las víctimas. 

“Ese desgaste que generan las instituciones de todos los poderes y niveles, les da el control de producir eso en las víctimas, en quienes acompañamos y en quienes estamos pendientes de lo que está pasando en el territorio con respecto a la violencia. Ese desafío no va a poder concluir si no continuamos haciendo un trabajo colaborativo”, reafirma Nydia Morales, antropóloga y también acompañante de la colectiva.

Morales comenta que lo primero es reconocer todos esos aportes que las madres y sus familias han regalado a las mujeres, agradecer que nos permiten acompañarlas y que comparten algunas de las herramientas que las han ayudado a sostener y mantenerse luchando por la justicia de sus hijas.

Hacer audibles las voces de las familias

“A partir de esa realidad, ¿cómo vamos a hablar? ¿Cómo vamos a pensar? Y, ¿cómo vamos a encontrar caminos de justicia y de audibilidad?”, lanza las preguntas Rita Segato, y señala que la única manera de responderlas, de forma que impacten en la consciencia colectiva, es hacerlo juntas. “No es una tarea fácil, no se alcanza con solo una persona pensándolo, se alcanza colectivamente”. 

El trabajo de Ivette Gasca y María Ruiz ha permitido que las exigencias e historias de las familias sean más audibles en el territorio potosino.

Ivette Gasca, creadora del memorial para víctimas de feminicidio, dice que el acompañar a las familias conlleva una gran responsabilidad. La artista habla sobre su trabajo y señala que en el arte se habla poco de las mujeres víctimas de feminicidio. 

“Hay que generar espacios que preserven la memoria y donde se exija justicia, porque se siguen matando mujeres. Y, que esté una pieza aquí, en un lugar tan emblemático, enfrente de Palacio de Gobierno, y que se aborde de otra forma, no como una mujer sumisa o como musa, como se ha retratado en muchas de las esculturas que encontramos aquí”, piensa la escultora.

El memorial, dice Ivette, es un lugar de encuentro para todas las potosinas, convirtiendo las exigencias de las madres y las familias en una lucha colectiva por la justicia. “(Ellas, las víctimas de feminicidio) aquí están. Hay que seguirlas nombrando y acompañando a sus familias”.

La periodista y artista visual María Ruiz realiza el valioso trabajo de nombrar las historias familiares, intentando romper el silencio que produce la violencia y la indiferencia social. María dice que cada historia publicada ayuda y es la forma que ella tiene para luchar por la justicia de las mujeres que nos faltan, junto a sus familias. “Mi trabajo no les puede devolver a su ser querida, pero sí puedo regalar algo esencial que necesitan y es ser escuchadas”. 

La periodista explica que para poder documentar y entrevistar a las familias es necesario hacerlo desde el cuidado, “ser un espacio donde su dolor no sea silenciado y sus demandas no sean minimizadas”.

Esperanza Lucciotto comenta que el trabajo de los medios de comunicación ha sido una parte fundamental de sus lucha, “nos han dado voz, dice la madre.

“Cada entrevista, cada testimonio, no es solo información, es una herida que se abre para ellas y también es un llamado a la acción”, dice la periodista.

“Frente a estos desafíos, nos corresponde a las mujeres comenzar a construir esa historia oral de las cosas bonitas que sí suceden en medio de la violencia, que entre nosotras estamos intentando contener o afrontar. Espero que otras mujeres, saliendo de este espacio, se sientan acompañadas para construir más sitios para podernos escuchar qué está pasando y también sobre esas cosas que construimos en comunidad”, piensa la antropóloga Nydia Morales. 

Susana explica que una de las enseñanzas más profundas que ha dejado el largo camino andado es la necesidad de tener una red de apoyo, buscarla e ir tejiéndola. “No están solas”, dice Esperanza a las más de 30 mujeres que las escuchamos. “Ustedes también cuentan con nosotras, en lo mucho o poco que podamos aportar, cuenten con ello”.

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