Revelan la causa de la trágica explosión en Tultepec

 

Ciudad de México (05 de enero de 2017).- “Yo lo vi, fue un niño el que prendió un cohete, una paloma, y lo aventó”.

Nosotros estábamos justamente ahí en ese momento. Lo que vi fue cómo empezó a explotar el puesto en el que estábamos comprando unos cohetes, íbamos tres mujeres, tres hombres y mis dos hijos.

Vino el estruendo, el ruido, las piedras, y de ahí lo que sentí fueron los golpes, las piedras que explotaban por todas partes; vi mi mano destrozada, pero lo único que me importaba eran mis hijos Juan Daniel y Christopher, de seis y cuatro años, mi esposo.

Los agarré porque ellos estaban sentados en un escalón esperándonos a que mis amigos acabaran de pagar los cohetes que habían comprado; y los dos, mi esposo y yo, nos abalanzamos sobre ellos.

“Mi esposo tomó una lámina que voló de alguno de los puestos y la colocó encima de los niños para protegerlos, es por eso que él es el más grave de todos nosotros ahorita.

Los cuatro entramos a terapia intensiva… esto es muy fuerte, lo que vivimos ese día difícilmente lo podré superar, hace más de dos semanas que no puedo ver a mis hijos, a mi esposo”, narra Daniela Lozada Montero, de 24 años, sobreviviente de la explosión en el mercado de San Pablito, en Tultepec, Estado de México, el 20 de diciembre pasado.

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Los días han transcurrido, las historias de vida no. Las consecuencias de lo ocurrido, tampoco.

Desde su cama en la Unidad de Quemados del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, Daniela tiene su mano derecha inmovilizada. Tuvo lesiones con quemaduras de cuarto grado, por lo que fue necesario dos intervenciones para rehabilitar su mano con piel de su propio cuerpo; es decir, injertos.

Las quemaduras de cuarto grado son las más graves, pueden derivar en necrosis y la pérdida de la extremidad afectada. Actualmente ciertas áreas de la mano de Daniela están cubiertas con Melgisorbun, un medicamento que ayuda a epitelizar; recibe antibióticos vía intravenosa. “Tomaron piel de mi pierna derecha y de mi vientre para el injerto de mi mano que estaba destrozada; hemos tenido que cuidar mucho que no se haga una infección, tengo heridas por todo mi cuerpo”, agrega.

Para ingresar a verla a esta Unidad de Quemados, los médicos indican que debe tenerse cuidados extremos: bata, guantes, tapaboca, gorro para reducir la contaminación, las manos perfectamente lavadas antes de acceder al espacio donde se encuentra.

Los hijos de Daniela también están lesionados con múltiples quemaduras y fracturas en su cuerpo y huesos, permanecieron durante más de 10 días internos en el hospital de Trauma y Ortopedia Magdalena de las Salinas, del IMSS. Sus abuelos, Hilda y Antonio, son quienes se han encargado de ellos y su hija.

“Mientras yo entraba a ver a mis nietos, durante las horas de visita, mi esposo entraba a ver a Daniela. Ella preguntaba mucho por sus hijos y su esposo, pero nosotros decidimos que no le diríamos nada de lo que realmente estaba ocurriendo hasta que mi hija estuviera mejor. Hemos vivido un estrés brutal”, comenta la señora Hilda.

Daniela se enteró de que sus hijos habían estado internos en hospital el día en que los médicos los dieron de alta y Juan Daniel y Christopher lograron regresar a su casa. Después le informaron que su esposo aún estaba interno, aunque en recuperación. “La primera vez que mi mamá entró a verme al hospital sólo me pedía que comiera, chillaba y me pedía que por favor comiera… yo no quería comer, pero hice un esfuerzo por ella, sólo para que dejara de chillar. Me hizo acordarme de cuando yo les digo a mis hijos que tienen que comer bien. Me trataba como si fuera una niña chiquita y me decía que comiera por favor. Los médicos le explicaron que iban a extraer piel de alguna parte de mi cuerpo, que esta iba a ser la piel donante, para ponerla en las zonas de mis quemaduras; esa piel se ha ido pegando a mi mano poco a poco, con muchos cuidados”, cuenta Daniela con el cabello ahora corto por todas las heridas que tiene en la cabeza.

Aunque Juan Daniel y Christopher ya están fuera del hospital, permanecen bajo un puntual proceso de rehabilitación. “Los traemos casi diario al hospital para revisión, debemos tener mucho cuidado de que no se infecten, algunas de sus quemaduras aún están en carne viva”, agrega Hilda, quien trabaja en la UNAM en el área de Vigilancia, al igual que su esposo don Antonio.

Juan Daniel, de seis años, tiene su brazo izquierdo inmovilizado desde el día del accidente, tuvo lesiones en el húmero y severas quemaduras en la cabeza, en la espalda y los glúteos. Christian aún no puede caminar, pues la quemadura en su rodilla izquierda se lo impide. “Juan Daniel está tranquilo, Christian es más inquieto y pregunta mucho por su madre. Tiene que usar carriola, no puede caminar aún, y cuando intentamos sacarlo de la carriola para que camine, se va de lado. El médico dice que en cuanto la herida vaya cerrando él tomará más fuerza en su pierna derecha y poco a poco volverá a caminar”, dice su abuelo mientras muestra preocupado las heridas en el cuerpo de sus nietos. Ellos, Juan Daniel y Christopher, no dicen nada; están muy pequeños para entender.

Hilda quiere decir que la atención que han recibido por parte del gobierno del Estado de México ha sido excelente. “Han estado pendientes de cada uno de nosotros todo el tiempo, a mi hija Daniela y a su esposo los entran a ver diario al hospital; lo hacían también con mis nietos, que ya están recibiendo atención sicológica en casa y no les ha faltado nada en el hospital. Nos llaman a casa todos los días varias veces para saber si estamos bien, si algo nos hace falta. En ese sentido no tenemos nada de qué quejarnos, y tampoco de la atención que mi hija, su esposo y mis nietos han recibido en los hospitales públicos en los que están”, asegura doña Hilda.

Daniela ya está enterada de la cifra de personas fallecidas en la explosión en Tultepec. “Ya lo sé, murieron más de 30 personas, una de las chavas que iba con nosotros falleció. Yo no debí llevar a mis hijos a ese mercado de cohetes; la vida me ha dado otra oportunidad y voy a pedir cambio de horario en mi trabajo; quiero estar más tiempo con mis hijos, con mi esposo, necesito atención sicológica para superar esto”, asegura con la mirada un tanto perdida en la nada. Daniela difícilmente hace contacto visual con su interlocutor.

¿Usted sabe que se va a reconstruir el mercado de San Pablito en Tultepec? ¿Cuál es su opinión al respecto después de su experiencia?

—Soy una sobreviviente, mis hijos y mi esposo también, aunque mi esposo aún está muy delicado. La explosión no debió ocurrir. Ahí no deben entrar niños. No estoy de acuerdo en que permitan el acceso a menores de edad. Eso debería estar prohibido. Sé que hay personas que se dedican a eso desde toda su vida, y que necesitan trabajar, pero es algo sumamente peligroso, los mercados de cohetes son bombas de tiempo, no deberían existir —concluye la joven, quien labora en el área de intendencia de la UNA.

Testimonio.

Miguel Urban, de 47 años, comenzó a trabajar en la elaboración y venta de cohetes desde los 13 años. Ha vivido las tres explosiones que han ocurrido en el mercado de San Pablito, en Tultepec.

Los incendios en los que estuvieron el señor Miguel y su madre, la señora Herlinda, que también se encuentra internada a unos pasos de él en la Cruz Roja de Polanco, fueron los del 2005 y 2006.

A diferencia de lo que hoy les ocurrió, en aquellas dos ocasiones sólo hubo daños en sus locales. El primero ocurrió el 16 de septiembre de 2005, cuando un incendio acabó con 300 puestos del tianguis de San Pablito, dejó más de 50 heridos y más de 70 autos calcinados, pero aún así no se reportaron fallecidos.

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El segundo fue el del 11 de septiembre de 2006, cuando de nueva cuenta San Pablito fue escenario de un incendio que destruyó más de 400 puestos. El accidente se presentó a pesar de los intentos de las autoridades por implementar medidas de seguridad después de la explosión ocurrida un año antes.

Tuvo fractura de húmero izquierdo, fractura de costillas y quemaduras importantes en su vientre.

“Esa mañana estábamos despachando a un cliente cuando escuchamos una explosión y luego comenzamos a ver luces por todas partes… los ladrillos comenzaron a volar… mi madre salió corriendo, pero se cayó. Volteé y la vi en el piso. Decidí regresarme para intentar proteger su cuerpo con el mío. Una nube de fuego pasó por encima de mi como una tormenta, pero pudimos correr”, contó don Miguel.

“Vi a mi mamá ser consumida por el fuego de Tultepec, e intenté protegerla”.

Comenta que hace tres días que no puede dormir: “Cada vez que cierro los ojos veo la explosión; veo ladrillos volar. Además de los golpes, lo que más me duele es el impacto emocional y si usted me pregunta si seguiré en este negocio le responderé que sí. Es lo que sabemos hacer; finalmente soy un sobreviviente que debe seguir trabajando en lo que sabe, en la elaboración de cohetes”.

“Hacía 10 años que veníamos operando sin incidentes. Para mí que esto de la explosión se trató de un acto intencional”, Miguel, vendedor.

Animales rescatados.

A través de la página de Unidad de Rescate Animal México, cuyos administradores se encargaron de revisar a detalle la zona del siniestro, algunos “rescates caninos” se dieron a conocer.

En el primer hecho, una perra, que se escondió entre los escombros y protegió a sus siete cachorros, fue auxiliada por los rescatistas.

Los animales fueron subidos a una camioneta, los cachorros jugueteaban, al tiempo que su madre lamía la mano de quienes le brindaron apoyo.

Los que no corrieron con tanta suerte, fueron dos perros, quienes fueron alcanzados por los proyectiles, cuando todo en San Pablito explotó.

El primer animal, el más grave, requirió ser conectado a un tanque de oxígeno; tras el incidente, médicos lo subieron a una camilla y le brindaron atención médica.

A la segunda, una perra, se le rompieron las dos patas delanteras, pero eso no le impidió moverse. Quienes la encontraron, la vieron “brincando” sobre sus dos patas traseras.

“Nunca intentó ser agresiva conmigo”, comentó una de las mujeres que le brindó ayuda a la perra, que fue inmovilizada y llevada al médico veterinario.

Juan Carlos Alcala holds a photograph of his son Juan Antonio, who he is being searched for after an explosion at a fireworks market, outside the Forensic Medical Service (SEMEFO) in Tlalnepantla, Mexico December 21, 2016. REUTERS/Ginnette Riquelme

Buscan a su familia.

Desde primera hora familiares desconsolados llegaron a la morgue en busca de respuestas que muchas veces no llegaron: las autoridades advirtieron que algunos de los cadáveres están tan quemados que solo podrán ser identificados con pruebas genéticas.

“No encuentro a mi papá y mi mamá está muy quemada”, dijo entre lágrimas Juana Antolina Hernández. “Estoy esperando que me digan si está aquí mi papá, pero de momento nada”.

Hernández, de 49 años, tenía un local en el mercado junto al de sus padres. La fabricación de fuegos artificiales, un oficio del que está orgullosa, se ha transmitido en su familia de generación en generación.

Sólo recuerda que en el momento de la explosión se echó a correr y luego “todo terminó en nada”.

El mercado presumía de ser el más seguro de América Latina.

Las explosiones en cadena, registradas en plena época de Navidad y en uno de los días más bulliciosos del mercado, también dejaron decenas de heridos, 10 de ellos menores de edad. Tres serán trasladados a Galveston, Texas, debido a la gravedad de sus quemaduras para que puedan recibir una mejor atención médica, informó el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila.

Ocho días antes de las explosiones que dejaron los puestos reducidos a cenizas, escombros y metal retorcido, el gobierno de la ciudad se jactaba en un comunicado de prensa de que el Instituto Mexiquense de la Pirotecnia había calificado al mercado llamado San Pablito como el más seguro de toda la región.

El comunicado citaba a Juan Ignacio Rodarte Cordero, director del Instituto dependiente del gobierno estatal, indicando que la seguridad se debía a que San Pablito contaba con “puestos perfectamente diseñados y con los espacios suficientes para que no se dé una conflagración en cadena en caso de un chispazo”.

La fuerte explosión ha sido retomada por diversos medios internacionales como el diario The New York Times, el portal británico The Guardian, el diario español El País y la cadena Fox News.

Fuente: Imparcial Oaxaca / El Debate.
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