Antonio González Vázquez
Impulso motivacional a las y los morenistas potosinos: en 2027 San Luis Potosí “se pintará de guinda”, anunció Luisa María Alcalde Luján, presidenta del Comité Nacional del Movimiento de Regeneración Nacional.
En su visita del pasado viernes, la lideresa del partido mayoritario en México, convocó a la dirigencia y militancia a organizarse, trabajar, acercarse a la ciudadanía, tocar sus puertas y sumar adeptos a la causa.
Solitaria arenga en un estado donde Morena no pinta como para levantar súbitamente el vuelo sin más argumento que la escueta puya: que se dejen de cosas y se pongan a trabajar como corresponde a un partido político.
El exhorto de Alcalde Luján no fue gratuito. En San Luis Potosí el partido guinda ha observado un avance tan lento como desesperante.
En sus diez años de existencia como partido y 14 como movimiento político social, en San Luis se ha ido quedando a la zaga respecto del sólido crecimiento alcanzado en todo el territorio nacional.
Desde su origen, inmerso en disputas internas de grupos y personalidades, el partido ha sido epicentro de desencuentros nacidos de la mezquindad y el egocentrismo, por la pugna de su dirigencia y por candidaturas. El sectarismo ha estado presente, no ha desaparecido.
A lo largo de una década, más que a la organización y al trabajo, le apostaron a la imagen del ex presidente, Andrés Manuel López Obrador. Erróneamente, pensaron que la ascendencia social de su líder les acarrearía en automático triunfos electorales.
De 2015 cuando Morena participó por primera vez en unas elecciones federales y locales, hasta las más recientes en 2024, ganó dos comicios presidenciales y la mayoría en el Congreso de la Unión, además de 23 gubernaturas.
Colgados del robusto crecimiento y consolidación en el plano nacional, en San Luis creyeron peregrinamente que bastaba con mencionar a su guía y decirse obradoristas de pura cepa para ganar elecciones.
No ha sido así.
Una década de resultados electorales ridículos, con la agravante de una vida interna tan pobre y carente de autocrítica desde la cúpula que en ese período sólo ha tenido dos dirigentes en el estado.
El partido fue suficientemente débil como para que, desde el Comité Nacional, entonces a cargo de Mario Delgado Carrillo impusiera candidaturas a gobernador con la priista Mónica Liliana Rangel Martínez, así como al filo perredista-panista-navista, Francisco Xavier Nava Palacios como candidato a la presidencia municipal capitalina.
Morena se plegó a la voluntad de Mario Delgado y fue incapaz de oponerse y denunciar sus maniobras para favorecer el triunfo de José Ricardo Gallardo Cardona por el Partido Verde Ecologista de México. Respaldo que necesariamente contó con la aprobación presidencial.
Luisa María Alcalde debería conocer a detalle esa truculenta historia de agravio al obradorismo potosino. No solo fueron los problemas propios del partido lo que le llevó a la derrota en 2021, sino también la intervención perversa de Delgado Carrillo.
Bajo su dirigencia no debería cometerse el mismo error: en San Luis Potosí, el Verde no es aliado de la cuarta transformación, sino un avieso adversario.
Pero, pintar de guinda al estado en las elecciones de 2027 pasa necesariamente por borrar del mapa político al Partido Verde, despojarlo del poder absoluto que ahora ostenta y reducirlo a minoría sin mayor influencia; significa pasarle por encima a fuerza de votos.
Desplazar a ese grupo con aspiraciones caciquiles, representa un desafío mayor que obliga a construir un proyecto real con cimientos cuatroteístas, sin la falsa idea de una alianza por el bien de todos.
Es sin duda, un reto mayúsculo frente a la poderosa maquinaria electoral que la Gallardía ha logrado armar desde el gobierno.
Pintar de guinda al estado pasa no solo por echarlo de palacio de gobierno, sino también por arrebatarle la mayoría de ayuntamientos y curules en el Congreso del Estado.
Hoy eso luce como un reto, premisa descabellada cuando no hay elementos que le den sustento real. Las dirigencias nacional y local de Morena tienen tres años por delante para hacerlo viable.
Buena falta que les hace entrarle de lleno al trabajo político con la ciudadanía. Los números son elocuentes.
En 2027 habrán de renovarse 15 gubernaturas, entre ellas la de San Luis Potosí, donde el Verde es presunto aliado (más por conveniencia que por convicción) de la cuarta transformación.
En los comicios de 2021, Morena ganó 11 gubernaturas, Acción Nacional 2, Movimiento Ciudadano 1 y el Verde Ecologista de México 1.
La 4T únicamente perdió Querétaro, Chihuahua, Nuevo León y San Luis Potosí. En estas entidades, Alcalde Luján ha dicho que esas gubernaturas son prioritarias. Ni de lejos la tiene fácil.
En Nuevo León, Morena quedo en cuarto lugar con apenas 14.02 por ciento de la votación total; en Chihuahua, compitió fuerte y alcanzó el segundo lugar al lograr 32.76 por ciento de la votación, 10 por ciento menos que el PAN que se alzó con el triunfo.
En Querétaro, llegó al segundo lugar, pero con una desventaja de 30 puntos frente al PAN, mientras que, en San Luis Potosí se colocó en un lejano tercer lugar al quedar a 26 puntos porcentuales del PVEM.
Con esos antecedentes, la frase de pintar de guinda a San Luis no tiene mucho sentido. Lo tendría en el caso de que lo más pronto posible haya un desmarque puntual y firme con respecto de la Gallardía.
En las elecciones presidenciales, de los 771 mil 430 votos a favor de Claudia Sheinbaum Pardo, Morena aportó 338 mil 978, equivalentes al 43.9 por ciento, mientras que el Verde contribuyó con 323 mil 745 sufragios, lo que representó 41.9 por ciento.
Sin embargo, al competir con perfiles propios y por separado, en San Luis Potosí el Verde es más que Morena. Ruth Miriam González Silva ganó para el PVEM la Senaduría de mayoría y Rita Ozalia Rodríguez Velázquez se quedó sin escaño.
En el plano local ni se diga, tras las elecciones, por la vía de oscuras negociaciones, el Verde ya tiene 36 ayuntamientos en su poder.
Para reducir a la Gallardía hace falta algo más que una frasecita motivadora. Es necesario romper cualquier vínculo, desbaratar una alianza que solo ha arrojado dividendos favorables al gobernador.
La estrategia nacional no debe ser una camisa de fuerza. En San Luis Potosí, Morena no debería estar sujeta a negociaciones con un gobierno local que ambiciona el poder para servirse.
En política todo tiene su momento y el del rompimiento no tardará mucho en concretarse. Cada quien por su lado y que sean los electores los que se pronuncien por la clase de gobierno que desean tener para el próximo sexenio.
La frasecita de pintar de guinda al estado es aún insuficiente, aunque suena como el anuncio del rompimiento.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.