Eduardo Delgado
Después de que algún indigente sustrajo el despachador de gel antibacterial del templo de San Juan de Dios, el capellán Carlos Jorge García Noyola pidió apoyo a feligreses para comprar otros dos; uno para reponer el robado y otro como repuesto por si lo vuelven a hurtar.
Estimó que viernes o sábado de la semana anterior alguien se llevó el envase casi semivacío de gel, colocado a la entrada de la iglesia para que los fieles se desinfectaran sus manos al ingresar a misa o rezar.
“La gente sí estaba respetando el único bote (de 4 litros), que antes de que se vino la psicosis lo teníamos en el dispensario médico para médicos y enfermeras, pero como ya no vinieron ellos lo sacamos allá (a la entrada de la iglesia), de donde confiábamos que no se lo iban a llevar”, comentó
El sacristán, dijo, lo rellenaba de gel y cuidaba que no se lo llevaran, “pero creo que esperaron a que se descuidara un poquillo y el sábado por la mañana aprovecharon para llevárselo”.
Ese día por la tarde, mientras separaban las bancas -para mantener la sana distancia entre los fieles- se percataron de que el despachador “ya no estaba”. A causa de la contingencia, añadió, el templo permanece abierto sólo cuatro horas diarias, de las 9:00 a las 13:00 horas.
Este domingo, casi al final de la misa, pidió información a los fieles acerca de algún negocio para comprar al menos otros dos dispensadores. Uno para reponer el hurtado y otro para tenerlo como repuesto, “porque posiblemente vaya a pasar lo mismo, porque la gente es la gente…”, comentó.
A su parecer, el despachador se lo robó alguno de los indigentes que deambulan en la zona del centro de la ciudad, “pues a veces andan tomados y suelen llevarse una veladora o una flor. Vieron el bote, y seguramente alguien de ellos se lo llevó”, añadió.
Además de que el despachador no tiene valor comercial y “ni siquiera estaba lleno, porque ya era fin de semana y siempre lo rellenamos el lunes y a lo mejor (el sábado) ya tenía muy poquito (gel antibacterial)”.