Se firmó una garantía por diez años que no se hizo valer
Imposible la caída de una pieza, a menos que haya sido valdalizada
Por Victoriano Martínez
Retirar el vitral del techo del patio central del Palacio Municipal fue una decisión violenta y apresurada que no agotó otras maneras disponibles de resolver el supuesto problema de la caída de una pieza, sobre todo porque existe una garantía por diez años sobre la calidad de su instalación que no se hizo valer.
Jorge Murillo, quien realizó el vitral, explicó que se instaló con una estructura reforzada para cada uno de los 50 paneles que formaban el vitral, por lo que resulta prácticamente imposible que se haya desprendido una pieza, a menos que haya sido vandalizada.
“Todos se colocaron rodeados de una varilla soldada como marco y aparte una solera de una pulgada en vertical de borde a borde, que siguen la línea del vidrio”, hizo la descripción de lo que indicó que evita incluso que las piezas se lleguen a pandear.
Murillo mencionó que tiene más de 25 años como vitralista, con obras instaladas en todo el país, en Estados Unidos y en varios países de Europa, incluidos vitrales de proporciones mayores sin que hayan presentado un solo problema como el que describe ahora el Ayuntamiento.
“Mi dictamen es que no se cayó y eso está avalado por esa larga lista de vitrales que no han presentado problema”, expresó. Agregó que, de haber sido una falla en la estructura, lo que no es posible, él haría la reparación a su costo sin problema, porque sabe bien lo que vale su trabajo.
Consideró que la decisión de retirar el vitral por la supuesta preocupación por la seguridad de los visitantes al Palacio Municipal y el manejo que hacen al retirarlo denota un desconocimiento tremendo de lo que son los vitrales y el manejo que se les debe dar, al empacar las piezas en cajas de madera en forma horizontal y no vertical.
Murillo mencionó como una muestra más del desconocimiento sobre los vitrales la afirmación de Alicia Vázquez Martínez, síndico municipal, de que los vidrios estaban pintados, ya que necesariamente se tienen que pintar, pero esto se hace mediante una técnica que tiene su origen en el Siglo XIV, a base de fundición a mil 100 grados centígrados, con la que cada pieza pasa hasta ocho veces por el horno.
Consideró que lo más razonable en el caso de una falla en una obra es llamar al responsable que la realizó, lo que no ocurrió en ningún momento, y se desconoce si en los peritajes que dicen que hicieron participó un vitralista, aunque de haber llamado a uno se podría discutir el asunto desde un punto de vista técnico.
Señaló que existen varias medidas para resolver cualquier problema que presente un vitral, desde colocar un cristal o tela de gallina en la parte baja para evitar los riesgos, si realmente existieran y fueran la causa por la que hoy deciden quitarlo.
Recordó que previo a la instalación del vitral, hizo la observación de que el domo superior se encontraba en mal estado, con parte del acrílico podrido, por lo que pidió que se cambiara para mayor seguridad, y así se hizo.
Murillo indicó que, además, se firmó una garantía por diez años sobre la integridad del vitral, con un plan de mantenimiento para cada cinco años.
Mencionó que el peso de los 50 paneles del vitral es de 900 kilogramos, aproximadamente, más otros 300 kilogramos de herrería colocados con una estructura capaz de soportar más de tres toneladas y media, lo que es una razón más para considerar imposible el desprendimiento de una pieza.
Murillo mencionó algunos de los innumerables vitrales que ha instalado en lugares públicos:
El plafón central del salón de sesiones del Congreso del Estado, que tiene un diámetro de cuatro metros y una altura de doce metros, y en más de 26 años no ha presentado ningún problema.
La cruz instalada sobre el edificio de Mausoleos de Tequis, con una marquesina de vidrio, que tiene más de 12 años.
Otro en el Edificio Constanzo, frente a la Plaza de los Fundadores, con 15 años de antigüedad.
Los vitrales que se encuentran en el templo de la Sagrada Familia en el fraccionamiento Lomas, sobre la avenida Himalaya.
Los ventanales del Hotel Hilton, un domo sobre una óptica por la calle de Morelos atrás de la catedral, los del restaurante Baalbek en el Club Libanés, varios vitrales en los pasillos del Club Deportivo 2000, entre otros, además de los instalados en residencias particulares.
“Si no les gustó que lo quiten, pero también el del fondo, que también es contemporáneo”, expresó. “Yo no inventé el vitral ni el diseño, está tomado del Archivo Histórico, si no les gusta este no les gusta el escudo de armas de la ciudad”.